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A las puertas del Blues de la Cabaña 1

Con esta entrega inicio una nueva temporada de esta columna, en la que iré presentando a ustedes una nueva edición de artículos que ya hemos publicado con anterioridad. Espero los disfruten nuevamente.

The Doors: A las puertas del “Blues de la Cabaña”

El estilo musical de los Doors se basó en una mezcla de blues y rock psicodélico. Ray Manzarek, el tecladista, le aportó elementos de música clásica y del blues (por la influencia de sus padres); Robby Krieger, el guitarrista, del flamenco; y John Densmore, el baterista, del jazz junto con aportes latinos. Las letras del grupo, compuestas principalmente por Jim Morrison, su cantante, se apartaron en gran medida de las convenciones del pop de su época.

En los textos de sus primeros discos (The Doors y Strange Days), el elemento visionario propio de la psicodelia aparece expresado en imágenes que beben de la tradición romántica y simbolista, actualizándola con guiños al existencialismo y el psicoanálisis. Es destacable en referencia a lo anterior el gusto de Jim Morrison por la poesía de los simbolistas franceses, como Arthur Rimbaud o Paul Verlaine. En los últimos discos, como L.A. Woman, la lírica de Morrison evoluciona hacia letras más sencillas e inmediatas, al estilo del blues como lo veremos más adelante.

En 1967 llegaba al primer puesto de las listas americanas Light My Fire, cuya letra llena de alusiones sexuales acompañaba a una música con gran vitalidad y energía. El tema interpretado por el nuevo grupo iba a constituirse en una flor salvaje dentro de la densa vegetación del rock californiano durante la década de los años sesenta. The Doors eran hijos de una California que había hecho propia la nueva filosofía hippie adoptando sus “instrumentos”: las drogas, el sexo y una revolución que pretendía liberarse de los tabús impuestos por una sociedad puritana.

A esto se añadía una nueva conciencia civil pacifista, activada por la sucia guerra de Vietnam en la que miles de jóvenes americanos eran obligados a combatir.

Antecedentes

James Douglas Morrison, nacido el 8 de diciembre de 1943 en Melbourne, Florida, hijo de un almirante, se trasladó a California tras haber terminado en su ciudad natal los estudios superiores para diplomarse en cinematografía por la UCLA (Universidad de California, Los Ángeles). En 1964, en la playa de Venice, Jim se encontró con Ray, un tipo cuatro años mayor que él; era un pianista con raíces clásicas que tocaba con sus hermanos en una banda local de rhythm & blues llamada: Rick & The Ravens.

Morrison le dio a leer a Manzarek el texto de ‘Moonlight Drive’, una canción que acababa de escribir, Ray se entusiasmó y lo invitó a formar parte de la banda, diciéndole en tono de broma “nos haremos ricos”. En septiembre de 1965 Jim “Rey Lagarto” Morrison, se unió a The Ravens, grupo en el que también se encontraba el ya experimentado baterista, John Densmore. Morrison nunca había tocado una guitarra ni sujetado un micrófono.

Escribía sus canciones imaginándose delante del público mientras las cantaba, y una vez unido al grupo, aprendió a cantar en serio, apoyando su canto en unos movimientos corporales que secundaban la tensión erótica de sus letras y que, probablemente, provenían de sus estudios cinematográficos. La banda grabó sus primeras cintas y firmó un contrato de prueba basado en seis canciones de Jim. Sin embargo, los hermanos de Manzarek no compartían las ideas de Morrison y, en consecuencia, se marcharon; el guitarrista Robby Krieger se unió a los supervivientes.

Los cuatro escogieron un nuevo nombre, The Doors, inspirado en un verso de William Blake “Entre lo conocido y lo desconocido de este mundo están las puertas” y en el título de un célebre libro de Aldous Huxley, The doors of perception “Las puertas de la percepción”. El contrato que habían firmado no se hizo efectivo porque ningún productor tenía el coraje de arriesgarse con The Doors, que tocaban en Los Ángeles, en un club de Sunset Boulevard, el “London Fog”, donde Morrison desarrollaría todo su poder de atracción. A finales de 1966 la banda tocó en el “Wiskey A-go-go”, donde llamó la atención del líder y guitarrista de la banda de rock: Love, Arthur Lee, quién quedó cautivado por sus canciones, les propició un contrato con Elektra.

The Doors (enero de 1967)

Así salió The Doors, rock-blues con marco psicodélico enriquecido por la teatralidad conmovedora de la voz de Morrison, perfectamente ligado al desenfreno visionario de sus letras. A esto se sumaba el órgano minimalista e hipnótico de Manzarek, la guitarra nerviosa y sensual de Krieger y la impactante batería de Densmore.

