Colaboraciones

Resumen musical 2020

Parte 1

Sin duda, 2020 ha sido probablemente entre muchas décadas, el año más complicado para todo el mundo. La pandemia nos obligó a cambiar totalmente nuestro modo de vida. Modificó la forma de comunicarnos, de relacionarnos, de aprender y desde luego, de escuchar y acceder a la música. El ámbito artístico ha sido muy afectado por las implicaciones de esta situación sanitaria, la cuarentena y el establecimiento de la sana distancia, tan necesaria para evitar los contagios y que provocaron la cancelación de conciertos, festivales y presentaciones.

Los espacios públicos para escuchar música fueron cerrados en buena parte de 2020 y los melómanos y el público aficionado se refugiaron en sus discos, en sus archivos electrónicos y poco a poco, las transmisiones en internet, las videoconferencias, las redes sociales, los conciertos y las actividades en línea fueron ganando lugar, aunque el calor humano que se percibía en un concierto o una presentación en vivo, se ha disipado a través de la distancia.

Para los músicos y todas aquellas personas que giran en torno al mundo del espectáculo y la cultura también ha sido un año catastrófico, no solo en términos de salud, sino también en lo que respecta a las condiciones económicas. Sus ingresos han caído a niveles ínfimos y si a eso se suma la carencia generalizada de seguridad social en el personal dedicado al arte, su situación se torna muy precaria.

Pero a pesar de todo eso, su espíritu y el amor a su trabajo les han motivado a buscar formas alternas para subsistir. Dar clases, presentar conciertos en línea, continuar con sus grabaciones y las presentaciones de sus proyectos, también a distancia, han sido algunas maneras de afrontar, sobrellevar o salir delante de esta situación. Poco a poco, se ha generalizado la realización de conciertos virtuales. Algunos, con transmisiones efectuadas en línea con los correspondientes riesgos de la conectividad y la calidad de la señal, el video y el audio, y otros, mediante videos pregrabados que después se editan y se transmiten. De esta manera, la música ha resurgido y sigue, como es su misión, llevando momentos de paz, de serenidad y de alegría a la gente.

A pesar de la drástica reducción de actividades, La esquina del blues y otras músicas, continuó ofreciendo información sobre los eventos que se realizaron y algunos proyectos, por lo que presenta a continuación su resumen anual: En el mes de febrero, cuando aún nadie sospechaba que la humanidad se enfrentaría a un terrible enemigo viral, apareció el primer tomo de la Enciclopedia Fonográfica Atlas del Jazz en México, una obra de consulta obligada para los melómanos y especialistas que deseen conocer el trabajo de músicos, productores y compositores de este género musical.

Este libro, producto de la investigación y el arduo trabajo del cronista y crítico musical Antonio Malacara, incluye portadas de los discos y casetes con una ficha técnica, además de algún comentario que da contexto a la obra y constará de cuatro tomos. Mientras aparecen los tres siguientes, en el primero se enlistan obras que abarcan de la letra A a la E del abecedario. Este trabajo ha sido, sin lugar a duda, uno de los excelentes compañeros que los lectores de música, han consultado en esta época de “quédate en casa”. Más avanzado el año y para favorecer a otro de los sectores castigados por la situación, el ámbito editorial, tuvo lugar la Feria Internacional del Libro Alterna, espacio dedicado a la promoción de proyectos literarios y artísticos independientes que se realizó en el marco de la Feria Internacional del Libro del Zócalo.

En 2020 a pesar de la contingencia, se han realizado numerosos lanzamientos discográficos virtuales. Uno de ellos ha sido la nueva producción discográfica, “Bailando”, del grupo de son jarocho: Sonex, cuya música incluye además el jazz, el rock moderno, los ritmos africanos, el flamenco, adiciona el trap, el rap y el neo-soul. Por otro lado y en el marco del Séptimo Festival de Blues y Jazz del Desierto, que se transmitió desde Saltillo, Coahuila, se presentaron dos discos de estreno reciente: “Cuántos Años Blues” de la AMBlues asociación civil, y la más reciente producción de Lalo Laredo titulada “Gracias”.



