Sesiones Desde la Cabina

Lucy Blues, los hijos del diablo

Fue en el invierno de hace dos años. Si soy sincero, no recuerdo bien a bien cómo fue que me enteré del nuevo proyecto que José Cruz Camargo tenía a lado del guitarrista Miguel Korsa. No importa, estaba ahí, en la casa de José, parado en la misma estancia en la que había estado hacía más de diez años, ahora, en medio de uno de los primeros ensayos que Lucy Blues tenía con el percusionista Charly Mercado como músico invitado, así lo narré en estas mismas páginas (número 45 de Cultura Blues https://www.culturablues.com/2015/02/guerreros-del-blues/). Ese año José Cruz y Miguel presentaron a Lucy Blues con diversos toquines y con la mirada puesta en grabar un disco.

Todo comenzó hace más de 7 años “de manera espontánea y sorpresiva”, me comentó José Cruz, en aquel ensayo. Miguel Korsa -quien ha explorado el rock progresivo y tiene su propia banda de blues-, en su búsqueda de clases de armónica llegó al taller que ofrece José, ahí inició una relación de amistad que derivó en que Miguel se convirtiera en guitarrista de Real de Catorce, ahí se fortalecieron los vínculos y la afinidad musical; posteriormente, impulsados por Patricia Aguirre -manager de Real de Catorce-, se conformó Lucy Blues, que finalmente se concretó durante una visita a Tijuana, con una “mágica” sesión de fotos en un lote baldío, “en donde había mariposas blancas” revoloteando y una casa rodante -similar en la que Walter White y Jesse Pinkman utilizaban para cocinar su metanfetamina, en la serie Breaking Bad, de la cual José y Miguel son fans- y José dijo: “esta es Lucy, el vehículo que nos llevará a lo desconocido”.

Charly Mercado era el músico invitado del dueto, muy pronto se convirtió en el tercer elemento Lucybluesero, que le ha aportado su personalidad y feeling al proyecto, que ahora es un sólido power trío, que presentó el pasado 18 de febrero su disco Somos Hijos del Diablo.

Un 2016 complicado en materia de salud para José Cruz retrasó la grabación de este disco, tiempo que en definitiva jugó a su favor, ya que Lucy Blues tiene ahora un sonido más maduro, sólido, seguro y redondo a lo que escuché en aquel ensayo con unas cuantas semanas de formación.

Las dos caras de Lucy

El mundo está cimentado en dualidades, el bien y el mal; el cielo y el infierno; el Yin y el Yang -en la tradición oriental- en fuerzas complementarias y opuestas como Eros y Tanatos. Para los Griegos Eros era el dios, la figura del amor, de la atracción sexual; Tánatos, personificaba a la muerte. Fue Sigmund Freud quien le adjudicó a estos dos elementos el concepto tal y como lo conocemos ahora, de vida y muerte.

Si alguien ha encarado muy de cerca estos dos extremos, estas dos caras del paso temporal que es la vida, ese es José Cruz; es por ello que no resulta extraño que sus letras jueguen con estas ideas y en Somos Hijos del Diablo, Lucy Blues presenta un disco doble, dividido en estos dos grandes conceptos.

El primer disco, Eros, contiene siete temas en donde el power trío nos recibe con Aún sin caer, tema alegre estilo country blues con ritmo hipnótico y una alegre armónica -que me recordó mucho el gran disco de Alison Krauss y Robert Plant, Raising Sand– y con una letra despreocupada que habla de las difíciles condiciones de desempleo. En este primer bloque de canciones encontramos blues muy bien logrados como Agua con sal, Un par de ojos, El Grillete y Cobalto, tema que básicamente es un poema en prosa de José musicalizado a ritmo de blues, con unos buenos riffs de Miguel.

Mención aparte merecen dos temas Botellas de mar y Mi mojo; en ambas retoman el country blues y en sus letras José toca temas más personales. “En mi calle vive el príncipe del cáncer / la dama venérea y un viejo que hace blues, / cada puerta es como un bálsamo bendito / para el miedo, el amor y la piedad”, canta José Cruz en Botellas de Mar en clara referencia a la calle en la que él vive. En Mi mojo el canto va de la figura de su abuela a la crítica política actual y la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, dos muy buenos temas que redondean su lado luminoso.

Tanatos, el lado oscuro de la banda, contiene ocho temas cargados de un blues duro y una lírica sin contemplaciones, cantos al migrante deportado, a Robert Johnson, al sexo casual, a las relaciones tabú. Además, uno puede escuchar Lydia Iyalosha, canción hipnótica inspirada en la tradición de la cultura africana, -Iyalosha es la mujer consagrada a interpretar el oráculo del dilogún. También cabe destacar la gran improvisación de casi 20 minutos que contiene Blucy magic, tema que cierra el disco y en el que nuevamente la poesía de José es musicalizada para romper en una impro entre guitarra, dobro, armónica y el cajón de Charly.

Dos discos, 15 temas y más de hora y media de música se disfrutan en Somos Hijos del Diablo, con un proyecto que retoma las raíces del blues, de manera muy sencilla y acústica, hace un proyecto muy destacado con base en el talento de sus tres integrantes. “Estamos buscando ser espontáneos y no buscar el virtuosismo como una manera de llegar a un estatus -me dice José Cruz, al terminar el ensayo. Lo que espero de Lucy es la disciplina que tenemos, lo lúdico, disfrutar y compartir con la gente”.  José Cruz, como dicen en Wixarika, la lengua huichola, hace tunúiya, es decir cantar para curar, primeramente, a él y luego a los demás.

Esa noche, aquella noche de final de invierno de 2015, luego de casi tres horas de ensayo y una charla de media hora, salí de la casa de José Cruz, contento de haber escuchado lo que escuché y con la idea muy clara de que se estaba gestando un proyecto muy prometedor para la escena bluesera del país. No me equivoqué.

Fotos por Rojo Cuarenta y cortesía de Lucy Blues