En este su primer trabajo se encuentran algunos clásicos ineludibles para entender la importancia de esta banda en la historia del rock, como el primer sencillo Break on through (to the other side), el número 1 Light my fire (con un gran teclado de Manzarek) y la apocalíptica The end, circundadas por el sentir blues de la versión de Willie Dixon Back door man, una estupenda recreación del Alabama song (Whiskey bar) del alemán Bertolt Brecht y Kurt Weill.

Otros temas de cosecha propia como Soul kitchen, The crystal ship, Twentieth Century Fox, I looked at you, el halo de misterio que rodea a la psicodélica End of the night y el enérgico estribillo de Take it as it comes, piezas que ponen de manifiesto la destreza, compenetración, imaginación y gran técnica de unos músicos excepcionales.

En el álbum destacaba The end, una obra maestra absoluta de once minutos en la que Jim hablaba del complejo de Edipo, del incesto, del parricidio y de otras angustias, con un tono de tragedia griega y un delirio de imágenes emblemáticas. Precisamente esta canción provocó la despedida de la banda por parte de la dirección del “Wiskey A-go-go”, escandalizada ante tanta escabrosidad.

Pero fue Light my fire, con una versión de seis minutos, la canción que constituyó el sencillo de éxito del grupo, provocando un alud de emisiones radiofónicas y alcanzando la cumbre de las listas nacionales. De esta manera, The Doors ya en sus comienzos se convirtieron en objeto de culto para los medios underground californianos y estadunidense. En la edición remasterizada aparecida por el 40 aniversario vienen tres bonus tracks, dos versiones de Moonlight drive y una de Indian summer, que más tarde aparecerían en su versión final para el segundo y cuarto álbum, respectivamente.


The Doors – Back Door Man


Strange Days (septiembre de 1967)

En breve publicaron su segundo álbum, Strange Days, que reforzaba la vena delirante y obsesiva del disco anterior. Esta intención estaba simbolizada en la propia portada por un conjunto de enanos y personajes circenses. La magia continuaba. Y es que una buena parte de los temas de Strange Days, fueron compuestos al mismo tiempo que los incluidos en el primer álbum del grupo editados al principio del mismo año. En Strange Days también se encuentra concentrado el espíritu de The Doors, un grupo que elevó la concepción artística de la música pop afrontando asuntos transcendentes para la sociedad en la que vivían.

La propuesta del álbum se muestra desde el principio en su portada surrealista de estética circense y, especialmente, en su contenido: la lírica y la psicodelia imprimidas en bellas baladas como You’re lost little girl  y I can’t see your face in my mind el desenfreno de sonidos turbadores en Moonlight drive, los portentosos ejercicios de mixtura de expresión musical en las impresionantes People are strange, Strange days, My eyes have seen you, Unhappy girl y el espectacular delirio de sonidos pop-rock, con una poderosa carga sexual, que supone su sencillo Love me two times.

Morrison deja su huella poética con la ensoñadora Horse latitudes, recitada por el cantante con sonidos sombríos de fondo. El desgarrador corte final, When the music over, es un extenso poema épico que cierra éste fantástico disco que -como The end, tema que cierra su anterior trabajo- es un juego de interacción dramática entre los músicos y la voz de Morrison con un clarificador mensaje para la juventud de la época: “Queremos el mundo y lo queremos ahora” (“We want the world and we want it, now”).


The Doors – Love Me Two Times


El primer y segundo álbum ofrecían ya material suficiente para memorables conciertos donde Morrison interpretaba, con total identificación, sus extraños papeles. Con una destacada propensión al melodrama y a unos gestos entre lánguidos, pecaminosos y desolados, que desencadenó el entusiasmo de sus jóvenes fans y el sarcasmo de los más adultos. Con este disco el grupo californiano se reafirmó como uno de los más innovadores y controvertidos de la década de los 60. Los bonus tracks para este álbum en la edición de aniversario son dos: una versión alterna de People strange y otra de Love me two times.

Waiting for the sun (julio de 1968)

En 1968 el mundo juvenil se tambaleaba preso de conflictos. Desde las revueltas universitarias que se encendieron en América y Europa hasta las protestas contra la guerra de Vietnam, pasando por los choques violentos con la policía. Esta atmósfera terminó por reflejarse también en la música de The Doors.

