Blues a la Carta

Destino Chicago. Parte 4: sueño cumplido

¡Sueño cumplido! 

Asistir por primera vez al Festival de Blues de Chicago ha representado más que sólo un sueño hecho realidad, sino la culminación de varias metas. Pero eso algún día tal vez lo platicaré. Hoy trataré de compartir aquí un poco de lo vivido en esta emocionante travesía.

La parte musical indudablemente ha sido la razón principal de la aventura, pero como en los últimos años, he tratado de combinar esa parte disfrutando al máximo de los lugares a dónde me ha llevado la música. En este caso, disfrutando la ciudad de Chicago, la llamada, Ciudad de los vientos, Cuna del blues eléctrico. Y como decía en mi guía turística “Con edificios que acarician las nubes, playas y grandes museos”.

El regocijo fue total, comenzando con un agradable y acogedor hotel, seguido de las largas caminatas por los impecablemente limpios parques y jardines, admirando la arquitectura de los grandes edificios, de las bellas esculturas y fuentes, limpias avenidas, grandiosos museos, el inolvidable paseo por el río, el lago, y en el práctico transporte colectivo: el tren elevado/subterráneo.

Por supuesto, tuvimos también la oportunidad de visitar algunas tiendas, incluyendo las clásicas de regalos, de recorrer y observar el espectáculo en el Navy Pier, de probar la comida tradicional: hot dogs, hamburguesas, barbecue, pizzas, donas, entre otras cosas. Cabe destacar, el orden, respeto y la cultura cívica de sus habitantes y turistas.

Finalmente, antes de entrar de lleno al blues, quiero agradecer profundamente a mi amigo y colaborador, Michael Limnios, quién desde Grecia realizó el contacto necesario a Chicago con Mervyn “Harmonica” Hinds, para que obtuviéramos la acreditación de prensa y así disfrutar la oportunidad de hacer la cobertura fotográfica y reseña, desde el mejor lugar en cada uno de los escenarios, principalmente en el ‘Jay Pritzker Pavilion’.


Jueves 6 de junio

Los primeros minutos en Chicago los inicié caminando desde el extremo sur del Grant Park, topándome de inmediato con el primer vestigio de blues, la placa conmemorativa (el marcador 77) de “El Camino del Blues” (The Blues Trail: Mississippi to Chicago), que fue colocada el 11 de junio de 2009, justo al otro lado de la calle donde se ubicaba la antigua Estación Central de Illinois, donde miles de inmigrantes de Mississippi llegaron por primera vez a la ciudad.

Estos marcadores reconocen las grandes contribuciones de los artistas de blues de Mississippi al desarrollo de culturas musicales en otros lugares. Chicago era, por supuesto, el destino de cientos de artistas de blues de Mississippi, y el marcador solo podía hacer alusión a las vastas contribuciones que hicieron a la cultura musical de la ciudad.

El sitio también está cerca de tres puntos de referencia del blues de Chicago:

  1. La antigua ubicación de Chess Records, que ahora alberga la Blues Heaven Foundation de Willie Dixon, que se encuentra a pocas cuadras en el 2120 de South Michigan Ave.
  2. A un poco más de un kilómetro y medio al oeste estaba el mercado de la calle Maxwell, donde muchos inmigrantes recién llegados tocaban el blues para los compradores.
  3. De la parte norte del Grant Park y del Millennium Park donde se ha llevado a cabo anualmente el Festival de Blues de Chicago.

La caminata por el parque sobre la South Michigan Ave., me llevó justo hasta el Millennium Park, sede del festival que iniciaría al día siguiente. Una interesante visita que me permitió recorrer y reconocer la ubicación de los distintos escenarios donde se llevaría a cabo el festín bluesero.

Por la noche, el primer banquete musical fue en el Buddy Guy’s Legends, con la actuación de la Mike Wheeler Band, con un invitado muy especial, Buddy Guy, cantando un par de temas y ofeciendo unas palabras como amable anfitrión a la gente que esa noche abarrotaba el local. La presentación se efectuaba en el marco del Buddy Guy´s Blues Fest que se realizó del 6 al 9 de junio. Hubo blues tradicional y contemporáneo condimentado con algo de funk, para que los alegres visitantes bailáramos sin cesar en los pasillos del bar. Estupenda velada que me permitió, además, observar los diferentes objetos blueseros y guitarras de leyendas que atesora el lugar en sus paredes y vitrinas.

