Colaboraciones Especiales

¡Oh Lord!

Autor: Luis Alberto Hernández Armenta.

Ray se encuentra sentado frente al viejo Baby Grand, el único amigo que ha tenido desde que su familia murió. Sus dedos doloridos y llenos de callos, por el trabajo, tocan con suavidad las teclas negras del piano, mientras con su voz aterciopelada entona: “¡Oh Lord!”, canta con la esperanza de ser escuchado. Se pregunta si Dios es negro, blanco o probablemente incoloro, cree que quizá sus ruegos no lleguen a los oídos de la deidad, o puede ser que no guste de la música que toca, a pesar de ello canta con fe, con la esperanza de que su voz rasgue el vacuo universo y su sonido toque los oídos del creador.

Escucha el bramar del tren, esa bestia de acero que arroja humo por la nariz y que para él significa libertad. Trata de imitar el ritmo de las ruedas del ferrocarril con el piano, como si así pudiera romper las cadenas, ir en él, dejar atrás la esclavitud.

Está dolorido, no por el roce de sus ropas desvaídas en las llagas de la espalda, no… es un dolor en todo el cuerpo, en sus músculos, sus venas, en los poros, en la punta de su crespo cabello negro; es la pena de los antepasados que raptaron injustamente, de su madre y abuela violadas, de su padre asesinado ante él, por defenderlo de los latigazos del amo. “¡Oh Lord!”, canta más fuerte, como si así, rezumara el dolor por la garganta.

Baby Grand no puede evitar lanzar un sonido como de sollozo, siente la melancolía de Ray, la lágrima que cayó de la mejilla de su amigo y resbala por la tecla negra del Re bemol.

“¡Oh Lord!”, trina más agudo, imitando a las aves mientras imagina que a sus manos le crecen plumas para huir volando de la granja del amo, quien como cada domingo salió con su familia a la iglesia, a rezar frente a la imagen del hombre crucificado, de rostro taciturno, lleno de llagas por los látigos que hirieron su cuerpo, como la espalda lacerada de Ray.

Su abuela le decía que llevaban sangre real; él creía en su inocencia que a través de su abuela, sus padres y él, fluía la sangre que los hacía diferentes al amo, que ese líquido negro con que encendían las lámparas viajaba por sus venas, el fluido que les decoloraba la piel, como una maldición dada por los Dioses, más, cuando el amo le disparó a su padre, vio que el charco de sangre real  sobre los blancos campos de algodón era granate, igual a la del asesino que sangraba del labio, por el golpe dado por su padre.

“¡Oh Lord!”, sigue cantando el negro, para así olvidar todo el dolor y sentir el hálito de la libertad. Le gustaría poder tocar todos los días al lado de Baby Grand, y no sólo los domingos que es cuando el amo sale a la iglesia. “¡Oh Lord!”, canta el hombre con su hermosa y cálida voz…

“Fucking nigger!” escucha Ray, voltea y ve al amo con látigo en mano, sale huyendo temeroso del castigo, pero el amo lo alcanza y con furia comienza a mover la fusta. Cada golpe, quema la espalda de Ray quién grita… “¡Oh Lord!”, mientras se pregunta: ¿por qué el hombre al que el amo reza y respeta, no tiene el mismo color de piel?

Tras los azotes del amo, Ray se desmayó, hubiera preferido morir, pues desde el día que asesinaron a su padre pensó que era la única forma en que podía ser libre. El amo le habla, el esclavo se incorpora lentamente con el cuerpo mallugado. El hombre ario, le ordena que saque a Baby Grand al jardín y baña a Baby Grand, con lo que alguna vez Ray creía era su sangre.

El amo piensa que le gustaba el piano de su casa, lo heredó de su padre al igual que los negros ineptos que trabajaban para él, le hubiera gustado seguir conservando el regalo de su padre, pero el piano había sido tocado por el demonio, por la música maldita del negro.

El fuego, iniciado por el amo, abraza a Baby Grand. Una vez iniciada la cremación, el hombre blanco ordena a Ray quedarse y observar. Mientras arde el piano, el esclavo mira como su único amigo muta en cenizas mientras susurra la canción que hace unos momentos compartía con él, misma que cantaban su abuela y sus padres, quiénes como Baby Grand, pueden sentir por fin el hálito de la libertad.

Cultura Blues

Revista dedicada a la difusión del Blues en México y el mundo.