Especial de Medianoche

Fito de la Parra: sus rollos y sus rastros

Fotos: Toño Pantoja, Arnulfo Martínez, Alan “The Blind Owl” Christie Wilson of Canned Heat Facebook, colección personal.

Antes de agradecer brevemente por micrófono a las personas reunidas en el Corredor Cultural de El Chopo, Fito de la Parra ya había vendido todos los ejemplares de su libro en español, motivo central de su reciente visita a “smoglandia”, como alguna vez dijo. El cariño que aún siente mucha gente por la obra musical de Canned Heat, supera modas y tiempo, mucho tiempo, si tomamos en cuenta que su primer disco fue lanzado en 1967, y que la muerte de su último gran cantante y co-fundador, Bob Hite, ocurrió hace 35 años. Pero contra viento y marea Canned Heat existe, y en Adolfo ‘Fito’ de la Parra encuentra a su último líder, un baterista y empresario que elige músicos, analiza propuestas, realiza cambios “necesarios” y se empeña en mantener a fuego lento y con temperatura estable al grupo cuyo nombre retrata una vieja canción de Tommy Johnson.

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Desde 1981, año en que muere Robert Hite, el “Oso”, el grupo ha quedado bajo las riendas del baterista mexicano nacido el 8 de febrero de 1946, en la ciudad de México, temperamental como pocos, grandilocuente a veces, quien en distintas ocasiones ha amenazado con jamás regresar a su país natal con el Heat, por culpa de empresarios transas y de contratos incumplidos, que tanto molestan. Fito dijo pocas cosas por micrófono. Atinó a decir comentarios más interesantes en corto, a los fans que se acercaban para que les dedicase el libro, o firmara siempre atento discos, posters y revistas, o se tomara junto al solicitante la imperdonable selfie. Es curioso, aquí Fito siempre encuentra reliquias y joyas poco conocidas de los maestros del boogie, pero si meditara un poco se daría cuenta que no son tales. Alguna vez dijo que el elepé conmemorativo por el fallecimiento de Bob Hite era rarísimo, pero en “smoglandia” lo encontrabamos hasta en los puestos de baratillo, la verdad es que la compañía únicamente puso una portada distinta a ese elepé puesto que el disco se había grabado dos años antes de la sentida muerte del Oso. Y así por el estilo.

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Por sus obras los conoceréis

Fito dejó pocas cosas a la imaginación con el título de su libro (en español, reitero, pues también hay ediciones en alemán, inglés y francés): “Living The Blues. Canned Heat (Calor Enlatado). Una historia de música, drogas, muerte, sexo, y supervivencia”. En unas cuantas palabras ya nos adelantó el tema, nos dijo cómo se desarrolla el nudo histórico y cuál es el desenlace. Pero a pesar de ello el libro se ha vendido bien. En Estados Unidos alcanza tres ediciones y a través de Amazon y Barnes & Noble ha vendido 15 mil ejemplares.

Pero Fito encontraba una reticencia inusual en editoriales mexicanas para imprimir la edición en castellano, traducida por José Mario Padilla. Finalmente se concretó el deseo de que el público latino acceda a la historia que encierra Canned Heat, contada desde el punto de vista de este longevo baterista, mismo que se unió oficialmente a la banda a partir del segundo álbum: Boogie With Canned Heat, 1968.

En una entrevista con Carlos Baca en el mes de julio de 1971 (revista México Canta ejemplar núm. 3339), el cantante Bob Hite relató lo siguiente: “Un chorro de veces, en los conciertos, la gente nos pide que toquemos ‘On the road again’ o “Going’ un the country’, sobre todo desde que salió la película del festival de Woodstock. Pero ya retiramos esas canciones de nuestro repertorio. No hay forma de llegar a tocar esas canciones sin Alan, y de cualquier forma el resto de la banda ya no tiene ganas de tocar esas rolas, se hicieron tan populares como para quedarse sin nosotros durante todos estos años”.

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Sin embargo, el Heat liderado por Fito sí las interpreta regularmente, es más, el baterista inflecciona su voz en tonos agudos para copiar un poco el estilo vocal de Alan “Blind Owl” Wilson. ¿Tributo, empecinamiento, simple y puro marketing? La cosa puede tolerarse, pero de plano se escucha horrendo cuando en “Going’ up the country” (algo así como el himno de la generación de Woodstock, que a su vez es una copia emotiva del Bulldoze Blues de Henry Thomas), decide quitar el sonido característico de la flauta, para suplirla con cualquier otro instrumento. Como resultado la esencia desaparece por completo. En casos como éste, sí entra aquello de integrar en las actuaciones en vivo alguna pista grabada con el fragmento original de la flauta porque, caray, que de algo sirvan las plataformas tecnológicas tan avanzadas con las que contamos hoy en día.