Viernes 7 de junio

Antes de ir a la cita al primer día de Festival, hice una parada obligada en un lugar histórico enclavado en el 2120 de South Michigan Ave. En Chess Records, hoy en día sede de la Willie Dixon’s Blues Heaven Foundation. Como se sabe, el sello discográfico fue propiedad de los hermanos Leonard y Phil Chess, quienes produjeron y publicaron muchos discos sencillos y álbumes, que hoy en día están considerados como la base del blues y el rock. Sin duda, un pequeño lugar con una gran historia, el recorrido contempló, la recepción/tienda, la oficina de los hermanos Chess, el estudio de grabación y un espacio donde se exhibe una exposición fotográfica de la visita de los Rolling Stones en 1964.

 

Y al fin llegó el día esperado, la primera actuación que observé fue en el escenario ‘Mississipi Juke Joint’, donde estaba Grady Champion, un inquieto y extravagante cantante, armonicista y guitarrista de Canton, Mississipi; considerado como uno de los jóvenes innovadores y más brillantes en el futuro de la música blues junto a Shemekia Copeland y Shawn Pittman. La energía de su música contagió de inmediato al público que coreaba su actuación. Justo cuando pasé a la zona de prensa a tomarle la foto, éste abandonó la tarima para entremezclarse con la gente y hacer más espectacular su gran número. Estupendo recibimiento musical, sin duda.

Enseguida, me desplacé hacía el escenario ‘Front Porch Stage’ para ver a Joseph “Mojo” Morganfield & The Mannish Boyz. Joseph, nacido en Chicago en 1964, es el hijo más pequeño del legendario Muddy Waters, con su voz y un extraordinario grupo de apoyo, hizo un recorrido por varios éxitos de su afamado padre, levantando el ánimo y subiendo mucho más la temperatura en esa sección del precioso Millennium Park. Para su número final tuvo un flamante y muy joven invitado: Keith Johnson, (tío de Joseph), que ya es llamado el “Príncipe del Delta Blues”, con quien cantó un par de temas.

El majestuoso ‘Jay Pritzker Pavilion’, esperaba impaciente el arranque de hostilidades en el recinto, para ello, en la pantalla gigante se proyectaban imágenes de los admirados ídolos del blues de Chicago. Hasta que apareció puntual el maestro de ceremonias para hacer la presentación oficial del evento, de los patrocinadores y del elenco de esa primera jornada. Seguido del clásico himno nacional estadunidense, se anunció a la primera banda de la tarde-noche, nada menos que a Charlie Musselwhite, originario de Kosciusko, Mississippi, legendario armonicista, cantante y compositor.

Charlie y su banda ofrecieron una impecable y limpia presentación, con temas originales de sus últimas y exitosas grabaciones, combinadas con piezas tradicionales de cuando Musselwhite vivió en Chicago al lado de estrellas del blues, como Muddy Waters, Junior Wells, Sonny Boy Williamson, Buddy Guy, Howlin’ Wolf, Little Walter y Big Walter Horton, quienes le dieron, como a pocos, su merecido lugar, a pesar de ser un músico blanco.

Lo sobresaliente del acto, además de la armónica de Charlie, lo fue Matthew Stubbs en la guitarra, quien en diferentes momentos provocó la ovación del público. La presentación se redondeó con la actuación de dos invitados de lujo, de Chicago, IL. Billy Boy Arnold en la armónica y voz, y de Williamsport, Pennsylvania, Rockin’ Johnny Burgin en la guitarra. Simplemente fue un delicioso concierto, disfrutado al por mayor desde la primera fila.

Aún no pasaba la emoción, cuando después de un merecido reconocimiento por la celebración del cumpleaños número 90 de su líder, comenzó a sonar la música de Jimmy Johnson Blues Band, una agrupación que conoce a la perfección su oficio, y que transita desde el blues tradicional al contemporáneo, pasa por momentos emotivos por ejemplo con una versión de Cold, Cold Feeling, sí, ese tema que algunos confunden con una balada-rock (¡patético!), y remata con soul, funk y algo del viejo rhythm & blues que dio pauta al rock & roll.

Un tranquilo Jimmy Johnson ejecuta sus solos y su canto con toda la experiencia de los años recorridos, da espacio para el lucimiento de todos y cada uno de sus músicos, en especial a Rico McFarland en la guitarra. Otro concierto memorable por todo lo que conlleva, sin problemas técnicos y una sonorización espectacular en todas las áreas del Pavillion, con un sonido claro, vigoroso, pero en ningún momento estridente. Algo digno de destacar.

Antes de la siguiente actuación estelar, Barbara Newman, Presidenta de la Blues Foundation con sede en Memphis, presentó un videoclip como tributo a los bluesistas (músicos, promotores, productores, etc.), fallecidos durante el periodo entre las ediciones del pasado y el actual festival. Hizo la aclaración que faltaba ahí la imagen del Dr. John, pianista, compositor y cantante de New Orleans quien murió apenas el día anterior, jueves 6 de junio. ¡Descansen en paz!

