Valerie Wellington: la breve “reina” del blues
Tenía por delante un futuro prometedor. Los contratos de grabación aparecían, las presentaciones iban sucediéndose, llamaba la atención de expertos y hasta podía darse el lujo de reunir para que la acompañaran a los mejores músicos que entonces tocaban en Chicago. La vida era de color rosa pero los desenlaces no siempre son felices. Con su muerte prematura el blues perdió a una presencia que pudo ser brillantísima, un talento pocas veces visto -sus estudios eran de ópera- y que rara vez se identifica tan rápido con un entorno que parecía estar hecho a su medida. Es Valerie Wellington, la malograda “reina” del blues, de paso fulgurante.
Nacida como Valerie Eileen Hall el 14 de noviembre de 1959 en Chicago, desde muy joven se inclinó en el gusto por las artes, especialmente en áreas como la ópera y el teatro. Poseedora de una voz gutural y de desenvoltura en cuanto escenario pisaba, también se identificó muy rápido con dos cantantes históricas: Ma Rainey y Bessie Smith, mujeres que, como cantantes de ópera, aprendieron a proyectar de forma innovadora sus voces sin utilizar micrófonos. No sólo las interpretó en obras de teatro, sino que, con el paso del tiempo, se convirtieron en influencias definitivas para su ingreso en el ambiente del blues, en 1982.
Rápido crecimiento
Las audiciones en los bares de Chicago en la naciente década de los ochenta pronto rindieron frutos. Valerie comenzó a rodearse de figuras que no sólo la aceptaban, sino que también la arropaban en el comienzo de su carrera como cantante de blues moderno, un hecho que no hubiera sido posible sin el gran talento vocal e histriónico que ya poseía. Tiempo atrás ella se había graduado como cantante de ópera en el Conservatorio Americano de Música. Esta formación le permitió proyectar sin problemas su voz en el público de los bares y de los clubes, como antes lo había hecho en foros de teatro.
Marcia Ball, Katie Webster, Lee Shot Williams y Carlos Johnson, son algunas de las figuras que la apoyaban constantemente, un grupo que incluía también a productores como el legendario Jim O’ Neal, quien le brindó un espacio para que brillara en un álbum antológico que Alligator destinó a “la sangre nueva del Blues” en aquellos años.
“The New Bluebloods“, lanzado en 1987, proyectaba a diez vigorosos solistas y bandas que estaban abriendo camino con nuevas propuestas, entre ellos The Sons of The Blues, Melvin Taylor, Maurice John Vaughn, The Kinsey Report y por supuesto Valerie Wellington. “A fool for you” es un lamento sincopado de gran intensidad cuyos fraseos alcanzan en determinado momento la urgencia de la persona en busca de su media naranja. La influencia de Koko Taylor también fue evidente en el enfoque del blues de Wellington, que combinaba sonidos clásicos de la época del vodevil con los duros sonidos del Chicago industrial.
No obstante, “The New Bluebloods” no sería el momento estelar del debut de Valerie en los acetatos, eso ocurrió varios años antes en una coproducción con el mismo Jim O Neil para el otro sello popular de Chicago: Rooster. “Million Dolar Secret” es su gran obra maestra y testamento musical para la posteridad. Grabado a finales de 1983.
De septiembre a octubre de 1983, en los Universal Recording Studios de la ciudad de los vientos, los productores Jim O’Neal y Valerie Wellington logran reunir a un excepcional grupo de músicos. Se dan cita Morris Holt (Magic Slim), Nick Holt, John Primer, Nate Applewhite (todos ellos integrantes de los Tear Drops), además de Billy Branch, John Littlejohn, Sunnyland Slim, Aron Burton y Casey Jones, luminarias de primer nivel que logran conjuntar un “All star band” para beneficio de Valerie y su deslumbrante inicio fonográfico.
Los diez temas originales (cifra que aumenta a 12 en la edición posterior de cd) despliegan un balanceado blues moderno con potencia e imaginación. Desde sonidos rítmicos y bailables hasta otros de una lenta intensidad que desgarra los sentidos, los Tear Drops y la Wellington lograron entenderse a ojos cerrados en un fino catálogo de cortes modernos que no han perdido su brillo a pesar del tiempo.
El álbum no tiene desperdicio, pero si hemos de destacar temas específicos vale la pena subrayar a Down in the dumps, Million dolar secret, Independent blues, Cold cold feeling, Dirty no gooders blues, Bad avenue y My baby treats me like a stepchild, como las piezas que ya se han vuelto clásicas dentro de un repertorio tan breve como fue el de Valerie.
Cosa curiosa, en México esta cantante no tiene seguidoras entre las vocalistas que pretenden cantar blues, algo de verdad incomprensible puesto que ya no existen motivos para que su obra no sea conseguida ni tampoco estudiada. La única que lo hizo y que yo constaté personalmente fue Pip Kirby, aquella cantante inglesa que formó parte del Hangar Ambulante a finales de los años ochenta. Siempre su repertorio en vivo incluía temas de este album y el alboroto que provocaba en el público era de llamar la atención.
Tiempo después Valerie presenta otro album, a la postre el final de su breve carrera: Life in the Big City (DIW Records), un conjunto de once melodías aceptables, de un brillo ciertamente menor que lo alcanzado en el soberbio Million Dolar Secret. Rico McFarland, Brady Williams, John Christy y Chicago Beau es su discreto grupo de acompañantes que alcanzan, quizá, el máximo esplendor en piezas como Let the Good Times Roll, Kitchen Man, Sparrow, How Blue Can You Get y Baby What You Want Me to Do.
Aunque su poderosa voz se escuchó solamente en las grabaciones reseñadas, apareció con frecuencia en anuncios de televisión y de radio. Su grabación de “Whole Lotta Shakin ‘Goin On” fue utilizada en la banda sonora de la película de 1989 Great Balls of Fire, en la que aparece brevemente, representando a Big Maybelle. En el mismo año realiza una gira por Japón con Carlos Johnson.
Valerie Wellington muere a la edad de 33 años debido a las complicaciones por aneurisma cerebral. En sus días de gloria mereció elogios de gente importante como la propia Koko Taylor, quien escribió: “La primera vez que escuché a Valerie cantar, supe que tenía la voz y el talento necesarios, la dosis de lo que es el mundo del blues. Su voz es fuerte, pura delicia“.
Independent Blues
Down in the dumps
Million dolar secret