La profesionalización de nuestro blues
Hace unos días conversaba con José Luis García Fernández (Cultura Blues), sobre la reciente producción de discos de blues nacional -la cual, por cierto, nos debe tener muy contentos-, sobre las bandas mexicanas, y en este tema caímos en el punto de la profesionalización de los músicos, los bluesistas mexicanos.
Rhinoceros Bluesband – Estación Monrovia – Radio Blues. Fotos: Rafael Arriaga Z.
En principio, no trato de ver el concepto de profesional sólo como un músico al que le pagan por tocar, para mi va más allá de eso. Cuando digo profesionalizar, claro que debemos tomar en cuenta la paga -la tercera acepción de Profesional en el diccionario de la RAE, dice: persona que practica habitualmente una actividad, de la cual vive-, pero además debemos involucrar una parte fundamental en cualquier profesión, el compromiso.
A lo largo de los años -y digo años y no historia, porque carecemos de una historia formal del blues nacional-, hemos visto un ciclo muy común en las bandas: formarse, tocar y desaparecer. En algunos casos los grupos permanecen por unos años y luego bye, en otros casos, se mantienen un tiempo, llegan a grabar, ya sea de manera formal o informal algunos temas, un EP o un largo, y en muchas ocasiones no dejan registro de nada. Pocas son las bandas que han prevalecido.
Antes de continuar, creo pertinente dejar clara una lamentable situación para los bluesistas mexicanos. Pese a que en diversas ocasiones se habla de que existe un público para el blues, que le gente asiste a los festivales, que vemos excelentes presentaciones en el Festival Nacional de Blues en el Centro Cultural José Martí, o en los realizados en los estados de la República, ¡es muy raro que los bluesistas puedan vivir de tocar su música o vender sus discos! ¡¿Por qué?! Creo que más de uno nos hacemos esta pregunta, y su respuesta ameritaría una reflexión en otro momento.
El tema monetario es importante, ¿para quién no? Líneas arriba hablaba de que ser un profesional es practicar una actividad de la cual se vive. Bien, si esto no es posible -vemos a nuestros músicos realizando otras actividades, con las cuales sostienen a sus familias-, entonces nos queda una segunda alternativa, ser comprometidos.
El compromiso, (tomarse en serio las cosas, pues), con nuestros actos, acciones y actividades nos puede dar ese carácter de profesional -quinta acepción de la RAE: persona que ejerce su profesión con relevante capacidad y aplicación-, y aquí es en donde las bandas mexicanas adolescen un poco.
Algunos grupos, con sonido muy bueno, los hemos visto posponer sus proyectos en algunos casos; y en otros, desaparecer. Pocas son las bandas que se mantienen activas y/o han dado el paso de grabar su material, no sin esfuerzo y una inversión de por medio, como lo han hecho este año Radio Blues, La Blues Band, Rhinoceros Bluesband, Lucy Blues, Steffie Beltt, por mencionar los que me vienen a la mente, al vuelo y sin recordar los casos que se han registrado en los estados del país.
Entiendo las dificultades de los proyectos autogestivos, además de buscar espacios donde tocar, promover la banda, hacer relaciones, gestionar con instituciones, hacer logística, tienen que preocuparse por ensayar, montar repertorio y hasta componer. Pero creo necesario profundizar en los beneficios e importancia de tener grabaciones, deberían verlo como un elemento que permitirá mover, (hacer difusión), de mayor manera su proyecto; además también es imprescindible contar con una página de internet o perfil de Facebook y se debe contemplar material para prensa (press kit), que incluya datos generales y particulares de la banda, experiencia y su rider.
Da gusto ver que cada vez hay más bandas que se toman en serio sus proyectos, se profesionalizan. Sin embargo daría más gusto ver más proyectos en ese mismo camino, lo que impactaría a más personas, presionaría la apertura de más sitios blueseros en donde tocar y la escena bluesera en general se vería beneficiada.
La Blues Band – Viri Roots & The Rootskers – Jimena Segovia – Ensamble Ardiente. Fotos: Rafael Arriaga Z.