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Strange Fruit I

Como si fuese una fotografía borrosa o un cuadro de pinceladas rápidas, el viajero que cruza la región del Mississippi en tren, puede ver el correr del paisaje desde su ventanilla: los postes telefónicos, las pequeñas cabañas, un puente aquí y allá sobre el poderoso río, un cruce a nivel con algún camino que se adentra en una granja inabarcable con la vista, los árboles majestuosos cargados de frutos… Una tras otra van pasando rápidamente todas estas imágenes, pero con tiempo suficiente para dedicar un saludo a viajero, quien lo recibe complacido.

Al abrir la ventanilla por la que está mirando, el viajero puede percibir también los olores; sólo aquellos más intensos, pues la velocidad suprime los matices más delicados. El aroma de la ribera del río. El olor húmedo de la arcilla lamida por las aguas, de los lodos secándose al sol, de las algas abandonadas en tierra. El espeso aroma de las cuadras, de los animales, de su sudor, de sus orines y excrementos. Un olor acre pero no desagradable para quien conoce el campo.

El aroma de la vegetación exuberante, de los miles de plantas. Olor a madera, a hojas, a flores y a frutos; destacando entre todos, el olor de las magnolias, intenso y penetrante. Y cuando el humo de alguna chimenea próxima a la vía acaricia los costados del ferrocarril, también se aprecia el olor de la comida: salchichas, catfish, neckbones, frijoles. El olor de las comidas humildes de los campesinos.

Todos ellos crean un perfume único, embriagador, casi narcótico. El Viejo Sur acuna a los viajeros y les arrulla para que puedan dormir plácidamente la siesta mientras lo trenes en los que viajan compiten contra sus imágenes reflejadas en el Mississippi en una carrera que es casi como un juego de niños que no quiere acabar.

Sin embargo, cuando en la estación el viajero desciende del tren, la realidad se empieza a dibujar con más nitidez y pueden distinguirse los frutos que cuelgan en las ramas de los árboles. Se puede ver la sangre en las hojas, en los troncos y en las raíces. Sangre perteneciente a los cuerpos de los negros mecidos por la cálida brisa del Sur. Una fruta extraña, con los ojos saltones, la lengua fuera, la boca retorcida, el cuello roto. Y entre el olor de las magnolias llega una bocanada de aire que huele a barbacoa, a carne quemada. La carne de aquellos hermanos negros que no pudieron correr lo suficiente cuando la multitud fue a buscarlos…

El Viejo Sur arrulla la siesta de los viajeros con las nanas de los chasquidos de los látigos, con las canciones de cuna de la piel crujiendo al quemarse, con el tarareo de los gritos de horror de los hombres, mujeres, jóvenes y niños, cuando lo último que ven en este mundo es la soga bajando a su cuello. Sí, el Viejo Mississippi es exquisito y educado. Nunca deja pasar la oportunidad de ser caballeroso con las mujeres y siempre saluda al viajero, sobre todo si este es negro…

Fue de esta manera cómo, dolorosamente, Lady Day (Billie Holiday) narró el viaje al Sur, convirtiendo en canción inolvidable el poema escrito por Abel Meerepol. El poema fue la reacción intelectual de este escritor al ver la foto del linchamiento de Thomas Shipp y Abram Smith, dos hombres negros acusados del atraco y asesinato de un hombre blanco en Marion, Indiana. Ambos fueron encarcelados hasta que la noche del 7 de agosto de 1930, una multitud entró en la cárcel y, ayudados por los hombres del sheriff, prendieron a los acusados y les administraron justicia al estilo americano: les golpearon y les colgaron de un árbol.

Se vendieron miles de copias de la foto que del evento hizo Lawrence Beitler, pues era habitual en aquella época usar este tipo de fotografías como postales. El espanto que sintió Meerepol cuando vio una de éstas le persiguió durante años en sus pesadillas y no tuvo más remedio que expresar su asco mediante el poema que escribió en 1937.



El músico y voz de los desgraciados, Josh White grabó en 1942 una versión igualmente dura de esta canción. No es de extrañar que White pusiese toda su pasión en ella, pues había sufrido en primera persona este tipo de ataques durante gran parte de su vida. En 1921, cuando sólo contaba con 7 años de edad, un cobrador de deudas blanco entró en su casa y, ante la negativa a pagar por parte de sus arruinados padres, el cobrador les insultó y escupió en el suelo de la casa. El padre de Josh White, Dennis, no aguantó la ofensa y agarrando por el cuello al cobrador, le echó de la casa.

No tardaron mucho en llegar cinco ayudantes del sheriff con la intención de arrestar a Dennis. Para dar una lección al resto de habitantes negros del barrio (“no se os ocurra poner las manos encima a un blanco”) lo golpearon, lo ataron a un caballo y lo arrastraron por las calles de la ciudad. Dennis nunca se recuperó ni física ni mentalmente de aquella experiencia y murió en una institución mental 9 años después. Josh White aceptó al año siguiente de aquel suceso el trabajo de lazarillo y acompañante musical de John Henry “Big Man” Arnold, un músico ciego ambulante con el que recorrió el sur de los Estados Unidos, desde Florida hasta Texas.

La vida que llevaron fue de auténticos hobos, vestidos con harapos, durmiendo al raso y comiendo la mayoría de los días un único y raquítico bocado. Eran años muy peligrosos para un negro que viajase por aquellas tierras y durante aquella época Josh White fue testigo de ‘tarred and featherings’ (Castigo consistente en emplumar a una persona. Para ello se le cubre el cuerpo con brea o alquitrán para posteriormente echar sobre plumas que se adhieren a la brea), ahorcamientos, incluso de la quema de un chico negro.

