Lado B

Bob Koester, Delmark Records y el Blues 2

Una entrevista con Bob Koester en el 2008

Richard Marcus realizó una entrevista a Koester por teléfono, misma que apareció originalmente en inglés en blogcritics.org y que posteriormente se publicó en español en el sitio www.tomaJazz.com, en su sección perfiles, de la que me permito transcribir lo siguiente:

“… El viernes 25 de enero de 2008 pasé un par de horas al teléfono con Bob, y hablamos de la historia de Delmark y su personal relación con la música. Tras hablar con él, estoy convencido de que, si alguna vez me decido a escribir un libro sobre el jazz y el blues del siglo XX, él será la primera persona a la que acudiré para documentarme. Es una enciclopedia andante de esta música. La entrevista que viene a continuación probablemente no constituya más de un tercio de lo que hablamos, cuestiones que atañen directamente a Delmark o a Bob. Aun así, creo que el lector podrá hacerse a la idea de la profundidad de sus conocimientos y su amor por la música”.

Marcus. Fundaste Delmark Records, de hecho, en San Luis no en Chicago. ¿Cómo sucedió, y cuánto tiempo estuviste en San Luis, y cuándo te mudaste a Chicago?

Koester. Fui a la Universidad de San Luis a estudiar cine. Mis padres no querían que fuera a estudiar a una gran ciudad como Nueva York o Chicago, porque no querían que la música me distrajera de los estudios. Por desgracia –para ellos– había un montón de clubes negros de jazz en los alrededores de la universidad, no sé… unos seis o siete. Para cuando estaba en segundo de carrera ya vendía en mi habitación viejos discos de jazz comprados en tiendas de segunda mano de la ciudad.

También me apunté al St. Louis Jazz Club, y solían permitirme vender discos en sus reuniones. De todas formas, necesitaba más espacio, así que un tipo llamado Ron Fister y yo abrimos una tienda a dos manzanas del campus.

Seguíamos vendiendo discos con grabaciones antiguas que yo encontraba, ya sabes, comprando material de todos lados, pero también empecé a producir algunas grabaciones, hicimos cinco discos de diez pulgadas y cuando dejaron de fabricarlos, me pasé a las doce pulgadas y antes de mudarme a Chicago ya había grabado cuatro LPs y medio.

Marcus. ¿Y medio?

Koester. Sí, empecé a grabar a Big Joe Williams en San Luis y no terminé hasta que estuve en Chicago.

Marcus. ¿Cómo es que te mudaste a Chicago?

Koester. Ron y yo nos separamos. Él quería empezar a vender música pop y yo quería seguir vendiendo jazz y blues, así que para finales de los cincuenta ambos habíamos abierto nuestras propias tiendas. El propietario de Paramount Records, decidió que quería dejar el negocio y me ofreció venderme su catálogo. También me dijo que debería venirme a Chicago, allí es donde tenían su sede, y también me ayudarían a establecerme. Así que en 1959 me vine a Chicago y con su ayuda me hice cargo de Seymour’s Jazz Mart, cuyo propietario había sido el compositor y trompetista, Seymour Schwartz. Tenía dos pequeños remolques llenos de discos que me traje conmigo, pero tampoco había mucho material en Seymour’s, sólo el mobiliario y la caja registradora.

Marcus. ¿Qué pasó con Paramount Records?

Koester. ¡Oh!, no llegué a comprar Paramount porque tenían un contrato con Riverside por el que les cedían los derechos sobre la mayor parte de su catálogo, así que no quedaba mucho disponible. De todas formas, seguía comprando másters de viejas grabaciones de compañías que habían cerrado o iban a cerrar. Me refiero a material de los años veinte hasta los años de la Segunda Guerra Mundial, y finales de los cuarenta.

También tenía el material que había grabado en San Luis, con los Windy City Six, que tocaban jazz tradicional y fue la primera banda que grabé. Me traje a Big Joe Williams a Chicago para terminar la grabación que habíamos empezado en San Luis, que publicamos en el 60 o el 61. También grabé a Speckled Red, el gran pianista de blues.

