Colaboraciones Especiales

El Blues en mi sangre

En los últimos 9 años, desde que inicié escribiendo el primer “Editorial” para Palabra de Blues hasta hoy en día, he expresado el intenso sentimiento que desde siempre me causó la música Blues. En mi interior llegué a sentir un cosquilleo, incluso sin saber que eso que me producía tal sensación, era justamente… Blues. Recientemente leyendo el libro “Martin Scorsese presents The Blues” me encontré con un artículo dentro del capítulo “Piano Blues and Beyond”, firmado por el escritor estadunidense, David Ritz, titulado “The Blues is the Blood” (El Blues es la Sangre), que, sin duda me ha inspirado a escribir este texto.

Leamos entrelazado a mis notas lo que ahí se dice: “Cuanto más profunda es la sabiduría, más profunda es la paradoja. ¿Y qué música es más paradójica y más profunda que el Blues? ¿Qué forma es más simple, qué contenido más complejo, qué mensaje más misterioso? A veces nublado, a veces claro, el Blues elabora una mezcla de sentimientos, un guiso de dolor y curación que excita tu imaginación incluso cuando se relaja tu corazón. Feliz, triste, rápido, lento, arriba, abajo, suave y maníaco, el Blues se expande y contrae en todas las direcciones. La sensación de contradicción se reveló al principio de mi carrera al perseguir a las personas de Blues para que me contaran sus historias. Era todavía un niño de escuela en Austin, Texas, cuando conocí a Lightnin’ Hopkins y lo seguí hasta su casa en Houston. “El Blues no miente”, me dijo en una barbería de Dowling Street. “El Blues es sabio”. ¿Cuál es su sabiduría? Quería saber. Me guiñó un ojo, tomó un trago y cantó una canción sobre un chico como yo, un tartamudo que dejó de tartamudear cuando comenzaba a cantar. Mi pregunta nunca fue respondida, o tal vez sí”.

Quizá mi primer encuentro con el Blues fue cuando en mi niñez escuchaba con atención aquel viejo LP de rocanrol mexicano, ‘Los Rebeldes del Rock’, que como lo he contado, fue un obsequio de mi madre, -para su futuro rocanrolero hijo-, según ella. Ahí una de las canciones, entre otras, que empezaron por causarme esa extraña sensación fue, Kansas City, una canción de Rhythm and Blues escrita por Jerry Leiber y Mike Stoller en 1952.

“Ese verano en Dallas fui a ver a Jimmy Reed, cuya serie de éxitos en el Top Ten de R&B convenció a mi mente analítica de que no podía estar cantando blues. Además, por la estructura de sus canciones que desafiaban la forma tradicional de doce compases, que los libros de música insistían en definir como debía ser el blues. Sin embargo, su aullante armónica y su voz lúgubre eran más blueseras, que cualquier otro Blues que hubiese escuchado antes. Después del espectáculo, salimos corriendo a toda velocidad por la autopista Fort Worth Turnpike, yo en la parte trasera de su limusina con él y su novia, me sentía como el compañero de Superman, Jimmy Olsen, un reportero pacífico. ¿Qué es el Blues Sr. Reed? le pregunté. Pero él peleaba con su dama, nunca escuchó la pregunta. Ella lo acusó de ser un ojo alegre. Él la acusó de malgastar su dinero. Sacó su navaja de afeitar y le cortó en el brazo. El conductor se dirigió rápido al hospital, ahí me senté con el gran Bluesman mientras, en la habitación contigua, un médico atendía la herida de la dama. Yo me quedé simplemente en silencio”.

En otras tantas ocasiones, he descrito la manera en que definitivamente se me despertó el interés por la música, cuando siendo ya un adolescente, aquella tarde en un cine de barrio, vi la película de los Beatles “Let It Be”. Y bueno escuchar de ella, el soundtrack que finalmente desembocó en el LP del mismo nombre, que contenía canciones agradables a mis oidos y entrañas, con una alta dosis de notas blue, como tiempo después lo comprobé: I’ve Got A Feeling, One After 909, For You Blue, Get Back.

