Desde el banco del baterista… the shuffle
Cuando tenía unos 10 años, tuve la fortuna de conocer New Orleans y su legendaria Bourbon Street. Sentado junto a mis papás, en uno de los bares, (a la fecha no me explico haciendo qué, porque en mi familia nadie toma alcohol), vimos repentinamente subirse sobre la barra a un caballero con sombrero bombín -que en esa época yo veía como muy avanzado de edad- delgado, bajo de estatura, raza negra, vestido de traje gris claro a rayas y zapatos con chapas de metal en la punta y el tacón (tap´s).
Aprovechando la música que se transmitía en el sonido del lugar, comenzó a bailar tap y todos los asistentes de inmediato comenzaron a aplaudir apoyando su ritmo. Era impresionantemente ágil y con mucho carisma.
Bailó unos tres temas y al final, en el último de ellos (uno un poco menos vertiginoso, respecto a los demás, por cierto) me llamó la atención un paso que producía un sonido muy rítmico, que me sacó mi de asombro y me puso a aplaudir, también.
El efecto sonoro de ese paso -cuyo sonido al arrastrar el pie producía un resultado similar al que generan las escobetas en la tarola- hizo que todo mundo aplaudiera, volviendo aquello un manicomio.
Al bajar de la barra mucha gente le dio dinero como premio a su arte y actuación, y yo tímidamente me acerqué a preguntarle… ¿cómo se llamaba lo que había hecho? -mi inglés era corto, pero alcancé a darme a entender-.
Al escuchar mi acento extranjero me prestó mucha atención y repitió el paso, para asegurarse de contestarme adecuadamente: It´s a shuffle! me dijo, encantado de haber llamado mi atención.
¡Shuffle!… a partir de ese día ese término me ha acompañado toda la vida, como melómano y como músico.
Los libros dicen que el sonido contagioso que producían los bailarines, en los “locos 20” hizo que fuera imitado por los bateristas de algunas orquestas de la época y que, también, se incorporara al boogie woogie.
Se le denominó eight-to-the-bar, pues contenía ocho notas bajas por cada compás, convirtiéndose en un recurso rítmico típico del estilo de música de Chicago.
Algunos bateristas de la era del swing como: Sam Woodyard, Sonny Payne o Chris Columbus lo utilizaron de forma dominante, y ya en los años 1930-40 algunas Big Bands basaron su popularidad en el empleo del shuffle en sustemas (Louis Prima y Louis Jordan, en sus orquestas, principalmente).
En el jazz de Chicago, las propias secciones melódicas tocaban en forma shuffle durante el último coro, lo que creaba una sensación de retardo y control de la tensión, antes del estallido final de sus temas.
En los años 40´s, la gran extensión de este recurso rítmico dio lugar, en Chicago también, a su incorporación a las ejecuciones de muchos músicos de blues.
Así, el shuffle fue adquiriendo importancia hasta convertirse en la base rítmica distintiva del blues.
“Para tocar blues, debes empezar tocando el ritmo en shuffles” me dijo Billy Branch cuando tuve la suerte de conocerlo en México.
Con esta perspectiva, los bateristas de Blues de las bandas de México, tenemos que aplicarnos en este tema.
Existen shuffles adecuados para tocar prácticamente cada tipo de blues: Texas… Chicago… New Orleans, etc.
En la escena musical internacional, grandes bateristas como: Steve Gadd, o Bernard “Prettie” Purdie han desarrollado sus propios shuffles, que hoy son su “firma” a la hora de tocar.
El shuffle da a los temas un ritmo tan propio y distintivo que incluso variantes de este se encuentran presentes en temas legendarios del rock, como: “Fool in the rain” Led Zepplin/John Bonham; o del pop: “Rossana” Toto/Jeff Porcaro.
Zoro, uno de los personajes más peculiares dedicados a la educación y desarrollo de la batería dice: “Antes de mostrarme cómo eres para hacer solos, muéstrame qué tan bueno eres para ejecutar un shuffle… entonces sabré si eres realmente baterista”.
Referencias de diversos tipos de shuffles:
Bernad “Prettie” Purdie
Chris Layton
Tom Brechtlein
Notas
Esquemáticamente, un ritmo “shuffle” supone la presencia de ocho corcheas desiguales por compás, tocadas de forma “ternaria”. Tocar shuffle era, en cierta forma, equivalente a tocar “atresillado”, es decir, frasear un par de notas de la misma duración que, generalmente, caben en un pulso (Por ejemplo: dos corcheas en pulso de negra) de modo que la duración de la primera sea mayor y la de la segunda menor.
* En general, la prolongación de la primera nota en el fraseo típico del swing, se supone mayor que el del fraseo “shuffle”.
* Por ello, en lugar de “atresillado”, el fraseo con “swing” también es denominado “dotted”, en inglés, cuya traducción sería “apuntillado”.
* En cambio, en el fraseo “shuffle” o “atresillado”, la primera nota debería valer exactamente dos tercios del pulso y la segunda un tercio, es decir, una negra y una corchea ambas figuras dentro de un tresillo de corcheas.
Por: Francisco Javier García