Estuvimos en Seymour’s hasta el 63 y nos mudamos a Grand Avenue, y cuando nos quedamos sin sitio allí nos mudamos otra vez, a la tienda que tengo ahora, The Jazz Record Mart en Illinois Street, y el estudio, Riverside Studios en North Rockwell. Lo curioso es que todavía estoy publicando cosas que se grabaron cuando yo estaba empezando en San Luis, aunque no las grabara yo. Cuando pertenecía al St. Louis Jazz Club había otro miembro que era policía, Charlie O’Brian, que localizó a todos estos viejos músicos que habían tocado en la ciudad durante los años veinte. Fue él quien encontró a Speckled Red y Barrelhouse Buck McFarland.

El disco que publicamos el año pasado de Barrelhouse se grabó en 1961 en el sótano de Robert Oswald, el presidente del St. Louis Jazz Club. Tenía un equipo básico con un par de micros y una grabadora de cinta. Hay un montón de gente que me habría gustado grabar en San Luis, pero el hecho es que me faltó el dinero o la ocasión.

Marcus. Supongo que debería haber empezado preguntando esto: ¿por qué jazz y blues? ¿Qué te atrajo a este tipo de música?

Koester. No sé, ¿por qué no? [se ríe]. Era la música que me gustaba. Nunca me gustó el country y al crecer en Wichita, Kansas, no tenía mucha más opción.

Los nombres de esta gente tenían un halo de misterio, “Speckled Red” (Pecoso Red), “Pinetop” Perkins (Copa de pino Perkins), que les daban un aire muy atractivo, probablemente por mi infancia católica y reprimida [se ríe]. Supongo que lo que me enganchó al principio fue el jazz tradicional, quizás porque el único material que podía encontrar en las tiendas de segunda mano eran discos usados de 78 RPM. Hoy sigue siendo parte de mi música favorita, y no logro entender por qué la gente está siempre desdeñándola. Sigo publicando un montón de jazz tradicional, aun cuando mucha gente no quiere saber nada de ello. Tenemos bandas excelentes en Chicago, ‘The Salty Dogs’, entre otros.

Marcus. Me encantó el grupo alemán que publicaste el año pasado, el que grabaste en la ferretería, Ace Hardware, que solía ser un club de jazz.

Koester. Ah, sí, los Footwarmers, van a volver este año, puedes venir a verlos.



Marcus. Será difícil, vivo en Canadá, en Kingston, cerca de la frontera con el Estado de Nueva York, es una escapadita para una sola noche. Sé que dedicaste mucho tiempo y energía en la adquisición de viejos catálogos como Apollo, a hacer copias nuevas de los másters, y me preguntaba si alguna vez has pensado dedicarte exclusivamente a eso, o si siempre planeaste sacar también discos “nuevos”.

Koester. Como decía, empecé comprando material de otra gente, ya sabes, compras 100 discos a dólar la pieza y los vendes por tres cada uno, o algo así. Buena parte del negocio era comprar los másters de varias compañías, y hacían falta unas tres o cuatro para completar un disco porque sólo había tres o cuatro canciones en cada cinta. Aún tengo algunas y no he hecho nada con ellas por esa razón, especialmente ahora que necesitas 16 temas para un CD.

El CD que acabamos de sacar, el Crazy Rhythm de los Mike Walbridge’s Chicago Footwarmers, lo componen dos grabaciones. Compré el sello Blackbird en 1965 y publicamos un LP del grupo, y este año hemos vuelto a meter a la banda en el estudio, la hemos grabado con su formación actual y hemos incluido las dos grabaciones en un CD, de forma que el disco está dividido a partes iguales entre lo viejo y lo nuevo, y te diré ya mismo que estamos sacando alrededor de un 75% de discos nuevos y el resto son reediciones.

Tenemos la suerte de disponer de nuestro propio estudio. No necesitamos alquilar uno cuando queremos grabar y, de hecho, podemos alquilarlo a otros cuando nos hace falta un dinero extra, porque grabar cuesta dinero y las ventas de jazz y blues son tan bajas que debes tener mucha suerte para no tener pérdidas. ¿Sabes qué porcentaje de ventas tiene el blues en Estados Unidos? El 1,5%. De jazz se vende el doble, un 3%. Tenemos suerte si vendemos 1,000 copias de un disco el primer año, y a partir de ahí las ventas van a menos. Somos afortunados por ser propietarios de una tienda de discos en la que podemos vender nuestras propias grabaciones, y tenemos acuerdos de distribución con algunas tiendas, en la calle y en internet. No obstante, el hecho es que ya no hay cadenas que abarquen todo el país que mantengan stock en sus estanterías durante un tiempo.