Mucho tiempo después, en los años setenta, cuando andaba por los 30 de edad. Tuve dos largos años para hacerle a Ray Charles todas las preguntas imaginables sobre el Blues. Estaba escribiendo su autobiografía, ‘Brother Ray’. Nos encontrábamos a la medianoche en su estudio enmedio de la ciudad de Los Ángeles. Las luces de su consola de grabación parpadeaban mientras pasaba los dedos por los controles. Un enorme anillo de llaves colgaba de su cinturón. Para Ray, el control era todo: control de su dinero, de sus mujeres, de su música. Él veía al Blues de la misma manera. ‘El Blues fue el primer contacto que me permitió controlar mi vida musical’, dijo. ‘Fui criado en los bosques, así que oí country blues de los inicios -Tampa Red, Washboard Sam, me enganché. Aprecié lo que estaban sintiendo.

Más tarde me gustó Charles Brown, cuya técnica de teclado era tremenda, y me di cuenta, que Charles, a pesar de toda su sofisticación, era un bluesman. Podrías decir lo mismo de Charlie Parker. El Bebop estaba basado en el Blues. Todo lo está. Mi propio estilo cambió, y pasé de imitar a Nat King Cole a lo propio. Fue entonces cuando escuché cómo el Blues le daba a mi voz la ventaja que te permitiría saber que era yo. También me di cuenta, que no tenía que cantar Blues. Cantaba ‘I’m Moving On’ de Hank Snow o ‘Georgia in my Mind’ de Hoagy Carmichael, todo era Blues. Billy Holiday podría estar cantando a Gershwin, o a Oscar Peterson interpretando a Cole Porter, pero seguía siendo Blues. Una vez que el Blues está en tu sangre, se queda. De hecho, el Blues es la sangre”.

Un poco antes de que descubriéramos a John Mayall en el camino, me refiero a mi entrañable amigo Octavio y yo, en aquellos años de principio de los 70, nos deleitábamos con algunas de las populares bandas de rock del momento, pero poco después nos encontramos con que varias de las canciones que nos llegaban, especialmente a mí, tenían esas notas y energía blueseras. De Creedence Clearwater Revival: I Put Spell On You, Ninety-Nine and a Half, Get Down Woman, Penthouse Pauper, Tombstone Shadow, The Night Time Is the Right Time, Cotton Fields, The Midnight Special, Before You Accuse Me. De Doors: Back Door Man, Roadhouse Blues, Car Hiss By My Window, Crawling King Snake, (You Need Meat) Don’n Go Further. De Canned Heat: Turpentine Moan, Let’s Work Together, On The Road Again, Refried Boogie Part. 1 & 2. De Rolling Stones: I Just Want to Make Love to You, Confessin’ the Blues, Little Red Rooster, Parachute Woman, Stray Cat Blues, Love in Vain, Midnight Rambler, Honky Tonk Women, You Gotta Move, I Got The Blues.

Marvin Gaye, que nunca cantó Blues tradicional, fue impactado por el Blues como cualquiera en la historia de la música estadounidense. Su fuente de sabiduría acerca del Blues fueron el maravilloso doo-wop de Clyde McPhatter y las baladas de Blues de Little Jimmy Scott. ‘La flexibilidad del Blues es algo increíble’, reflexionó mientras lo entrevistaba para ‘Divided Soul’, mi biografía que salió un año después de que fuera asesinado por su padre. ‘Es una forma primitiva que le dio carácter a cada aspecto de nuestra música. Hombres de Blues como Robert Johnson y Muddy Waters concibieron el Rhythm & Blues que creó al Rock & Roll. Count Basie y Duke Ellington instituyeron fabulosas bandas de swing basadas en el Blues. La música Soul de los años sesenta, la de mis contemporáneos como Otis Redding, Wilson Pickett, David Ruffin y Bobby Womack, fue de cantantes de Blues realmente reinventados. Incluso los cantantes de Góspel, que deberían rechazar el Blues, están influenciados por el género. La verdad es que Tomas A. Dorsey inventó el Góspel moderno detrás de los sentimientos del Blues. Su canción ‘Precius Lord’ está llena de Blues”.

