Diván el Terrible

Una entrevista sin preguntas 2

Daniel Reséndiz o La Dalia Negra. Segunda parte (fotos por Rafael Arriaga)

3, 2, 1 ¡continuamos!

Octavio. El músico que desee profesionalizarse ¿Qué debe atender o evitar? ¿Vicios o defectos?

Daniel. Mira… Vamos a hablar de utopías. La idea es que todo mexicano tuviera una educación musical de calidad desde el inicio de su vida, digna y de calidad hasta el nivel medio superior, hasta ahí, si quieres; por lo tanto, estás generando un filtro desde el inicio en gusto musical, crítica musical ¿quieres quitarle el término musical?

Se lo quitamos, entonces: tener una educación artística desde el inicio, música, teatro, danza, artes plásticas, cine, lo que tú quieras, entonces estamos hablando de un rollo que se llama, Estética, que se trata del estudio del arte y estamos hablando de cosas más bonitas, estamos hablando de cosas interesantes; si tú llegas a un nivel medio superior con el conocimiento del arte en toda su extensión y llegas a esa edad con un bagaje artístico sólido ¡vas a ser un Dios!

Quieras o no y ser un Dios, quiero decir que vas a consumir un producto de buena calidad, generaste un comprador de arte, ya le puedes explotar todos tus recursos y vender todo tu producto de arte y una persona que no va a hacer arte va a ser un consumidor de arte. Pero si un loco, que es un genio y es un supermúsico y, además, ha sido preparado por los mejores, como Horacio Franco ¿qué tuvo que hacer? ¡irse de México!

Logra una beca y se va a Holanda y ¡se convierte en el mejor flautista de todo el mundo! Y regresa y ¿pregúntale a mucha gente! Y ¡ni siquiera lo conoce! Es el sistema educativo el que está mal. Me voy a saltar este punto utópico de que tuviéramos una educación artística y tendríamos una profesionalización increíble, de muchos músicos.

En el otro punto, yo ya crecí con vicios ¿Qué hago? Yo siempre he dicho que para ser un buen músico necesitas dos cosas, una: Humildad, jeje, y dos: Necedad ¡jajaja! (los dos); y otra muy importante: Tolerancia. Humildad, para aceptar lo que no sabes, “no sé hacer eso”, necedad para decir “yo quiero tocar como él”, como uno de los grandes y, entonces, te empiezas a preparar para buscar las diferentes rutas para llegar ahí, hay muchas rutas, hay muchos caminos, pero ¡yo quiero llegar ahí! Tengo que buscar cómo llegar ahí y ser necio; necio, necio, necio, necio.

La otra que te dije es la Tolerancia pero, es hacia uno mismo, cuando tú empiezas a entender que a la primero no te va a salir, ya vas de gane, porque eres tolerante contigo, tocas una rola, no te sales; otra vez, no te sale; otra vez, no te sale; otra vez, ¡aaaygh! de churro, te sale, otra vez, no te sale, otra vez y medio te sale; vas con tu maestro y, con él, no te sale, y te “cagotea”, entonces entras en una depresión de: ¡maldita sea!

Uno de mis maestros, el que más me ha ayudado en mi carrera, se dedicó a la docencia y no a dar conciertos porque la primera vez que se subió a un escenario no pudo tocar, se trabó, enfrente de toda la gente, le dio pánico escénico y no pudo tocar, y, te digo: es un guitarrista excepcional ¡increíble!

Octavio. Eso es algo que comenta también Victorio, que hay gente que está muy bien preparada pero no está lista para enfrentar un público, pon tú no al público, un escenario, con cualquier cantidad de público y que una vez trepados se desmoronan.

Daniel. Sí, mira, lo que pasa… Te voy a hablar de mi experiencia, en Bellas Artes, no fui nada más a estudiar música, estudié danza, teatro y artes plásticas; entonces, llega un momento que cuando estás haciendo teatro, te enseñan “Expresión Corporal” y empiezas a trabajar con tu cuerpo, con qué va a decir tu cuerpo, qué vas a decir al público; cuando estás en danza, pues, ¡ni se diga!