Sitios como Borders mantienen los discos durante sólo 90 días y luego los retiran. Aún no tengo las cifras del año pasado, pero tendremos suerte si salimos sin pérdidas, aun cuando el disco de Buddy Guy vendió realmente bien. El año anterior perdimos 25,000 dólares, y antes de eso 40 y tantos, y el año anterior, 65,000.  ¿Sabes qué nos estaba aniquilando? Las descargas ilegales, por poco nos cierran el negocio, lo digo en serio. O la gente copiando discos para otros… lo mismo.

El otro día tenía a dos tipos en la tienda y uno le dijo al otro: “quémame una copia de ese y yo te hago una copia de este” y ¡toma! ahí se quedan mis ventas reducidas a la mitad. Eso es robar, porque en cualquier caso estás sacando dinero del bolsillo del artista si es un disco nuevo, o del de su familia, si está muerto. Por supuesto que la editorial propietaria de los derechos de la canción se lleva dinero, pero tienen que pagar al autor cada vez que se utiliza la canción. Antes se pagaban tres centavos por canción, tres centavos por canción y por disco. Ahora son 9.5 centavos y están hablando de subirlo a 12. Cuando empiezas a hacer sumas con todos los gastos asociados a la grabación de un disco, embalaje, distribución, pagar a los músicos acompañantes y al titular del disco… para empezar tendrás suerte de salir sin pérdidas, pero si la gente roba la música, te han jodido de verdad. La cosa ha mejorado ahora que se han parado la mayoría de las descargas ilegales y nos está llegando algún dinero de sitios como iTunes, pero seguimos perdiendo dinero.

Marcus. Cuando viniste a Chicago, cómo hiciste para empezar a grabar. Simplemente te presentabas a la gente en los clubes y les decías “hola, tengo un estudio de grabación, ¿quieres grabar un disco?”, o tenías ya algún contacto.

Koester. Tenía un par de cosas que había grabado en San Luis, un disco de Bob Graff y por supuesto, el disco Piney Woods Blues de Big Joe Williams, que publiqué en 1960, un año después de mudarme aquí, pero sí, lo que hacía era abordar a los músicos en un bar después de haberles escuchado y les ofrecía grabarles. Lo hacíamos por un precio fijo y sin contrato, que era a la vez bueno y malo, podían grabar con nosotros y hacer un montón de canciones en una semana, y la siguiente podían hacer el mismo material con otra gente y estarían compitiendo contra sí mismos.

Ocasionalmente he hecho grabaciones con contrato de regalías, que son los que te pueden meter en problemas, porque el músico puede pensar que le estás saqueando, pero tienes que pagar la grabación y todas las cosas que he mencionado antes, todo lo cual sale del mismo saco. Si los músicos reciben un adelanto será a deducir de las regalías, así que ahí mismo se te pueden ir 1,000 dólares. Si un disco sólo vende 500 o 1,000 ejemplares puede que ni siquiera quede para pagar los gastos de grabación del maldito disco, no digamos ya las regalías.

Marcus. Sé que para ti no ha constituido un problema, pero otros podrían haber querido que lo fuera… ¿la cuestión racial fue alguna vez un problema, teniendo en cuenta el ambiente de los sesenta y el hecho de que la mayoría de la gente que grababas era negra?

Koester. Chicago no era el sur, por lo que los prejuicios no eran muy explícitos. Existían por el hecho de que los negros no eran bienvenidos en ciertos barrios, y porque había restaurantes en el sur de la ciudad que no les atendían, pero aprendías a evitarlos. En cuanto supe cuáles eran, nunca volví a comer en ellos. No tenían carteles diciendo “negros no”, ni nada por el estilo, pero se sabía que no les iban a atender. La mayoría de los clubes de jazz y blues estaban en la parte sur o en la oeste de la ciudad, que eran barrios negros.

Cuando un blanco aparecía en un bar negro se asumía que era un policia, un recaudador de impuestos, o que buscaba sexo. En cuanto se enteraban de que estabas allí por la música y no por otra cosa, te consideraban un amigo. Las veces que peor la pasé fue por culpa de policias blancos que trataban de echarme de los bares. Probablemente pensaban que estaba pasando drogas o algo. Pero aparte de eso, nunca tuve problemas. En los viejos tiempos muchos de los problemas eran por cuestiones de dinero, porque es innegable que se ha estafado a gente porque eran negros. Como no hice muchas grabaciones a base de regalías y siempre pagué lo que pacté, casi nunca tuve problemas.



Continuará…