¡Y que llega el Jazz Blues Fussion a nuestras manos! Aquel disco en vivo del cantante, instrumentista (especialmente, armonicista, tecladista y guitarrista), y compositor británico de Blues y Rock: John Mayall. Precursor de la invasión del Blues inglés. En ese momento la curiosidad de saber más acerca del género me invadió. Y de ahí comencé a buscar que había más de sus grabaciones. Con quien tocaba, quienes conformaban su banda (The Bluesbreakers). Todo se fue entretejiendo hasta lograr encontrar la fuente, en el Blues del Delta, en el Chicago Blues y en el propio resurgimiento que se estaba dando en Europa. Nombres y personajes comenzaron a brotar a partir de ese encuentro: Peter Green, Eric Clapton, Mick Fleetwood, John McVie, Mick Taylor, algunos de sus músicos; Otis Rush, Freddy King, Ray Charles, Little Walter, Elmore James, Willie Dixon, Sonny Boy Williamson II, T-Bone Walker, Robert Johnson, eran algunos de los autores a los que versionaba Mayall.

“Aretha Franklin cuyas raíces eran de Góspel, moldeaba cada nota que cantaba, estaba de acuerdo con Marvin Gaye. Mientras estábamos colaborando en sus memorias, ‘From These Roots’, ella describió con cariño el aprecio que su famoso padre, el reverendo C. L. Franklin, un brillante estudiante de la cultura afroamericana, se expresaba por el Blues. No sólo frecuentaba clubes nocturnos para escuchar a los bluesmen Jimmie Witherspoon y B.B. King; sino que los invitó a su casa de Detroit, donde tocaron en su sala. ‘Mi padre reverenciaba a estos hombres como poetas’, dijo Aretha. ‘Él entendió cómo sentaron las bases. Nunca vio el Blues como ‘la música del diablo’. Su visión era más grande que eso. Vio el gran plan de nuestra cultura que comenzó con el Blues´.”

Muy poco después de ese tropiezo con el Blues, estaba instalado en mi primera banda: Super Lazy, donde tal vez de los primeros temas que interpreté fue el ‘Hey Joe’ al estilo de Jimi Hendrix, abriendo entonces otra búsqueda y encuentro con Janis Joplin, The Yardbirds, Cream, Derek and The Dominoes, The Allman Brothers, Led Zeppelin, Deep Purple, Taste, The Animales, Ten Years After, Savoy Brown, ZZ Top, e incluso con el mexicanísimo Three Souls In My Mind; artistas y agrupaciones que contenían, por supuesto, alto voltaje bluesero.

“’La única diferencia entre una carrera en el Góspel y una carrera en el Blues’, explicó B.B. King cuando escribimos la historia de su vida, Blues Around Me, ‘era el dinero. Cuando cantaba Góspel en las esquinas de esas pequeñas ciudades del Delta del Mississippi. Obtenía una palmadita en la cabeza. Cuando canté Blues, obtuve un centavo. El Blues representaba el progreso económico, puro y simple. Significaba irse de la granja a la ciudad. El Blues moderno también significaba la guitarra eléctrica de T-Bone Walker. Me consideré un hombre moderno de Blues hasta que, en algún momento de los sesenta, abrí un programa para Jackie Wilson cuando la audiencia, una audiencia negra, me abucheó por considerarme una reliquia del pasado. Me dolió tanto que lloré. Luego toqué hasta que los abucheos se convirtieron en vítores. Me los gané esa noche, pero nunca supe el hecho de que bluesman como Muddy Waters y yo fuimos defendidos por ingleses como John Lennon y Eric Clapton. Ellos son la razón por la que cruzamos al dinero real. La audiencia negra puede ser voluble. Son para las cosas nuevas. No quieren mirar el pasado. El pasado es dolor Bueno, el Blues es dolor, pero es dolor que trae alegría’. La filosofía de B.B. King, abrazó la paradoja esencial de su vida como artista. ‘El Blues es una música sencilla’, dijo, ‘y yo soy un hombre simple. Pero el Blues no es una ciencia, el Blues no puede descomponerse como las matemáticas. El Blues es un misterio y los misterios nunca son tan simples como parecen.” 