Parte 2

En 2020 se ofrecieron algunos estímulos para los artistas. Uno de esos ejemplos lo constituyó la convocatoria para el Programa de Músicos Tradicionales 2020 del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), en la que una buena cantidad de creadores resultaron beneficiados. Por su parte, la Secretaría de Cultura promovió el apoyo Contigo, Banco de Producciones, programa en el que se desarrollaron proyectos culturales en la capital del país, durante septiembre y octubre. De igual forma, la Universidad Nacional Autónoma de México lanzó 13 distintas convocatorias publicadas por Cultura UNAM dirigidas a compositores, intérpretes y escritores para incentivar proyectos musicales y editoriales. Para el caso de la música se dispuso de Resiliencia Sonora para compositoras y compositores mexicanos o extranjeros que acreditaron su residencia legal en México, y presentaron la composición de una obra musical nueva que será estrenada de manera presencial o virtual en 2021. Las categorías fueron: electrónica, solista (con o sin electrónica), dúo o trío (con o sin electrónica) y grupo de 4 a 7 instrumentos (con o sin electrónica).

Y una convocatoria más, dedicada a la Colección de cuadernos digitales de música en la que se invitó a cronistas, críticos e investigadores musicales para presentar ensayos de temática musical dedicados a público no especializado en los que se abordaron obras, personajes o iniciativas destacadas de la música de los siglos XX y XXI (con énfasis en, pero no limitado a México); música interdisciplinar: la música en los escenarios (danza, teatro, ópera) y en la pantalla (cine, video, proyectos multimedia, videojuegos); historia y actualidad de la música electrónica en México; perspectivas de género en la música mexicana; tendencias musicales de la actualidad; y cambios de paradigma: del concierto a la grabación, de la grabación a la distribución digital de música. A manera de ejemplo sobre las convocatorias propuestas por instituciones públicas, destaca la denominada Movimiento de Arte en Casa, que corresponde a la categoría Artes y Tradiciones Populares (Música), organizada por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México. De ésta sobresale el trabajo efectuado por el músico y antropólogo Víctor Acevedo Martínez denominado “Conociendo los sonidos del México antiguo desde tu casa”, cuya finalidad consistió en dar a conocer y difundir piezas musicales con instrumentos usados en la época prehispánica.

Dentro de las actividades que se empezaron a realizar en la modalidad virtual y que además se enfocó al público infantil fue el Primer Coloquio de músicas e infancias. Este evento tuvo como objetivo generar espacios de diálogo y reflexión sobre el desarrollo y la situación actual de la música dirigida a niñas, niños y adolescentes en distintos contextos, así como la contribución de la música en el desarrollo de sus capacidades. Desafortunadamente la pandemia opacó festividades que debieron resaltar a nivel mundial, una de ellas fue la conmemoración del 250 aniversario del natalicio del genio musical alemán, Ludwig van Beethoven, pues la mayoría de los conciertos y eventos programados para recordar su obra se cancelaron.

En contraste, la situación ocasionada por la cuarentena obligó a músicos y productores a desarrollar el ingenio y como resultado de ello se han generado esfuerzos para lograr el acercamiento del público a la música. Uno de esos ejemplos lo constituye la nueva modalidad de plataforma de conciertos en línea de Pitayo Music, en la que además se incluyen otras fórmulas que corren en paralelo para ofrecer apoyo a los artistas.

Esta es una fórmula que ha puesto en marcha Juan Pablo Aispuro, contrabajista, productor, compositor y arreglista, que lanzó este proyecto y ahora, desde una gran distancia – pues actualmente radica en la Isla Reunión, en África–, continúa promoviendo este proyecto, en el que busca grabar jazz de buena calidad, producirlo, sacarlo a los medios para darlo a conocer y también que la gente forme parte de esta actividad mediante su apoyo. A manera de ejemplo de los resultados de este trabajo destaca el lanzamiento del álbum “La Danza de Helmut”, del contrabajista Luri Molina, así como su podcast “Jazz para todos”, en los que a lo largo de 12 capítulos en audio aborda la historia de este género musical.