Para el cierre del primer día de festival, se presentó el show inigualable de Bobby Rush, soul, funk, r&b, y por supuesto buen blues, fueron los ingredientes que acompañaron a este alegre personaje, que cantó, bailó y rindió tributos cómicos (a Michael Jackson y Elvis Presley), y echó mano de muchos aspectos musicales (lleno de matices, cambios de canción sin detenerse, etc.), aspectos visuales (con sus espectaculares bailarinas), y recursos humorísticos (charla y canciones con doble sentido), para darle un giro de auténtico divertimento a su set.

Un tipo caballeroso que incluso tuvo el detalle de despedirse de mano de cada uno de los fotógrafos de prensa y de algunos fans que se le acercaron al final de su presentación, momento que aproveché para obsequiarle un pin de Cultura Blues y que recibió con singular alegría. 

Sábado 8 de junio

Nuestro arribo temprano al Millennium Park, ubicado en Michigan Ave. & Columbus Ave., hizo posible visitar la tienda de souvenirs, los stands de los patrocinadores, la villa del blues, y otros escenarios, antes de ubicarnos en las cómodas butacas VIP del escenario principal.

Acerca de los stands, puedo resaltar algunos de ellos como el de la Windy City Blues Society, The Eddie Taylor Blues Foundation, Muddy Waters Foundation, Koko Taylor Celebrity Foundation, Delmark Records, Chicago History Museum; y en especial, el de Alligator Records, en donde tuve una breve charla con su presidente y fundador, Bruce Iglauer, quien amablemente me dio su autógrafo después de obsequiarle un ejemplar del cd “Nacidos Bajo Un Buen Signo IV”, haciéndole notar que era una recopilación de blues hecho en México, él me comentó, entre otras cosas, que estaría en la CDMX para el próximo 2020.

El recorrido por los escenarios comenzó en el ‘Budweiser Crossroads Stage’, en donde actuaban los originarios de Chicago: Rico McFarland, Carl Weathersby y Wayne Baker Brooks; siguió por el ‘Mississippi Juke Joint Stage’ en donde tocaba: O. B. Buchana, nacido en Mound Bayou, Mississippi. Un poco más tarde, vi a Kenny “Beedy Eyes” Smith, organizar el jam con una banda de sus entusiastas y jóvenes alumnos. Pero con más diligencia, observé en el ‘Front Porch Stage’ a Dom Flemons, joven multi-instrumentista y cantante, originario de Phoenix, Arizona, quien interpretó temas en géneros poco conocidos, como: Old-time music, Piedmont blues, y Neotraditionalist country.

Al filo de las 5:00 pm, ya nos encontrábamos cómodamente ubicados en el ‘Jay Pritzker Pavilion’, listos para ver lo que resultó una agradable y pacífica presentación de Latimore, cantante, compositor y pianista, nacido en Charleston, Tennessee. Los temas escogidos para el festival recorrieron en gran parte pasajes de soul y r&b, y en especial una pequeña sección de muy buen blues. Lo destacado de su actuación, fue la manera en que toca el teclado como si fuera el requinteo de una guitarra eléctrica, precisamente, en un par de grandes blueses. Y desde luego, para terminar su acto, hizo la interpretación de muy larga duración de la pieza, Let’s Straighten It Out, una de sus más exitosas composiciones.

El segundo turno de la tarde correspondió a Don Bryant, cantante y compositor de rhythm and blues, nacido en Memphis, Tennessee. La banda arrancó la presentación con un tema instrumental y enseguida el primero interpretado con la voz de Don, ambos con una fuerte dosis de soul, estilo que marcó el rumbo de su actuación. La sección de metales retumbó de lo lindo, genialmente acompañados por el ronco Hammond B3. La sección rítmica dirigía con alta precisión la lindísima instrumentación. El blues lució a montones con su grandiosa voz, haciendo que el público se conectara inmediatamente; incluso lo hizo bailar a ritmo de funk. El góspel, una de sus especialidades, salió a relucir ostentosamente dentro de su repertorio seleccionado para esta fresca noche de festival.

Entonces, para el cierre del segundo día, una esplendorosa dama originaria de Muskegon, Michigan, hizo su aparición en el stage: Bettye LaVette. Ofreciéndonos un espectáculo de alta calidad, entre jazz, soul, y góspel. Con gran acierto, ella misma se autodescribe como una mujer que no es una simple cantante. Que no es una escritora de canciones, ni es una artista de “covers”. Ella es una intérprete de primer orden. Bettye es una de muy pocas de sus contemporáneas que grabaron durante el nacimiento de la música soul en los años 60 y todavía está creando grabaciones vitales en la actualidad. No más que decir, sí todo está ahí con estas aseveraciones.

