Blues a la Carta

Jam session o palomazo obligado

En los últimos 10 años he tenido la oportunidad de participar en el íntimo circuito bluesero en México, particularmente en el del DF. En su mayor parte como espectador, y por supuesto también como músico con alguna de mis bandas actuando en presentaciones individuales o bien alternando con una o más en conciertos, encuentros y festivales. Desde luego, también he estado en algunos jams session, en los llamados palomazos y como músico invitado.

Esta breve pero intensa trayectoria, así como el estar al frente de esta publicación, me ha dado de cierta manera una visión particular, pero al igual general de lo que sucede dentro y fuera de los escenarios. Y en ese sentido va la siguiente reflexión y respuesta a la siguiente pregunta… ¿debe existir el “palomazo” obligado?

Para contestarla, comenzaremos revisando algunos conceptos.

Se dice que un jam session, es un encuentro informal de improvisación musical. La definición clásica de este término se debe a George Frazier, periodista y notable crítico de jazz, -“es una reunión informal de músicos de jazz, con afinidad temperamental, que tocan para su propio disfrute, música no escrita ni ensayada”-.

En sus orígenes, la jam session era una reunión altamente competitiva. Adquiría la atmósfera de un ‘combate de gladiadores’, cuando se juntaban dos o más intérpretes de un mismo instrumento, según Peter Clayton y P. Gammond, coautores del libro “Jazz A-Z, Edit. Taurus, 1989”. Así mismo, según esos autores, el término jam se empleaba en ocasiones como sinónimo de jazz.

Con el tiempo, el concepto de jam se ha aplicado a otros géneros distintos del jazz, el rock, el rap e incluso música de origen folclórico como la irlandesa y el bluegrass, pero especialmente en el blues.

La denominación –se dice- proviene del verbo To jam, que significa estorbarse, agolparse o interferir. Según algunos autores, aparece a principio de los años 30 y el por qué se aplica en el contexto indicado, tiene un origen no aclarado.

También se señala, que es un poco aventurado hablar de una estructura en relación con un concepto tan abierto, la crítica y los propios músicos han ido paulatinamente, dotando de elementos característicos a estas reuniones musicales:

• Presencia de varios músicos que usualmente no tocan juntos.
• Ausencia de un líder o de un programa.
• Selección de temas o estructuras armónicas estándares o conocidas por todos los participantes.
• Desarrollo de amplias improvisaciones sobre las bases melódicas y armónicas aportadas por los temas seleccionados.
• Utilización de arreglos musicales simples, preferentemente en forma de riffs, sobre un fondo musical espontáneo.

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Normalmente fuera de las horas de trabajo de los músicos participantes, la sesión se organizaba en algún club, local o, incluso, vivienda particular, (en la escena de jazz neoyorkina eran populares las reuniones informales de músicos en pisos particulares o en fiestas). Sobre la marcha se seleccionan los temas base y se desarrolla el jam. Usualmente se toca en grupo la melodía principal, (a veces simplemente un riff), y a continuación cada músico presente improvisa sobre ella, (o sobre la armonía).

Después de revisar estos conceptos básicos de una jam session, encuentro alguna similitud, pero con una importante diferencia a lo que llamamos comúnmente “un palomazo”. Hay en esencia algunos conceptos básicos que considero se han diluido hasta nuestros días. Hoy pondré como ejemplo lo recientemente sucedido en el 9º Encuentro Nacional de Blues en el Martí, de hecho esto fue lo que me motivó a escribir este ensayo, aunque desde hace tiempo lo quería exponer dado los múltiples ejemplos en varios de los eventos en que he participado:

1. El palomazo debe ser de alguna manera, concertado, convenido, acordado, pactado, conciliado, pero sobre todo justificado. Recordemos que en general, la banda en turno llega a participar a un evento con un programa preestablecido, que ha trabajado al menos algunas horas, en referencia a las más noveles, hasta años, considerando a las más experimentadas. Y por tanto su participación en cualquier evento público es de su interés, que se lleve a cabo lo mejor posible conforme a su imagen y trayectoria. Entonces la banda o bien, quién tenga el papel de líder, debe ser quien permita o no subir al escenario a algún espontáneo o músico conocido a palomear con ellos.

2. El que alguien omita este paso y se suba al escenario con la bandera del “palomazo obligado”, no solo falta el respeto al grupo en turno, sino que puede en cierto momento, echar a perder un trabajo, como dije anteriormente, de horas, días, meses o años. Falta el respeto al público asistente, independientemente, si el evento es gratuito o no, y además también falta el respeto a unos organizadores, que seguramente pasan por una serie de vicisitudes antes de poder conseguir la aprobación de varias instancias para llevar a cabo un espectáculo de calidad.
No quiero decir con esto que el palomazo en general deba ser erradicado. No, para nada. Creo que existen fórmulas perfectamente establecidas en el espectáculo profesional que pueden retomarse para generar algo mejor que el “palomazo obligado” en nuestros eventos de blues en el circuito mexicano. No es descubrir el hilo negro. Se puede bien ajustar a nuestra realidad. De hecho también se ha dado a lo largo de los años, también se ve en la actualidad, incluso en el evento que he puesto como ejemplo, y espero que se de en mayor medida, a manera que se entienda su fondo, y que retoma los principios básicos del jam como se vio en las párrafos iniciales.