Parte 3

De los pocos artistas que todavía alcanzaron a tener presentaciones en vivo antes de la pandemia, puede citarse al músico catalán, cantautor, pianista y productor musical, Pep Lladó, quien luego de presentar su libro “Componer canciones para dialogar con tu mundo”, ofreció varias conferencias en la Ciudad de México y en Chiapas donde sustentó este trabajo de autoayuda con el que incita a la composición de canciones y mostrar los efectos beneficiosos que esta actividad puede tener en el enriquecimiento del diálogo interno.

También en febrero México recibió la visita de la agrupación de las Islas Canarias, Efecto Pasillo, consolidado como una de las bandas de pop más importantes de España y grandes generadores de éxitos de radio.

En cuanto al blues, las presentaciones de 2020 también se vieron limitadas. Antes de la declaración de la pandemia en México, durante el mes de febrero en el que se conmemora la herencia afroestadounidense, el Comité de Música de la Embajada de Estados Unidos y la Biblioteca Benjamín Franklin presentaron un concierto de blues rock en el que participaron Rhino Bluesband y el grupo Cultura Blues Project. Fueron de los afortunados que aún lograron ofrecer un show en la antigua modalidad.

Por otro lado, la legendaria agrupación mexicana de rock, el TRI, reconocida como una de las más antiguas en este género, cumplió 52 años de existencia y para que no pasara desapercibido, ofreció un toquín virtual que pudo ser presenciado por muchas personas en todo el mundo.

Previo al inicio de la pandemia los jardines de Ekko Hostel de San José Tepoztlan, Morelos, fueron el escenario donde tuvo lugar la segunda edición del Django Jazz Festival los días 13, 14 y 15 de marzo. En esta segunda edición se programaron conciertos, talleres musicales familiares e infantiles, jams, espectáculos, fogatas nocturnas, comida gourmet y convivencias diversas. Otra actividad que afortunadamente logró concretarse fue la octava edición del Gatofest en el que más allá de disfrutar de una convivencia familiar, y de la música, lo más importante fue la aportación de todos los asistentes para la noble causa de ayudar a distintos albergues felinos que atienden a gatos abandonados, heridos, enfermos, extraviados y a muchos más que nadie los quiere o que son víctimas del maltrato.

Uno de los primeros festivales que resultó afectado por la pandemia fue la vigésima tercera edición del Festival Eurojazz. Este evento que se realiza cada año en el Centro Nacional de las Artes, tuvo la fortuna de completar las tres cuartas partes de sus actividades, ya que a partir de que se declaró la emergencia sanitaria fue necesario cancelar las presentaciones del último fin de semana.

Bajo el título: “Tambores a Distancia, quédate en casa y juntos disfrutaremos el 17avo. Festival del Tambor y las Culturas Africanas”, se verificó de manera virtual este evento que año con año ofrece un homenaje a nuestra tercera raíz., En esta ocasión el público disfrutó de tradiciones orales africanas, información sobre la diáspora, tutoriales de música, danza e instrumentos musicales, mujeres percusionistas exponentes de la tradición clásica y contemporánea y la participación de grupos artísticos nacionales y extranjeros.

Casi para cerrar el año, y con más experiencia en lo que respecta a la organización de actividades en línea tuvo lugar la séptima edición del Festival de Blues y Jazz del Desierto, que se transmitió desde Saltillo, Coahuila. Este evento en el que sobresalió la participación de agrupaciones musicales de distintos lugares de la República, fue el marco para rendir homenaje a dos personajes importantes en el mundo de la música y la cultura coahuilense, el Lic. Javier Villarreal Lozano y el músico de blues, Sergio Timo Quintana quienes fallecieron en 2020.