Empiezas a acostumbrarte a que tu cuerpo es una herramienta más del discurso que se da y de que debes tener control de él, para dar a entender el mensaje. Entonces, por desgracia, el maestro nunca trabajó eso ¡claro! Las primeras veces que me subí a un escenario me temblaban las piernas, pero llegó un momento en el que un maestro de la Escuela Nacional de Música me dijo “se ve que has trabajado esto, esto y esto, pero hay una cosa que no estás trabajando te pones morado cada vez que estás tocando, no estás respirando”

Yo no me había dado cuenta, me dijo “búscate unas clases de yoga” ¿cómo crees? “vete y vas a ver” llegué a la clase y la maestra me dijo “¿tú que haces aquí? Le explique y me dijo ¡ajay! ¡Llegaste al lugar adecuado! Y empecé a hacer ejercicios de respiración y el siguiente concierto no sabes cómo lo disfruté, ¡miren que control tengo! ya no me cansé, no me jorobé, mejoró mi postura, ya respiraba, desarrollaba, hacía mejor los pasajes, ¡claro! Fue parte de un todo.

Ser músico de escena tienes que echarte otras chambas, te lo digo honestamente no son enteramente musicales, esto es una parte de la escena, ahora tienes que ver que concepto de música estás trabajando, si eres un músico académico clásico, puedes estar sentadito con tus partituras, en tu piano, la gente no te va a interrumpir, pero, si eres un músico de cumbia, por así decirlo, tienes que alebrestar a la gente, porque es una música de fiesta igual que el blues. Es una música para que la gente esté contenta, bueno, cierto tipo de blues, para no generalizar, la gente iba a cachondearse, hay blues que hablan de que se quieren echar a la chava, literal; entonces, si eso que estás desarrollando en la escena, no tiene los elementos esenciales para transmitirse, nunca te van a entender.



Octavio. Bueno, y ahora, imagen y actitud ante el público, en su momento Jim Morrison, Howlin’ Wolf y Juan Gabriel, por ejemplo, van a dirigir el goce de los demás, sin tocarlos. Ahora, si vas a montar una escenografía que enseñes cuerpos o no, si no tiene un soporte de calidad musical no sirve de nada, sólo vas a ver cuerpos. Esa es mi opinión.

Daniel. Puedes tener una opinión, pero ¡el otro tiene derecho de existir! Por ejemplo “los puristas” que afirman que el blues no es blues, pero, aunque no me guste lo que hacen, algunas veces hay que defenderlos de sí mismos, espero que abran su mente y se den cuenta de que el mundo se ha hecho a base de fusiones, de opiniones y de mezclas y está cambiando todo el tiempo.

Octavio. En efecto, no es el mismo blues de finales del siglo XIX o de principios del siglo XX empezó con percusiones, cantos, flautas de carrizo, cajas de puros, después se incorporaron instrumentos europeos, se electrificó, cambió la temática de sus letras, se blanqueó, viajó y ha crecido. Como planteamos en Cultura Blues; el blues hecho en México no es necesario haber pasado por las experiencias y privaciones de los afroamericanos con antepasados esclavos, restricciones en el acceso a educación, etcétera, para poder hacer blues.

Daniel. Es que mira, esos absurdos, así les digo, esos absurdos son de una mente cerrada. Te voy a poner un ejemplo. Cuando era estudiante cada semana iba a Bellas Artes, me regalaban los boletos, y me chute unas orquestotas y una de esas bandas era Le Petite Band, era un ensamble italiano que venía tocando música barroca con instrumentos originales barrocos “¡Ay cabrón, órale!” y cuando tú te pones a estudiar el barroco, ellos no tenian afinadores electrónicos, el término 440 de afinación se da hasta mil novecientos sesenta y tantos, ese temperado, y que todos se pusieron de acuerdo, se da hasta el siglo XX, no antes.

Se habla que la afinación de aquellas épocas era, más o menos, en 418, entonces estos cuates vienen con instrumentos de esa época que se los facilita su país, porque es imposible conseguir un instrumento de esos, tienen temperados de esa época, tienen imperfeciones, cuerdas de otro estilo, ellos mismos dicen: “lo que van a escuchar es lo que, más o menos era ese estilo”, por los instrumentos por las afinaciones, por los colores, cuando lo escuchas sí se oye chido pero se oye más chido ahorita. Porque, obviamente, ¡ha evolucionado el instrumento!

Y te digo, Robert Johnson tocaba muy bien, pero, yo quisiera oirlo tocar con una guitarra Martin de hoy, yo creo que Bach se volvería loco con un sintetizador o con un piano bien temperado y no con un clavecìn que se está desafinando a cada rato.

El músico, que es músico de a de verás y que está en este trabajo del lenguaje, se da cuenta de hay un montón de posibilidades. Julián Carrillo por eso se inventó el sonido trece porque el sistema tonal ya no le daba, aunque se metió en un lio que después ya no pudo con él, porque dividirlo así es muy complicado; si con el dodecafonismo ya la sufrimos y el Free Jazz lo sufrimos; pero, a mi me encanta. Hace poco estaba platicando con mi novia y le digo: mira escucha esto, y le puse algo de Arnold Schoemberg, y me dijo “¡quita eso me da miedo!”  a mi me encanta, pero yo entiendo que no está preparada toda la gente para vivir esa música.

