Especial de Medianoche

Buena Vista Social Blues

¿Cómo quedaría trasladado a nuestro ambiente blusero-nacional, aquél proyecto tan entrañable que hizo Ry Cooder en los noventa enfocado en la música tradicional cubana y en un grupo de intérpretes específicos? ¿Sería posible aplicarlo aquí o quedaría simplemente en un sueño guajiro?

 

1) Veamos primero el hilo conductor. Para ocupar el lugar de Cooder tendría que ser una persona enterada que además de fungir como productor y enlace entre los artistas, debe dominar algún instrumento musical y haber grabado discos.

Raúl de la Rosa, que en un principio parece alguien adecuado en este aspecto, quedaría descartado porque no domina la ejecución de algún instrumento (lo recuerdo alguna vez percutiendo con brío una tabla de lavar o washboard, pero en definitiva no aplicaría).

Los dados se inclinan entonces hacia Horacio Reni, un veterano muy respetado en estos lares, pionero de nuestro rocanrol, compositor y cantante, y cuyas dotes interpretativas han quedado plenamente comprobadas en la guitarra. La técnica del slide le resulta -lo mismo que a Cooder- un recurso natural y poderoso, y también solía colgarse un arnés en el cuello y meterle con sentimiento a la diatónica Marine Band.

Además, Horacio cuenta con un mérito hasta ahora sin comparación: a principios de los ochenta grabó un disco EP en la misma ciudad de Chicago para el sello de Carl Jones, “Blues go to Mexico”, es el título que ostenta, en donde mezcla con bastante fortuna notas de guitarra acústica y de armónica.

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2) El siguiente punto se refiere al lugar en donde se desarrolla la historia. Como se sabe, Ry Cooder, músico estadunidense, venció un sinfín de obstáculos para llegar a Cuba y tocar y grabar con músicos nativos en un hecho sin precedentes.

Todo gira alrededor de Buena Vista Social Club, que es el título de un danzón compuesto por Orestes López y que alude a un exclusivo Club de La Habana y a sus artistas isleños, antes de emerger la revolución de Fidel Castro. Entre nosotros, todo quedaría reducido por tradición al ex Distrito Federal, pero ¿en qué recinto específicamente? Muchos quizá sugieran al Bar Ruta 61, que sin duda tiene los méritos suficientes, tanto en el elenco de bandas invitadas como en su historia breve pero intensa.

Sin embargo, el Museo Universitario del Chopo también ha sido el protagonista de una etapa valiosa muy valiosa para la música que nos apasiona, ya que fue el recinto donde se verificaron durante una década los Encuentros Nacionales de Blues, que arrojaron, entre otras cosas, la edición de una cassette triple y el desarrollo de conferencias, ciclos de cine, exposiciones y la participación de grupos y solistas muy famosos entre el público.

No faltará quien ponga también como opciones a elegir, el Café Caribe, el Hobos y hasta la explanada del Centro Cultural José Martí, escenarios interesantes, sin duda, que han promovido de diferentes formas, y en distintos momentos, el desarrollo del blues en ésta región del país.

 

3) Ahora pasemos al elenco. Buena Vista Social Club fue grabado en marzo de 1996 en los estudios Egrem de La Habana, por un insólito grupo de músicos, formado por varias leyendas cubanas, como Ibrahim Ferrer, Rubén González (pianista de 77 años), Compay Segundo y Eliades Ochoa.

Además de ellos, también participaron otros no menos importantes, como Orlando “Cachaíto” López, Omara Portuondo, el precoz timbalero Julienne Oviedo Sánchez (que entonces tenía 13 años), Manuel Licea, Juan Manuel González, y por supuesto el productor Ry Cooder, que se encuentra entre los guitarristas más capaces y sensibles que ha dado el mundo del rock.

Así las cosas, en un primer vistazo, el combo mexicano estaría integrado por gente como Guillermo Briseño, si hablamos de un piano fino y longevo, de guitarristas de reconocida reputación como Javier Bátiz, Ernesto de León y Juan Hernández Reyes; José Cruz en la armónica; Betsy Pecanins (estadunidense de nacimiento pero mexicana por convicción), Nina Galindo y Mayita Campos, como las vocalistas sobresalientes; además de bajistas de la talla de Adrián Nuñez, Leo Serrano y Víctor Betancourt, y en la batería tendrían que figurar exponentes como Tony Vértiz, Alejandro Rosas, Eleazar Betancourt, pero también algo muy curioso, si entre los cubanos hubo un timbalero que contaba con 13 años cuando se dio la grabación, acá tuvimos a Julio Morán, un chavito que tenía 16 abriles cuando estuvo tocando con Follaje.

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En fin, Buena Vista Social Club fue un proyecto deslumbrante enfocado no únicamente en el centro nocturno en el cual se desarrolló una época importante de la música cubana, sino un tributo a la obra de personajes entonces vivos, algunos conocidos otros desdeñados hasta en su propia patria, y también como una forma de dejar un testimonio audio-visual de su enorme huella para las generaciones que después vendrían.

En México es factible que hagamos algo parecido en materia de blues ¿no creen ustedes?

04_medianoche4Crédito Fotos: Mario Compañet, Guillermo Briseño Facebook y colección personal. Acervo de las revistas Pulse, Conecte y People