Como cierre a esa sorprendente década de los 70, en 1978, tuve la fortuna de conocer en persona al “Rey del Blues”: B.B. King, en un concierto inolvidable no sólo por haber tenido la oportunidad de verlo desde la parte baja del antiguo Auditorio Nacional, sino porque después del concierto, junto con mi gran amigo David Colín, pudimos fácilmente subir al escenario, pasear tras bambalinas e identificar en un pequeño camerino el lugar en donde reposaba el gran músico sentado en una silla junto a su inseparable Lucille.

David y yo nos acercamos temerosos al lugar sin ni siquiera haber sido cuestionados por ninguna persona alrededor, nos paramos frente a la entrada del camerino y lo observamos con su voluminoso anillo de oro macizo en una de sus grandes manos azabaches. King hizo una pequeña señal indicando que pasáramos para el autógrafo y como no íbamos preparados lo único que teníamos a la mano era el boleto de entrada, pues bien fue ahí adónde “El Rey” nos dio el regalo. Apenas nos entregó el trozo de papel cuando afuera se escuchaba un fuerte murmullo, se acercaban unas personas a verlo, vimos que lo saludaron afectuosamente, uno de ellos era… “El Brujo” Javier Bátiz, quién le hacía con una leve reverencia, los honores al rey. Salimos tranquilamente del lugar y nos fuimos contentos sin pensar lo fácil que fue hacer lo que hicimos.

“No quería parecer una cantante de Blues. Me dijo Etta James, cuando comenzamos con su libro, ‘Rage to Survive’. Quería parecerme a todas las divas del jazz. Era divertido, pero cuando salí y comencé a hacer giras cuando era niña, la mayor influencia en mi canto fue un cuate llamado, Johnny ‘Guitar’ Watson. Johnny era un genio, genio, guitarrista, escritor, genial cantante. La fuente de su genio, me lo mostraba, no con Blues. Tomaba la balada más dulce y la pintaría con el tono de Blues más lindo que puedas imaginar. Así que copié a Johnny. No me propuse cantar Blues, pero Johnny me mostró cómo utilizar el Blues para mejorar cada canción que cantaba”.

Los años 80 transcurrieron llenos de búsquedas y atinados encuentros de material en cassettes y Lp´s que fueron conformando mi extensa colección de Rock y Blues. Hasta llegar a un punto importante, el año de 1992 en el que dos acontecimientos volvieron a remarcar que en mi torrente sanguíneo se encontraba siempre al acecho, la sustancia blue que agitaba mi cuerpo y alma. Primero, asistir a un memorable concierto, de nueva cuenta en el Auditorio Nacional, con tres de mis ídolos musicales: ¡Chuck Berry, B.B. King y Ray Charles! Y el segundo pasaje, el haber visto en MTV, que era el nuevo canal musical televisivo de sistema por cable, el legendario: MTV Unplugged de Eric Clapton.

Art Neville, el mayor de los Neville Brothers de Nueva Orleans, es un manantial de música de Louisiana. Cuando comencé a investigar la biografía de su familia, me sentí abrumado por la complejidad de la cultura de Crescent City.  La confluencia de los sonidos caribeños, europeos, africanos e indígenas norteamericanos hizo que mi cabeza volara. Un tecladista hechicerao. El arte me enderezó. ‘los profesores de piano’, explicó, ‘tomaron todo lo que había en el aire, rumbas y boogies, mambos y valses, ragtime y calipso, y los tejieron con la misma tela. Sonidos locoa, sonidos como que no tenían sentido, pero lo tenían. El Blues lo explicaba todo.