Para el “Oso” Bob Hite, Alan Wilson era un genio musical. Quien lo contactó con él fue John Fahey, en el tiempo en el que Alan estaba escribiendo una tesis acerca de Charlie Patton. Pero el verdadero gusto en común entre ambos fundadores del grupo, lo constituía la pasión arrebatadora por el country blues y los discos antiguos del género, los de 78 rpm, de Vocalion, Bluebird, Paramount. Henry Vestine, el primer requinto líder, sentía las mismas inclinaciones estéticas, a pesar de que en su formación brillaba lo experimental durante su paso en The Mothers of Invention de Zappa. Para hacerse cargo del bajo arribó un consolidado músico de sesión, Larry “The Mole” Taylor, uno de los culpables del éxito de los Monkees, claro, junto con otros “hueseros”, que se prestaron para grabar las pistas sonoras de aquél grupo americano que pretendía pisarle los callos a The Beatles.

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El elemento que completó el póker con el cual iniciaron grabaciones en 1967 fue Frank Cook, el baterista original al cual le tocó el honor de pisar, junto con ellos, la duela del primer gran festival masivo de rock, pop y soul: Monterey; y el inicio del gran catálogo de éxitos. De la Parra aterrizó, como ya dije, a partir del segundo álbum, teniendo otra óptica en sus búsquedas musicales, pues en México había tocado en grupos de rocanrolitos inofensivos, desenvolviéndose en un ambiente de clase media desahogada y sin tribulaciones.

Desde hace mucho le han preguntado a Fito cuál es el peso que tienen sus decisiones dentro de la agrupación, a lo que responde “Bueno la última decisión siempre la tengo yo, soy el líder, pero tampoco soy el dictador ¿me entiendes?… a veces no estoy yo bien y si alguien más tiene razón, se hace la canción. O a veces las canciones se hacen por otras razones”. (Conecte número 165)

 

La vida loca

Fito culpa a la música Disco de ser responsable del inicio de la marginación del rock en el gusto de las grandes audiencias, pero lo mismo ocurre con sus corrientes afines, como la new wave, la electrónica, el lounge y hasta MTV por ser opciones banales y faltas de sustancia y de alma. “La música electrónica vale m… ¿ok? Es música de robots. ¿Cómo vas a programar una computadora y hacerla que toque música? Eso no es música” (et al) declaró aquí en una conferencia de prensa en el Hotel Prim, poquito después de la muerte de Bob, justo cuando hablaban de los últimos álbumes promovidos.

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En declaraciones para un documental de Clío, de la Parra asegura que el ambiente que prevalecía cuando arrancó su carrera con grupos como Los Sparks, Sinners y Hoolligans en los sesenta, antes de emigrar a su aventura rocanrolera gabacha, era muy blanco e inocente.

“Nos acusaban de ser drogos, pero nada de eso existía en los cafés cantantes cuando yo estuve ahí”. Es decir, la vorágine de drogas que puntualiza en su libro, al grado de ponerla en el encabezado de portada, ocurrió estando en Los Ángeles, particularmente en la época dorada del Heat; algo que de alguna manera ya sabíamos todos sin necesidad de leer nada, apenas con tener un poco de conocimiento acerca de la historia del grupo, y del tratamiento musical que realiza sobre anfetaminas y hongos de Huautla, o cuando el Oso y el manager Skip Taylor atizan alegres en plena filmación de un concierto en Holanda, o de la experimentación que hizo Alan Wilson con diversos estimulantes, al grado de que muchos encuentran ahí el detonante de su temprana muerte.

Resumiendo, hablamos de prácticas totalmente normales en grupos de rock en aquella época sicodélica, que constituyó el clímax del movimiento “Human Be”, y de la experimentación con drogas como el vehículo recurrente para la expresión artística.

Pero décadas atrás, a Fito no le gustaba hablar sobre eso. En la citada conferencia del Hotel Prim, un periodista le preguntó su opinión sobre el consumo de drogas en el rock y éste guardó silencio. Tuvo que intervenir Antonio de la Barreda “Olaf” (qepd, ex bajista del grupo y entonces director artístico de RCA México) para regañar al periodista y aclarar que ese no era el tema de la entrevista. El reportero partió enojado y la conferencia transcurrió sin contratiempos, en los temas ya concertados sobre novedades fonográficas.

Hoy, muchos años después, la posición de Fito es diametralmente opuesta, habla de todo en su libro, no se guarda nada, su palabra es ley y remarca en cuanta cámara o micrófono tiene delante, una definición que casi es, el mismo tiempo, una tesis: “Mientras más muertos existan dentro de un grupo de rock, más grueso es éste”, y más gloriosa su permanencia en el medio pues viene marcada por el esfuerzo que significan mantener en la memoria de la gente, el recuerdo por éste grupo, aunque ya no tengan ningún éxito nuevo en el mercado, desde hace tanto.