Otro evento que también tuvo lugar fue la cuarta edición del Festival Internacional de Jazz de la Huasteca en Ciudad Valles, San Luis Potosí, organizado por Luis Monroy, de Monroy Blues y la maestra Irma Suárez Rodríguez, catedrática de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. En atención a las condiciones imperantes por la pandemia, en esta ocasión, el festival se realizó de manera virtual con la ventaja de que pudo ser presenciado por cualquier persona, desde cualquier parte del mundo. Además de la actuación de grupos musicales y representantes de México, Chile, Bélgica, Argentina, Holanda, Cuba y Brasil, también dio cabida a conversatorios, conferencias y talleres musicales.

Finalmente, uno de los últimos grandes festivales fue el que tuvo lugar en Ciudad Juárez, Chihuahua. La celebración de ese Vigésimo Tercer Festival de la Ciudad tuvo como objetivo fortalecer la creación de espacios para la expresión cultural de los jóvenes y de la sociedad en general, y la formación de un frente común institucional de encuentro para ampliar la cultura a través de eventos artísticos y la participación ciudadana. En esta celebración que se extendió a lo largo de varios días, hubo grupos musicales y de danza nacionales e internacionales y presentaciones escénicas.



Parte 4

2020 fue un año de mucho dolor, de grandes pérdidas para muchas personas. Familiares, amigos, compañeros, todas las personas, de una forma o de otra han lamentado la partida de algún ser querido o por lo menos de un conocido. En el ámbito musical no hubo excepciones. En el blues en México destaca la ocurrida el viernes 3 de julio, cuando falleció víctima de Covid -19, el guitarrista argentino Ángel D’ Mayo, quien radicaba en la Ciudad de México desde hace más de 12 años.

Para la comunidad bluesera de México, era un artista muy conocido porque desde su arribo se mantuvo en la escena musical capitalina, y gozó del privilegio de presentarse en prácticamente todos los espacios que estuvieron disponibles para su música. Otras víctimas connacionales que lamentablemente ya no estarán físicamente con nosotros, pero que serán recordados por su legado musical son Óscar Chávez, Yoshio, Napoleón y Armando Manzanero.

La tragedia que azota en este momento a todo el mundo se ha llevado muchas vidas, sobre todo, a personas que estaban enfermas o su edad era avanzada. A principios de 2020 eran los primeros días en que no se vaticinaba aún el horror que ha traído el COVID. Nadie vislumbraba la magnitud de la pandemia, pero los titulares de los periódicos hablaban del rápido avance que el virus había tenido en China y que en Europa, los miles de contagiados y los enfermos graves saturaban los hospitales.

En medio de esta situación, el mundo del jazz tuvo a una de sus primeras víctimas y aunque se desconoce la causa real de su muerte, el hecho es que ya no está más con nosotros. Los jazzófilos perdimos a Alfred McCoy Tyner el 6 de marzo pasado. Se trata de uno de los más grandes pianistas que han existido en el mundo. Un músico que nació en Filadelfia el 11 de diciembre de 1938 y que trabajó con John Coltrane. Sus interpretaciones y su estilo, han marcado a muchas generaciones de pianistas. Autor de más de 40 discos, transitó por varios estilos del jazz.

A los pocos días del fallecimiento de McCoy Tyner, también partió un personaje muy importante en la música africana que llegó a vender hasta 10 millones de discos. Con apenas 66 años el 19 de marzo murió en París Aurlus Mabélé, un músico que nació en Brazaville, la capital de la República del Congo en África Central y a quien se le conoció como “El rey del soukus”, un género musical bailable que se popularizó en la década de los 60 del siglo pasado con el grupo que formó y que se llamaba Loketo.

La racha de pérdidas en el mundo musical se intensificó en marzo. Al día siguiente, es decir, el viernes 20 el músico y cantante de country, Kenny Rogers también se fue. Él falleció a los 81 años. Vendió a lo largo de su vida, más de 100 millones de discos y siempre anduvo en las nubes del top ten.