Smiley Lewis, Fats Domino, Proffesor Longhair, Earl King, estaban los decanos de la escuela del Blues. El Blues, ya ves, es la fábrica de lo mágico. Nunca llora, se estira. Cuanto más se estira, más lejos va. Cuanto más lo uses, mejor se sentirá. Cuanto más viejo se vuelve, más nuevo se ve”.

Uno de los sucesos importantes que básicamente me pusieron en la mente un posible regreso a estar de lleno en la música, fue el concierto de la gira Reptile Tour 2001, de Eric Clapton en el Foro Sol, en octubre del 2001. A pesar de que, tal vez, no haya sido el mejor escenario para disfrutar un concierto del ‘Mano Lenta’ Eric, me movió en mis entrañas, el deseo de que el Blues correría pronto más en mi cuerpo, como la mismísima sangre. Pero no fue, sino hasta el 2005, cuando realmente comenzó la odisea…

Al escuchar a la gente de Blues, aprendí que las paradojas del Blues llevan a la vida del Blues. El Blues vive, al igual que la música que refleja, son totalmente espontáneos y extremadamente impredecibles, flotando arriba y abajo y con un continuo éxtasis y dolor. Sobreviven como testimonios que transforman la naturaleza del Blues. La vida que más me ha conmovido es la de Little Jimmy Scott, el vocalista de jazz de setenta y ocho años afligido con el Síndrome de Kallmann, una deficiencia hormonal que le dejó graves desafíos físicos y emocionales. Con genitales irregularmente pequeños y una voz anormalmente alta, Scott se movió a través del mundo del Blues con incertidumbre y gracia. Ese mundo lo envuelve. Sus amigos y seguidores fueron Dinah Washington, Billie Holiday, Charlie Parker, artistas que fueron vistos como extraños en sí mismos. Afligido por la bebida, motivado por el amor, bendecido con un talento extraordinario, Jimmy ha llevado la vida del Blues desde que era un adolescente. Una y otra vez, el mundo lo derribó. Una y otra vez él se ha derrumbado. Una y otra vez él se ha levantado de las cenizas de la derrota humillante. Su canción característica ‘Everybody’s Somebody’s Fool’, es una metáfora desgarradora que, de una vez, confirma y niega esa derrota. El Blues, dijo Jimmy, ha durado porque se trata de la realidad. La vida es triste. La vida termina. La pena es verdadera. El dolor no se puede evitar. El Blues lo explica. Pero mientras cantas el Blues, algo te sucede. En medio de canciones que tienen algunas de las historias más tristes de todas. Ese es el milagro, viendo al Blues perseguir las tristezas.

En efecto, a finales del 2005 inició esta etapa en el circuito de Blues en México, que actualmente estoy viviendo. En febrero de 2006 fue mi debut en los escenarios, como ya lo he comentado en distintos textos. Por ejemplo, en la introducción de mi libro ‘Palabra de Blues. Antología 1’, o bien en el artículo ‘10 años de rock y blues’ en la edición de marzo de 2016 de Cultura Blues. Próximamente, también en el texto ‘Mi camino por el blues’, cedido a mi amigo Ricardo Axel Márquez, para su libro próximo a salir: ‘Los Músicos en sus Propias Notas’.

En ocasiones me he encontrado con algunas críticas a mi persona y a mi trabajo diciendo que estoy confundido, que todo me parece Blues. Y bueno después de leer este texto de David Ritz y las palabras expresadas por tantos y tantos importantes músicos, si así fuera, no sería el único confundido. Por supuesto, que me queda claro cuál es el Blues tradicional y cuál ha venido evolucionando principalmente más hacia una fusión apegada al Rock. El llamado, Blues contemporáneo. Por supuesto que reconozco quienes mantuvieron y siguen haciéndolo muy tradicional, y eso en último de los casos es su decisión, la respeto, pero también hay quienes vemos hacia adelante con más firmeza y eso, es ver la evolución del género. Mantener el Blues vivo.

¿Hay algo confuso en ello? ¿Hay algo malo?

No lo sé, Pero lo que sí, que indudablemente…

El Blues ha estado en mi sangre.