El grupo, después de efectuar con éxito su primera gira europea, publicó su tercer álbum, Waiting for the sun. El sencillo extraído de este disco ocupó rápidamente el primer puesto de las listas. Se trataba de Hello I Love you, un tema sospechosamente parecido a un hit de The Kinks. En el interior del álbum se incluía un ensayo con el texto de un pequeño poema, The celebration of the lizard, citado luego en la letra de Not to touch the heart.

En él también se incluían dos temas antimilitaristas, en total sintonía con la atmósfera del momento, como The unknown soldier y Five to one, pero el compromiso político del grupo no fue bien acogido por todos (parte de la crítica musical etiquetó a la banda de “oportunista”). Pero, como también lo demostró el video promocional de The unknown soldier (El soldado desconocido), el compromiso pacifista de Morrison era profundo, aunque el protagonista real de la canción era como siempre él mismo con sus personalísimos dilemas existenciales, y en su condenación de la guerra emergía claramente su atormentada relación con el tema de la muerte.

Este álbum contiene cuatro clásicos casi indiscutibles: Five to one, Not to touch the earth, Hello, I love You y The unknown soldier. Pero se completa con 7 temas más de gran calidad: Love street, Summer´s almost gone, Wintertime love, Spanish caravan, My wild love, We could be so good together y Yes, the river knows. La versión de aniversario incluye 5 bonus tracks: Albinoni’s adagio in G Minor, Not to touch the earth, (diálogo), Not to touch the earth (toma 1), Not to touch the earth (toma 2) y Celebration of the lizard.


The Doors – Five To One


Entre tanto, Jim había publicado dos colecciones de poemas, The lords y The nex creatures, y había realizado una película, Feast of friends, con sus antiguos compañeros de la Universidad. Al mismo tiempo, en el seno de la banda se incubaba una crisis debida al protagonismo creciente y cada vez más premiado por el público del líder.

Sin embargo, Jim vivía aquel papel con cierto sufrimiento, temeroso de ser amado más como personaje que como autor. Además, su inestable equilibrio psicológico no podía reforzase bajo el estímulo del alcohol y los sedantes, de los que era esclavo desde hacía años. Durante los espectáculos de la banda le costaba cada vez más mantener el control y poner freno a su exhibicionismo.

Antes ya había tenido problemas con la policía por la “indecencia” de algunos de sus movimientos y por su lenguaje en el escenario, pero el 2 de marzo de 1969 recibió en Miami seis mandatos de arrestos por haber simulado actos sexuales en el escenario. Los organizadores de conciertos empezaron a evitar a The Doors, y esta forzosa inactividad acrecentó las depresiones de Jim.

The soft parade (junio de 1969)

No fue casual que el álbum que el grupo publicó en aquel 1969, The soft parade, resultara verdaderamente blando en el sentido de una inesperada flaqueza. En el disco se alineaban un buen número de canciones pop de estilo jazzy, pero sin la energía ni la dulzura de discos anteriores.

Aún con la poca “aceptación” hubo un tema que se hizo muy famoso; Touch me, que llegó a estar tercero en las listas. Pero más allá de este gran tema, hay muchos otros que enriquecen a este disco, como por ejemplo el que abre, Tell all the people. Cuando lo escuchamos ya nos damos cuenta de que hay algo distinto en los Doors; es la primera canción con ensamble de vientos de las varias que aparecen en el álbum (incluyendo Touch Me).


The Doors – Touch me


Como dato anecdótico se puede agregar que The Soft Parade, es el primer disco en el que se empiezan a mostrar los créditos por separado a cada miembro de la banda. Hay cuatro temas escritos por el guitarrista (Robby Krieger), cuatro por Jim Morrison y el restante, Do It, lo hicieron ellos dos en conjunto. También es aquí donde canta por primera vez el inspirado Krieger, en algunos fragmentos dylaneanos del tema Runnin’ Blue.

Dicen que Krieger participó mucho más ya que Morrison estaba ocupado escribiendo poesía. Wild Child también es un buen tema, bastante experimental en cuanto a lo musical. Otras canciones que hay que destacar son las magistrales, Wishful sinful y The soft parade, la primera elegantemente decorada con arreglos orquestales y la segunda, de nueve minutos de duración, dividida en tres partes, finalizando de forma muy similar a When The Music’s Over.

En conclusión, un álbum al que no se le apreció, pero es una gran obra, a pesar de que no tenga muchos temas “clásicos”. La edición remasterizada, trae seis bonus tracks: Who scared you, Whiskey, mystics and men (Version 1), Whiskey, mystics and men (Version 2), Push push (Outtake), Touch me (Dialogue), Touch me (Take 3).

Continuará…