3. Si el artista o la banda a participar en un evento contempla la opción de que “alguien más” toque durante su presentación, debe ser concertado y perfectamente definido en que parte lo hará. Si es con tiempo de antelación, su participación puede ser incluso anunciada como músico(s) invitado(s), puede además hacer uno o varios ensayos. Esto es lo ideal. Sino, entonces antes de subir al escenario deben quedar claros los puntos de, en qué momento participará, en que tono, y en cuántos temas lo hará. Aclarando que es un concierto que está ofreciendo un determinado artista o banda, el que se sube a palomear deberá respetar estos puntos y, en la medida de lo posible, cuidar su aspecto y respetar la jerarquía del artista o la banda quién le está ofreciendo compartir el escenario, no como sucede al revés con algunos personajes de nuestro medio.

 

Antes de mencionar los ejemplos que llevarán a mi respuesta, -casi develada-, les comento algunas de mis experiencias al respecto:

• Participé en la agrupación, La Gran Banda de Blues, que fue en su momento, un claro ejemplo de trabajar en una jam session, (obviando la informalidad del concepto), la conformamos más de 10 músicos de diferentes bandas, ensayamos varios días para realizar algunas importantes presentaciones: en el IX Festival Internacional de Blues de México, efectuado para esa ocasión en el Zócalo de la Ciudad de Puebla, y en el X Aniversario de Horizonte 107.9 del IMER en el Centro Nacional de las Artes.

• Como músico invitado recuerdo dos eventos, uno el concierto de Monroy Blues (Ciudad Valles, San Luis Potosí), en el Lunario, en el que fui convidado por el extraordinario pianista Luis Monroy, el que me envió con antelación las grabaciones y los temas en los que participaría; al igual cuando estuve invitado como guitarrista al concierto de Sirena Blues (Monterrey, Nuevo León), en Los Alebrijes, para esa ocasión Sirena y Pirata me enviaron la música, tablaturas y letras de sus canciones. Finalmente, en cuanto a palomazos, he participado poco, ya que no siempre carga uno el piano o el teclado para participar; sin embargo, recuerdo un par de ocasiones en el que se presentó la oportunidad: una en el foro del Centro Cultural José Martí con Serpiente Elástica (Puebla), y otra con el legendario grupo de Juan Hernández y su Banda de Blues (Estado de México), en el Teatro Legaria.

En referencia al ejemplo anunciado párrafos arriba, del 9º Encuentro Nacional de Blues, se destacan algunos aspectos, uno principal e importante es que el foro de cierta manera a (mal) acostumbrado a esta práctica. Entonces pudimos ver por ejemplo que durante la participación de Chris Sánchez Blues Band, quien hizo su viaje desde Morelia para presentar su propuesta, en uno de sus temas sube al escenario un espóntaneo con armónica, toca sin sentido, sin la armónica en el tono correcto y bueno de alguna manera echa a perder minutos de oro para la banda en turno.

En otro día, Blues Electric sube a uno y otro más al “palomazo obligado”, perdiendo en gran medida, tiempo en la exposición de su proyecto, su mensaje se traduce en “no tengo mucho que exponer”. En el cierre del Encuentro, durante la participación estelar, Nina Galido fue interrumpida en distintas ocasiones, causando la molestia comprensible de la artista y de gran parte del público.

De manera contraria, el buen ejemplo se dio con la banda anfitriona Radio Blues, trío espectacular que subió al escenario con varios músicos invitados para conformar una bandota, bien acoplada, ensayada y espectacular; además de invitar al jam “ordenado”, a otros tantos personajes haciendo de su participación, lo mejor mostrado en dicho evento.

Conclusión.
Desde mi punto de vista, el palomazo no debe ser obligado, debe ser concertado, convenido, acordado, pactado, conciliado, pero sobre todo justificado. Y es de mucho más nivel que se presente durante el concierto a músicos como invitados y al final sí, solo al final, como un jam session o bien como el palomazo tradicional.
Incluso quiero mencionar que estos jams actualmente ya se llevan a cabo como tradición en lugares de blues como los miércoles en Ruta 61 con Daniel Reséndiz y La Dalia Negra, en diferentes bares de Monterrey donde se presenta Fonzeca – Caja de Pandora Project, y en otros tantos lugares en Tijuana donde toca Hola Soy Lola; entre muchos otros a nivel nacional.

Usted… ¿qué opina?

Fuente

https://es.wikipedia.org/wiki/Jam_session