Mira a dónde voy con todo esto: Robert Johnson, Tommy Johnson, Son House, eran desafinadones desde el punto de vista del 440, no me voy a poner a criticar eso, ellos fueron parte de un proceso del blues, muy importante y es parte de las raíces, ¡aah! Pero si te vas a las raíces, vete a las raíces de adeveras. A ver ¿por qué nadie habla de un Napoleón Strikland? O ¿por qué nadie habla del verdadero padre del blues? W. C. Handy, y Handy ¡era un músico súper preparadísimo! Él tenía sus orquestotas y viajaba por todo Estados Unidos y tenía orquestas aquí y allá y acullá porque no se daba a basto, y el que no era músico lo mandaba a la…, ¡a ese nivel!

Handy es un buen referente, era un músico preparado y nos marcó un camino, el cual podemos seguir o, podemos seguir vendiéndole el alma al Diablo y lo digo literal, justificando nuestro desconocimiento; o no utilizando tapabocas porque creemos que eso nos va a matar o “yo no creo en coronavirus porque Dios nos dijo que eso no existe”: el justificar de forma espiritual las cosas, esa es mi opinión, las cosas, hablando de música, habla de tu desconocimiento ¿tiene que ver?

Sí, sí tiene que ver, porque te platico: el número tres entre los Yoruba y los Vudú, que es la religión del mojo que es la religión de los blueseros de principios del XX y finales del XIX, era para que hicieran su música en una secuencia de tres, porque es una invocación a Leguá, a Legba etcétera, eran sus santitos, tiene que ver porque es una cuestión social, cultural, musical, religiosa, espiritual; sí, sí tiene que ver, pero, también tiene que ver la música y tienes que justificarla; todo tiene que ver, pero, hay que saber controlarlo. Robert era maravilloso, Son era maravilloso, Roben Ford es maravilloso, pero, ya los situé en otra época; Steve Vai, es extraordinario, pero ya tiene otras herramientas; Vivaldi era maravilloso, Stravinski era un Dios, Paganini, imagínate tocando el violín con unas manotas y poder tocar extensiones que nadie ha podido, dices: ¡guau! Pero, te sitúas en su época.

Hoy en día tenemos amplificadores increíbles, guitarras, sintetizadores, y ¿por qué no puedo hacer una base de blues con un sintetizador?, porque te van a decir: “¡no eso no es blues!”. Me preguntaban el otro día ¿Qué onda con la Dalia? Y contesté el otro día tocamos en el Festival de Primavera de la Ciudad de México y me preguntaban si iba a tocar este año con otro proyecto que se llama la Big Blues Band, estaban integradas unas cantantes mexicanas, porque quería hacer proyectos de unificación del blues porque siempre he peleado por eso.



Pero, es muy difícil y me presenté con la Dalia Negra, puras canciones mías con una orquestación de metales no toqué ni un solo cover y se los dije ese día: siempre están fregando con el que todos cantan en inglés y no le entienden al inglés, y yo les canto en español entonces: ¡pas! y que pasó “¡Pinche Daniel ya no tocas Blues!” ¡¿Quién los entiende?! Y son mis rolas, al final a mí me valió, yo presenté mi proyecto, tomé estructuras y las fusioné, pensé en el blues para hacerlo, pensé un milímetro adelante, desde mis formas, mis creencias, mis ideologías, mi filosofía, peor, estoy dando un pasito adelante.

Yo también me cansé de tocar Hoochie Coochie Man, ya pasé ese filtro, ya la toqué muchas veces, ya la abordé de muchos estilos, ya entendí como está eso. Yo traté de hacer mi propio blues, yo hice una diferencia, los puristas dicen: “¡Eso no es blues!”, está bien. Los más contemporáneos dicen: “Eso está chido”, cosa que a mí me viene valiendo un soberano cacahuate. Por eso me alejé del circuito de blues, me di cuenta de que, en la gran mayoría, no en todos los ambientes, ¡todos dicen tener la verdad absoluta!, pero, todos sufren de un gran desconocimiento del blues.

