Especial de Medianoche

Nostalgia por el blues acústico

Nunca lo he entendido a cabalidad, pero apenas algunos de nuestros exponentes deciden incluir ciertas melodías acústicas en sus repertorios, a pesar de que encierran quizá el espíritu original que dio vida al blues en el sur de Estados Unidos. Tocar blues acústico desnuda la verdadera sensibilidad del artista, también su capacidad técnica para transmitir, sin apoyos distorsionados, el mensaje primigenio que puede encender, o no, la chispa de la retroalimentación con el auditorio.

En este sentido me encanta una frase de la casa productora Yazoo, que hace referencia al espíritu que engloba a los artistas legendarios de su catálogo: “Ellos se valieron únicamente de sus pulgares para construir una veta musical que se convertiría, con el paso del tiempo, en auténtica cultura popular”.

No se trata, pues, de negar obstinadamente el avance de la tecnología, ni los tratamientos sensacionales en la llamada música de fusión, o del blues eléctrico, del blues rock, etcétera; sino de remarcar la extrañeza de que el aspecto artístico, en el terreno acústico, sea relegado cuando de montar un espectáculo escénico se trata. Ya no digamos en cuanto a grabar discos oficiales.

Afortunadamente existen excepciones, y es de justicia remarcarlos. Es un hecho público el saludable giro acústico que el grupo llamado Viri Roots & the Rootskers (Foto), han hecho al vasto repertorio de mezclas e influencias que abarcan el dixieland, ragtime, hillbilly, bluegrass, música de variedades y por supuesto el folk blues, una propuesta real que no tiene comparación. Daniel Jiménez con Daniel Bueno y Viri Roots, pareja artística y pareja sentimental, al mismo tiempo, acostumbran montar espectáculos dignos de reconocimiento, pero, sobre todo, despliegues escénicos que son, a la vez, entretenidos y tonificantes, aspectos nada comunes en nuestros días.

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Juan Carlos Cortés

En el mismo plano de profesionalismo tenemos al michoacano Juan Carlos Cortés, compositor, cantante y guitarrista de excepción. Su obra parte de la matriz acústica para emprender búsquedas personales ricas y eclécticas. J.C. Cortés Band es considerada ya una banda sólida, particularmente en el terreno eléctrico, situación que algunos deseamos se matice un poco más con intervenciones de la guitarra de palo (el manejo que hace Juan Carlos del slide es, sin duda alguna, brillante).

Por su parte, Raquel “Sirena” Esquivel nos ha mostrado la riqueza lírica y musical que también emerge de la fértil provincia. En solitario, ella y su guitarra, o acompañada de un grupo con finos matices e intervenciones, el blues de esta “Sirena” es subyugante, directo, con una magia poética que no oculta ni deja de lado los avatares cotidianos, los pequeños triunfos o los escollos que van forjando nuestro paso por el mundo.

 El gran pionero que se mantiene en un altísimo nivel es Luciano Hidalgo Guerreo, o Lucky Luciano, Bluciano de Tacuba, el Vampiro para servir a ustedes, que también es líder del grupo Blues 40.

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Raquel “Sirena” Esquivel (Foto de su Facebook)

Fácilmente desde 1989 conozco de primera mano la profunda devoción que siente Luciano por el blues acústico, el country blues, y los géneros cercanos, como el ragtime. Cuando yo ponía los cassettes –que me hacía favor de regalar- en la oficina del periódico en que trabajaba, allá a mediados de los noventa, la gente se maravillaba por el intrincado sonido que escapaba del instrumento, “parece que son dos guitarras”, me decían, pero era solo una, eran simples acordes tocados con maestría.

También Luciano es cantante efectivo, su tono de voz es medio ríspido y aguardentoso, con marcada inclinación por las letras de amor y pasión, pero de un amor descarnado nacido en el México de la crisis y de las devaluaciones, del salario que ya no alcanza para nada, de los agandalles del gobierno, de la eterna nostalgia por el amor del bueno, ese que alguna vez sentimos “solamente una vez”, como dice el flaco de oro.

Otro exponente destacado completa este primer acercamiento a nuestros mejores exponentes acústicos, Emilio Franco, el “Gato Callejero” de Tlalnepantla. Los duetos que hizo con Luciano Hidalgo resultaron épicos, porque al igual que el Vampiro, Emilio abrevó directamente de los pioneros acústicos del blues para crear su estilo, una obra temprana que abarcó tres cassettes lanzados de manera autónoma, y una serie de grabaciones para El Blues Inmortal de Radio UNAM, en donde Mario Compañet es depositario, además, de una extraordinaria sesión de campo en Tingüindín, Michoacán, grabación cruda realizada en la casa del contrabajista Jesús “el Chúz” (qepd).

Emilio llegó a identificarse, de manera involuntaria, como la reencarnación en la periferia de Tommy y Robert Johnson, y su gran abuelo era Son House. Ejecutante natural del slide, en esa primera época (principios de los noventa) sus letras reflejaban soledad y preocupación, y una identificación plena con el alcohol, los excesos carnales y aventuras nocturnas con el riesgo permanente de ser aprehendido por las autoridades.

El Gato se alejó del medio artístico en busca de paz y de tranquilidad espiritual, pero existen serios indicios de que puede estar de regreso, un mensaje que me ha llegado inbox, da cuenta del feliz y probable regreso de este maestro de las seis cuerdas.

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Luciano Hidalgo (Foto de su Facebook) – Emilio Franco y Cárdenas Blues Band (Foto de Mario Compañet)

NACIDOS BAJO UN BUEN SIGNO TRES

Por este medio quiero enviar una cordial felicitación a José Luis García Fernández, a su hijo James García, a la “Huella Azul” de María Luisa y a todo el staff que ha hecho posible el tercer volumen de la exitosa antología Nacidos Bajo un Buen Signo 3, de la cual tengo la honra de haber participado con el título de la serie. Seguramente en este ejemplar, y en los que vienen, será abordado con amplitud tan magno acontecimiento. Muchas felicidades.