Siguiendo esta lógica de medir grandeza por muertes al cuadrado, los Rolling Stones apenas llevan un puntito a su favor, pues el único muerto que tienen es Brian Jones, los Beatles están algo adelante, tienen a John y George. En México llevaría la delantera Rafael Acosta, con lo que queda de Los Locos del Ritmo, y Enrique Guzmán, si es que todavía existen sobrevivientes de los originales Teen Tops. De acuerdo con la mencionada tesis, Canned Heat es de los más gruesos, sin duda, pues en su panteón personal descansan restos mortales de grandes figurones, como Al Wilson, Robert Hite, Richard Hite, Olaf de la Barreda, Henry Vestine y los que falten.

 

Cocina del alma

Carlos Santana y Fito de la Parra han alcanzado fama internacional por su arduo desempeño en Estados Unidos, pero Fito, a diferencia de Santana, sí tocó en México durante sus años mozos en una época marcada por covers y mensajes dulces y despreocupados. Ya no pudo participar, más tarde, en la época subterránea del rock chicano, ni en la rebeldía que permeó en el festival de Avándaro, no compartió el sonido metalero de grandes bandas (Peace and Love) o del sudor grasoso que escurría de paredes en hoyos fonquis. Tuvo conocimiento de estas noticias de manera intermitente en Estados Unidos, o cuando llegaba de visita a descansar en el terruño.

De acuerdo con Armando Molina, líder de la Máquina del Sonido y ex representante artístico, en cierta ocasión Fito llevó un disco de Three Souls in My Mind a su manager Skip Taylor para que lo escuchara. Tras poner un poquito de cada canción, Taylor optó por arrojarlo dircetamente al bote de basura, revela Molina.

A pesar de esta amarga anécdota, si es que de verdad existió, de la Parra no tuvo ningún empacho en invitar a Alejandro Lora para que participase, junto a otros distinguidos rocanroleros aztecas, como Javier Bátiz, el ‘Pájaro’ Alberto Isiordia o Lalo Toral, entre muchos otros, en aquél documental que produjo de nombre “Rock ‘n’ Roll Made in México”, que debe verse, enfatiza, como un tributo a la música que nace aquí, y a la historia cotidiana que realizan sus impulsores.

Fue producido con el fin de “educar al primer mundo de lo que pasó aquí en México”, opinó en entrevista para Milenio.

Qué alejadas en el tiempo han quedado aquellas otras impresiones suyas, de que aquí la onda estaba muerta, que no había ideas originales y de que todo era un pálido reflejo de lo que sucedía allende la frontera.

Comparto un pedacito de otra entrevista que le hizo Carlos Baca, aparecida en México Canta, pero en 1972:

  • ¿Impulsar el rock chicano? ¿Ya has oído algún grupo?
  • A ninguno. Llevo días aquí y no he escuchado nada de rock and roll. Le hemos llegado a escuchar mariachis y esas ondas, pero no he ido a ningún hoyo; lo quiero hacer, aunque no mucho… Tal parece que la onda está más jodida que la última vez que vine ¿no? El radio suena horrible. Pam –una acompañante suya en esa visita de marras- le llegó a Los Globos y oyó a Bandido y no le pasó la onda. Puro Chicago y Blood Swett and Tears. Siguen copiando.

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¿Otra vez en el camino?

El recuerdo y cariño por la mejor alineación de Canned Heat siguen alimentando la memoria de los fans mexicanos que no olvidan este grupo y buscan allegarse cuanto objeto de memorabilia detectan. Es un enigma saber qué pasará con la banda, pero tampoco es tan complicado. Los buenos tiempos se han ido para siempre. De ser un indispensable en conciertos masivos ahora es un exponente discreto en bares. Lo último que sabemos es que Larry Taylor suele incorporarse con frecuencia, lo cual es un plus; caso contrario de Harvey Mandel, alejado del espectáculo por serias enfermedades y tratamientos médicos.

Junior Watson ya no entra en planes, según parece, y los nuevos guitarristas no terminan por llenar el hueco enorme que en otros tiempos dejaron Hollywood Fats, Robert Lucas, Joe Hill Scott, James Thornbury o Walter Trout. Mientras tanto Fito seguirá con su infatigable labor de alimentar con blues y boogie ésta nueva etapa de la leyenda, aunque ya no tenga los éxitos de antaño y menosprecie la música que surge de robots, una crítica feroz que sin embargo a comienzos de los ochenta estaba dispuesto a matizar, con tal de ocupar nuevamente listas de popularidad. A manera de colofón, presento una de sus respuestas también recogida en cierto ejemplar de Conecte:

Es un intento para Canned Heat tener un disco -se refiere a uno que editara RCA Victor, en donde dejaron de lado el blues para meterse a tocar fusión-… Hemos tratado por todas formas de tener un hit, para llegar a tocar a conciertos grandes otra vez, entonces de esto se trataba este proyecto, pero después de que los hicimos decidimos que no era Canned Heat, aunque es un buen proyecto. A Bob no le gustaba cantar esas canciones, él quería cantar blues, pero lo hicimos porque la banda necesitaba un hit. Y lo haría yo otra vez. Si tú me dices, graba esta canción y se hace hit, yo lo hago, no importa lo que sea”.