En una videoconferencia yo explicaba la progresión de doce compases del blues: I, IV, I, V, IV, I; maestros, que se dicen, del blues no pudieron seguir esa progresión. Entonces, yo digo ¿Cómo no puedes tocar esto? Para lo que tú dices de la improvisación, “Sí, hay que unirnos todos, para que todos podamos improvisar con todos”. ¡Qué caradura eres para estar hablando que, del blues en México, del jazz, que tal banda es la más… del país, ¡Es absurdo!, ¡es absurdo! Porque están cimentados en una mentira. La mentira funciona, en la medida de que tú te autodenomines la reina o el rey del blues, la banda más longeva del blues, que te denomines el mejor guitarrista, lo único que estás destapando es la ignorancia que tienes y el poco respeto que tienes hacia la música.

¡En mi vida he escuchado decir a Robert Fripp, a Phillip Glass o a Frank Zappa!: “Yo soy el mejor músico”, ¡en mi vida he oído decir a Diemecke! “Yo soy el mejor director del mundo” o escuchar a B. B. King, que era el mejor guitarrista. Es más B. B. King alguna vez dijo que los mejores guitarristas eran los mexicanos; salvo una vez que se presentó Jaco Pastorius como el mejor bajista del mundo… y ¡sí lo era!, era el único. Te estoy hablando de que hay humildad, pero también hay control y perfeccionamiento; tiene que haber otra cosa, no el bluff, no estar mintiendo, todo lo anterior habla de una ignorancia terrible.

Hay organistas que tocan dos notas y cuando les hablas de un acorde no saben ni que decir, en la conferencia les empecé a hablar de armonía contemporánea compleja y ya nadie quería participar, y les decía ¿Qué pasó? estamos en el nivel medio de blues ¿quieren que les entre a los conceptos avanzados de blues?  ¡nadie me va a entender!

Pero eso sí ahora que estoy explicando los conceptos más avanzados, van a decir: “Daniel es un creído”, “Daniel no sabe lo que dice”, “eso que nos explicó no es el blues, porque el blues es el Tan Tan, Tatan, Tatan, lo que expuso es mentira” y entonces empiezan las negaciones; lo que yo estoy tratando es de ayudar, de sembrar una duda, más semillas de curiosidad.

Octavio. Lo mismo platicaba con Victorio Silva, es como con el paciente de psicoanálisis, tu tienes que cuestionar y destruir todas sus certidumbres, en esa destrucción está el renacimiento de la persona. No se va a morir, y si queremos ser humildes y queremos progresar hay que asumir la madriza y reconstruirnos. La pregunta sería, ese salto cualitativo de pasar del “Yo soy chingón” al “Voy a ser chingón y estoy trabajando para ser chingón” ¿es un trabajo individual o colectivo?

Daniel. Mira yo digo que son las dos. Cuando B. B. King compró su camión les dijo a sus músicos, “Cada uno de ustedes es mejor músico que yo, pero, resulta que ¡yo soy el jefe!; yo les estoy pagando y tienen que hacerlo de la mejor forma para que todos podamos crecer” y, ¡no me digas que B. B. King era un mal guitarrista! Sí tienes que ser bueno individualmente, por ejemplo, cuando hacia los ensambles, yo le decía por ejemplo al bajista: “tú tienes que hacer esto tuntututuntun, hazlo porque tu tienes dedos de bajista, es tu instrumento, hazlo.” Lo hacía y le decía, “Tú tocas mejor el bajo; claro, estamos siendo colectivos, yo te estoy enseñando, tú confías en mí, si tú lo haces bien a mí me vas a ayudar, yo tengo que ayudarte a que crezcas, pero, si tú no te exiges, a mí de nada me sirve”. Es mutuo, es todo.

Es importante una formación académica. pero, también es importante que tú tengas una sangre de pedagogo o de educador, y no necesariamente en el ámbito académico, porque si no, la Banda Sonera de Jalapa o los Jaraneros de Tlacotalpan, no existirían porque no hay una escuela formal de jaraneros donde la misma comunidad los va preparando. Lo mismo ocurre con otras expresiones como los Voladores de Papantla. A lo mejor en un futuro, si se le da importancia, habrá una escuela. Al blues se le dio importancia porque es la música que permeó a toda la música comercial del siglo XX y a hasta esta fecha, muchos músicos concluyeron que para tocar bien lo que hacían, tenían que aprender a tocar blues. Por eso, hasta que al son jarocho se le dé la importancia que merece, mientras tanto seguirá siendo una música arrabalera, como lo es el blues para muchos académicos. Lo importante es respetar a todas las manifestaciones de la cultura y cultivarlas.

Nuestro agradecimiento al maestro y amigo Daniel Reséndiz con todo el respeto y admiración. Nos vemos en la siguiente con otra gran sorpresa.

Blue line was my blues and

the red line was my mind.