Sin que esto suene a una falta de respeto para la artista que acabamos de reseñar, abandonamos la parte final de su acto para desplazarnos discretamente hacia el escenario de junto, hacia el ‘Front Porch Stage’, para ver en el final de una larga jornada al legendario: Lurrie Bell.

Como sabemos, su padre fue el prestigioso armonicista de blues, Carey Bell. Y bueno, tuvimos la oportunidad y fortuna de observarlo a un par de metros de distancia, interpretando temas clásicos muy tradicionales de su natal Chicago. Sin duda, unos momentos únicos que me hicieron confirmar, que valió la pena el venir hasta la mismísima cuna del blues eléctrico a escuchar y llenarme de la energía de esa música que por años ha llenado mis entrañas.

Domingo 9 de junio

La jornada del último día, comenzó con una explosiva y fastuosa presentación de unas sensacionales chicas, las hermanas, Rebecca y Megan Lovell: Larkin Poe, originarias de Georgia, hoy viviendo en Nashville. Tal vez, por la reacción del público y la actitud de todos mis compañeros de prensa, y sumando mi humilde opinión, esta banda fue la gran triunfadora de la edición 36 de este maravilloso Festival. Rock-blues, old country blues, road-house rock y otros ritmos, fueron los que hicieron retumbar las bocinas a toda su capacidad. Sin duda, muy pronto se escuchará hablar de estas artistas por todos lados, de una calidad musical indiscutible, interpretando temas originales y algunos covers tradicionales, sumado a su impecable presencia escénica, y a su belleza y natural simpatía. Sus guitarras, Stratocaster y Lap Steel, Fender, por cierto, siguen resonando en mi cabeza, a varios días de su triunfante actuación.

El escenario se encontraba calientito, difícil para los siguientes artistas. Pero para sorpresa de muchos, y mía, The Connection con “Monster” Mike Welch al frente, mantuvieron la temperatura alcanzada durante toda su brillante actuación, sentidamente ofrecida en tributo a su recientemente fallecido cantante, Mike Ledbetter. Welch, acaba de ser galardonado como el ‘Mejor Guitarrista de Blues del Año”, en los premios de la Blues Foundation. Sin duda, un premio ganado con mucha razón y autoridad. Su manejo del escenario y de matices, lo convierten en algo excepcional. Todo un caballero en el stage, dando a sus compañeros de banda el lugar que merecen, por algo también obtuvieron el preciado premio, como la “Banda del Año. Con estos antecedentes, no hubo más que apreciar la impecable actuación de estos músicos virtuosos, al que se les sumó para cantar unos temas, el vocalista/guitarrista, Andy Duncanson, quien también tuvo una brillante actuación.

El inevitable final llegó junto a la actuación estelar de la galardonada, Ruthie Foster de Gause, Texas. Recientemente nombrada “Mejor Artista Femenina de Blues Tradicional (Premio Koko Taylor)”. Una tranquila y emotiva presentación llena de temas góspel, folk, soul y una pizca de blues, pero que demostró con su talento vocal, el porqué de sus múltiples premios obtenidos durante su carrera. El pianista de la banda, Scottie Miller, fue cosa aparte, vale destacar su magnífica actuación, demostrando un virtuosismo que hizo brillar el acto con el que concluyó el magno evento

En conclusión, el Festival de Blues más grande del mundo, me ha dejado una grata experiencia. La de confirmar que el ‘blues está vivo y sano’, que en torno a él, miles de fans de todo el mundo disfrutamos que siga existiendo en su faceta tradicional, y muchos también que se esté desarrollando y generando nuevos sonidos. Que siga siendo base de aquellos géneros y sub-géneros que nacieron de él, como el rock, el soul, el funk, entre muchos otros.

Me dio gusto ver que en sus músicos principales hay un profesionalismo envidiable, una cordialidad entre ellos inusitada, sin reparar si son blancos o negros, si nacieron pobres o ricos, si son jóvenes o viejos, si tocan blues tradicional o contemporáneo, que se respetan mutuamente y respetan al público con espectáculos puntuales y de gran calidad en todos sentidos.

Quedo también con muchas ganas de compartir las experiencias obtenidas en el viaje con todo aquel que quiera leerlas y escucharlas. Pero principalmente, con la ilusión enorme de volver el próximo año. ¡Ojalá… así sea!

¡Viva el Blues! ¡Viva el Chicago Blues Festival!