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Los 17 mejores slides del Country Blues 1

Los 17 mejores slides del Country Blues (1923-1951)

Primera parte

Corría el año de 1903 cuando el inquieto William C. Handy presenció una extraña escena en una estación ferroviaria ubicada en el Delta del Mississippi, mientras esperaba con resignación el tren que habría de conducirlo a su pueblo natal, justo a la medianoche. Según Handy, sentado junto a él, en una desvencijada banca, se encontraba un vagabundo negro quien mataba el tiempo arrancando lastimeras notas a su guitarra de madera. El numerito no tendría nada de extraordinario de no ser por el aditamento que el bluesman tenía acomodado entre los dedos: la hoja de una navaja que deslizaba acompasadamente sobre las cuerdas del brazo del instrumento.

Las frases vocales de aquel primitivo blues acústico eran terminadas por una nota del slide, a manera de lamento, en una insólita interpretación que, de acuerdo con el director de orquesta, nunca había sido escuchada. Con el asombro reflejado en el rostro, el futuro autor de melodías inmortales como: Saint Louis Blues y Yellow Dog Blues, se dedicó durante la espera a guardar en la memoria cada uno de los tonos, cadencias y compases de esa perturbadora música que seguramente formaba parte de una tradición popular mucho más arraigada en las oscuras plantaciones del profundo sur norteamericano.

Dada su natural habilidad musical, Handy trasladó eso que el vagabundo le reveló “llamarse blues” y tratar “sobre el dolor de no tener a la mujer amada”, a las sofisticadas partituras de los grupos orquestales de aquellos tiempos y crear verdaderos himnos con esas melodías extrañas. Por otra parte, su amigo ocasional, el músico vagabundo, bien pudo pertenecer a la primera generación de bluesmen que incorporaba la técnica del slide a sus cantos rudimentarios, generación que incluye a artistas de la talla de: Charlie Patton, Freddie Spruell o Bo Weavill Jackson.

Aunque si bien ya se sabía que desde antes los inmigrantes hawaianos habían importado la técnica, esta contaba con algunas adecuaciones propias de su cultura: la guitarra descansaba sobre las rodillas y el slide estaba hecho con un tubo metálico que era manipulado con las manos. Pero al llegar al país del Tío Tom, la técnica se transformó para estar acorde con la vida difícil que caracterizaba a los músicos errantes: el slide consistía ahora en el filo de una navaja, o bien era elaborado con un auténtico cuello de botella, pulido y amoldado para ser introducido en los dedos meñique o medio (de ahí el sobrenombre de bottleneck). Otros artistas, previamente, que cultivaban antiguas técnicas musicales heredadas de África, ya elaboraban guitarras caseras con una sola cuerda, o bien clavaban la cuerda en los postes de su cabaña y le arrancaban sonidos deslizando el tubo a lo largo de la misma.

De tal suerte que cuando la industria fonográfica alcanzó sus primeros logros -comienzos de los años veinte- y volteó sus ojos hacia la fértil cultura que nacía de las granjas, los exponentes del blues con slide ya tenían algunos años de andar rodando por los caminos con su minúsculo instrumento, aunque su presencia era mucho más disimulada que la de las cantantes de vodeville o de las festivas bandas de jarra, quienes acaparaban los reflectores por representar a las primeras estrellas dentro de los Race Records. A continuación, en esta primera entrega, comento seis de las 17 mejores canciones con slide que, a mi juicio, fueron distintivas en esa primera etapa denominada Country Blues.


Guitar Rag – Weaver and Beasley. A Sylvester Weaver, un guitarrista oriundo de Louisville, le correspondió el honor de ser el primer músico campirano en haber grabado un disco en 1923, precisamente Guitar Rag, en compañía de su colega Walter Beasley. En poco tiempo esta pegajosa melodía instrumental se convirtió en todo un clásico para la música folclórica estadounidense, especialmente el country, en versiones de exponentes como, Leon McAuliffe y Bob Wills. Aunque Weaver acompañó más tarde a cantantes de variedades como: Sara Martin o Helen Humes, su fino slide nunca volvió a brillar tanto como en esta canción, o en otra similar llamada, Bottleneck Blues, también ejecutada por el mismo dueto.


