Sabe a grosería
Terminó el puente de las fiestas patrias y en medio de la cruda nacional la vida cotidiana vuelve a su curso. Pero durante el largo fin de semana dos noticias pasaron casi inadvertidas: la devaluación del peso frente al dólar —que anda ya rayando los 20 pesos— y el aumento en el salario del presidente, que para 2017 llegará a los 4,300,874 pesos anuales. Un aumento que se antoja muy poco ético en el país con salario mínimo más bajo del mundo y treinta millones de personas viviendo en pobreza extrema. Voy con mis rábanos:
Poco entiendo yo de economía
tengo en ceros mi cuenta de banco no he invertido en Wall Street, les soy franco, y no pienso que lo haga algún día. Pero igual que la gran mayoría me doy cuenta que algunos sucesos van dejando al país en los huesos y el insomnio susurra en mi almohada que ahora sí nos llevó la tiznada porque el dólar llegó a veinte pesos. |
¿Sube el dólar o el peso se hunde?
no es lo mismo, aunque algunos lo piensen, y les ruego esta vez me dispensen porque el término a mí me confunde. La noticia que acá se difunde —tecnicismos de tintes traviesos— significa que nuestros ingresos ya no valen lo mismo que ayer cuántos miran sus deudas crecer porque el dólar llegó a veinte pesos. |
Y ya entrados en explicaciones
hay que ver de que forma le afecta al bolsillo de forma directa y no andarnos con suposiciones. Basta ver nuestras importaciones, lo que estamos pagando en excesos, carecemos de muchos procesos industriales y refinerías: va el petróleo a la baja estos días porque el dólar llegó a veinte pesos. |
Las tortillas y el pan —lo del diario—
se encarecen si el dólar aumenta, pero en sí, lo que más me calienta, es que Peña se suba el salario. Lo que obtiene el primer mandatario en un año, con todo y tropiezos, suma casi dos siglos de ingresos de quien gana lo mínimo al día y el aumento sabe a grosería porque el dólar llegó a veinte pesos. |
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