Y las pérdidas en marzo continuaron: Tocó a otro africano: Manú Dibanjo, la leyenda del afrojazz, quien murió en París el 24 de marzo a los 76 años de edad. Este multiinstrumentista camerunés, pues tocaba el sax, el piano y el vibráfono, fue también director de orquesta, compositor y cantante, fue un músico muy reconocido por sus colaboraciones con la orquesta de salsa Fania All-Stars, con los africanos Fela Kuti y Salif Keita; con Peter Gabriel, Herbie Hancock, el cubano Eliades Ochoa, entre otros.

Marzo se acabó pero las pérdidas siguieron. El primer día de abril la comunidad jazzística sufrió otro duro golpe. El padre de la dinastía Marsalis, padre de Wynton (trompetista y director artístico de la orquesta Jazz at Lincoln Center), Branford (sax tenor y soprano), Delfeayo (trombón) y Jason (batería), todos ellos también jazzistas internacionales de primer nivel. El patriarca Ellis Marsalis falleció a los 85 años en Nueva Orleans y será recordado no sólo como un extraordinario pianista, sino principalmente como un educador musical

Opacado por la partida de Ellis Marsalis, ese mismo día, el 1º de abril murió a los 94 años Bucky Pizzarelli. Era un jazzista de la vieja guardia. Tocaba la guitarra y el banjo y colaboró con muchos músicos de antaño entre los que pueden mencionarse a Les Paul, Stephane Grappelli y Benny Goodman. Fue padre de dos excelentes músicos, el guitarrista de jazz John Pizzarelli y el bajista Martin Pizzarelli.

Después siguió Luis Eduardo Aute, el 4 de abril. Falleció a los 76 años pero no se puede atribuir oficialmente su deceso al COVID pues desde el año 2016 tenía problemas graves de salud, así que este artista filipino que ha sido referente de la música española deja una extensa colección de discos, poemarios, y pinturas.

El día 7 de abril tuvimos la pérdida de otro músico, John Prine, quien tenía 73 años y fue un cantautor de folk y country. Más adelante, el 15 de abril falleció otro jazzista y saxofonista de antaño. Lee Konitz, quien disfrutó del escenario en compañía de las grandes estrellas de éste género como Miles Davies, Lennie Tristano, Gill Evans, Gerry Mulligan, la orquesta de Stan Kenton, Dave Brubeck, Ornette Coleman, Charles Mingus, Elvin Jones, Bill Frissell, entre otros.

Le siguió el día 30 de abril Óscar Chávez, y en mayo el compositor, cantante y escritor brasileño Aldir Blanc, quien murió a los 73 años. Y después el 9 de mayo el arquitecto del rock and roll, Little Richard, cantante, compositor y pianista, él perdió la vida en Macon, Georgia, a los 87 años. A lo largo de su vida transitó por el rock, el soul, góspel, rhythm and blues y funk.

En la cultura coahuilense, el Lic. Javier Villarreal Lozano y el músico de blues, Sergio Timo Quintana también desaparecieron más avanzado el año. Desafortunadamente, la lista siguió alargándose de manera imparable el resto del 2020 y lo peor es que continúa en 2021.

Los artistas que partieron son sólo una muestra del potencial destructivo de la pandemia, por lo que no resta, en este resumen musical de 2020, más que instar a los lectores para contribuir con comportamientos y hábitos higiénicos, a detener los contagios y que la música vuelva a recuperar su volumen, se perfilen nuevas formas de expresión a partir de la creatividad de los artistas que seguramente encontrarán maneras para hacer sonar sus composiciones y hacerlas llegar al público a través de conciertos en línea, así como la promoción de lanzamientos musicales, de alianzas y estrategias para hacer productiva a la industria musical en sentido económico, y también para la creación de fondos de ayuda para los artistas, uno de los sectores más afectados por esta crisis. Mientras tanto, sigamos escuchándola en la intimidad y seguridad del hogar.