Nappy Head Blues – Bobby Grant. Dentro de la extensa lista de bluesmen que tan sólo grabaron unas cuantas melodías y después se perdieron en el más completo anonimato, brilla con luz propia, Bobby Grant, un estupendo guitarrista, poseedor de una voz gutural inscrita en la mejor tradición afroestadounidense. Mucho acerca de su vida se ignora, sin embargo, las dos grabaciones que le conocemos son un par de joyas que merecen ser escuchadas con atención. Si alguna melodía puede ejemplificar aquella misteriosa canción que escuchó W.C. Handy en los andenes de una estación de trenes, sin duda es, Nappy Head Blues: tema con síncopa fantasmagórica, punteo deliberadamente lento y un slide quejumbroso que sirve de contrapunto para una letra demandante. Es muy recomendable para cualquiera que desee interpretar blues acústico del Delta.


Spoonful – Charlie Patton. Considerado el maestro de toda una generación de exponentes del primer blues rural en la zona del Delta, el repertorio de Patton era amplísimo, constaba lo mismo de melodías gospels, que piezas hillbillies, cantos de trabajo o blues tradicionales. Los ejemplos de su estilo slide constituyen verdaderos troqueles de donde se inspiraron los jóvenes artistas que deambulaban por las cercanías de la plantación Dockery.

Extrañamente, algunos de sus alumnos grabaron primero que él, como fue el caso de Rube Lacy o Bukka White, pero ninguno llegó siquiera a aproximarse a su manera salvaje de pulsar la lira, que según evocaciones de Son House, consistía en meter el brazo de la guitarra en medio de las dos piernas, de una forma bastante inusual, justamente cuando estaba sentado. Su manera áspera de cantar también consiguió ligar bastantes adeptos, como los inmortales Howling Wolf y Son House. El tema Spoonful sintetiza perfectamente el sonido Patton: voz cavernosa, punteo machacante y un fino slide que acompaña todo el tiempo a la voz. Nada que ver con la otra pieza escrita por Willie Dixon veinte años después.


That´s No Way to Get Along – Robert Wilkins. Una tremenda y bella melodía grabada en Memphis en 1927, en donde se entrelazan profundidad en la rítmica, un slide sonoro y limpio, y una voz tranquila con tonalidades a veces sepulcrales. Wilkins podía tocar cualquier clase de género, razón por la cual es común que se le escuche diferente en cada una de sus épocas, sin embargo, cuando fue redescubierto a mediados de los años sesenta, se había convertido en predicador religioso y por ello interpretaba únicamente canciones gospels.


Blind Pig Blues – Barbacue Bob. En nada más tres años, de 1927 a 1930, Barbacue Bob –cuyo verdadero nombre era Robert Hicks- se convirtió en un fenómeno de ventas para la Columbia, y grabó varias decenas de emocionantes canciones empleando su espectacular guitarra de 12 cuerdas y un slide trepidante. Ya sea en solitario o con sus amigos, Curley Weaver y Buddy Moss –en la banda conocida como los Georgia Cotton Pickers- Barbacue Bob abarcó una importante gama de temas mundanos, con una rara habilidad para incrustar poesía lírica en melodías tradicionales surgidas de todo el extenso sur.


Nobody Fault But Mine – Blind Willie Johnson. El ideal de predicador afroestadounidense que utiliza la música para tratar de convencer a la gente sobre la existencia de Dios, encarna a la perfección en la obra de Blind Willie Johnson, pero ésta se magnifica por el empleo de una guitarra maravillosa y un fraseo vocal sobrecogedor. Las 30 grabaciones que efectuó para la Columbia entre 1927 y 1930 –en su mayoría, himnos religiosos decimonónicos- se consideran obras maestras, pero destacan aquellas en donde utiliza la técnica del cuello de botella, en las que su insistente voz torturada se remata con acordes de slide a lo largo de todo el brazo de la guitarra.


* Artículo originalmente publicado en Palabra de Blues,

número 7 de noviembre de 2009, y número 8 de diciembre 2009.

Continuará…