El propio White estuvo a punto de ser protagonista de uno de estos linchamientos cuando fue arrestado al ser confundido con un fugitivo. White escapó de aquella situación llevándose solamente una paliza en el calabozo. Ya de mayor, cuando era un músico con cierta fama, sus canciones críticas y sus coqueteos con los comunistas le supusieron el continuo hostigamiento por parte de los “valientes defensores de la supremacía blanca” aka Ku- Klux-Klan, así como del macarthismo (Episodio de la historia norteamericana que, durante los años 50, consistió en la acusación de realizar actividades anti-americanas -léase, ser comunista- promovido por el senador McArthy. Los acusados carecían de la presunción de inocencia, pasando directamente a ser enjuiciados en procesos irregulares, recordando a los autos de fe inquisitoriales, de ahí que también se conociese como la Caza de Brujas).

Alan Lomax escribió la siguiente nota en la versión de Strange Fruit de Josh White incluida en un LP de Decca de 1949: “Mix misery with ignorance and the product is bound to be hate and blind prejudice… It happened in Jerusalem and it happened in Germany. And it happens in America”. (“Mezcla miseria con ignorancia y el producto es odio y prejuicios ciegos… Ocurrió en Jerusalén y en Alemania. Y está ocurriendo en América”).


Strange Fruit – Josh White


La historia de los Estados Unidos corre innegablemente cogida de la mano de las historias del pueblo afroamericano: los negros han sido testigos y actores principales en los eventos más importantes acaecidos en Norteamérica desde que el primer barco negrero desembarcó en el continente en 1637. Desgraciadamente, el papel que les era reservado era el de esclavos y, cuando por fin consiguieron la libertad, su persecución no terminó y los supremacistas blancos, superados en número en muchos de los estados del Sur y, acomplejados y temerosos de perder su poder en aquellas tierras, impusieron leyes segregacionistas, castigando cruelmente a los infractores de estas, con el objeto de hacer cundir el desaliento y el miedo entre la población negra.

Se tiene constancia de que entre 1882 y 1927, 3,513 negros fueron ajusticiados públicamente, siendo 1892 el peor año, con más de doscientos linchamientos. Estos actos eran auténticos acontecimientos sociales, a los que acudían prácticamente todas las personas, no solo del lugar donde se celebraban, sino también de las poblaciones en varios kilómetros a la redonda. Hombre, mujeres y niños observaban estos horrendos crímenes en una catarsis comunitaria salvaje y ancestral, donde los asistentes gritaban, vociferaban, bebían, trataban de hacerse con trozos del ajusticiado…

Adjunto se puede leer el recorte de prensa del New York Times del 2 de febrero de 1893 en el que se da cuenta del linchamiento del afroamericano Henry Smith en Paris, Texas. Smith fue acusado de asesinar a la hija de cuatro años de un policía blanco. Cuando le arrestaron, fue colocado en un cadalso a la vista de 10,000 personas y torturado con hierros al rojo vivo que le fueron introducidos en la boca, en los ojos y en el ano, para, posteriormente, ser quemado aún con vida ante el júbilo y regocijo de los allí presentes Una ver terminado el macabro festejo, parte de los asistentes se lanzó sobre las cenizas para rescatar fragmentos de huesos o dientes como trofeos o recuerdos de ese día.



El ajusticiamiento de Smith es considerado el primer linchamiento público de masas. Esto hechos no eran aislados y cada vez que se producía uno, se tomaban fotos y se grababa en fonógrafo el sonido ambiente, tanto los gritos cargados de sadismo del público como los gritos de horror de los linchados. Como vemos, tenían una gran difusión, no solo local, sino también nacional, de manera que todos los estadounidenses tenían conocimiento de lo que estaba sucediendo en esas tierras. Sin embargo, pocas fueron las voces que se elevaron para denunciar esta miserable faceta de Norteamérica.

Una de ellas fue la de Sammy Price, el pianista de boogie-woogie que grabó una versión muy personal del tema popular Hesitation Blues, en la que cambió el estribillo original por unos versos referidos al linchamiento de Jesse Washington. Washington era un adolescente negro que en mayo de 1916 fue acusado de violar y asesinar a la mujer de su jefe en Robinson, Texas.

Sin testigos ni pruebas, tan solo una confesión obtenida a la fuerza, una corte de la próxima ciudad de Waco le condenó a muerte en un juicio que duró menos de una hora. Dictada la sentencia, el joven fue arrastrado fuera del tribunal, le cortaron los genitales y los dedos de las manos y le colgaron vivo encima de una hoguera. En el linchamiento estuvieron presentes 10,000 de los 30,000 habitantes de la ciudad, entre ellos muchos niños que tomaron su almuerzo mientras presenciaban el ajusticiamiento. Los trozos de cuerpo de Washington fueron vendidos como suvenires y las imágenes que los fotógrafos tomaron, se usaron como postales, que por su parte trasera tenía escrita la siguiente frase: “This is the barbecue we had last night. My picture is to the left with a cross over it. Your son, Joe [Myers]”. (“Esta es la barbacoa que tuvimos la noche pasada. Mi imagen está a la izquierda, con una cruz encima. Tu hijo, Joe [Myers]).

Sammy Price recuerda que cuando era niño, hubo un linchamiento en Robinson, Texas (posiblemente Price confunde el lugar donde Washington cometió el asesinato con el lugar donde fue linchado) y que su madre, su hermano y él cantaban una parodia de la canción Hesitation Blues refiriéndose a la muerte de Washington en Robinsonville, con

la siguiente estrofa:

Tanto Billie Holiday como Josh White, cuando grabaron Strange Fruit, lo hicieron en Nueva York, una ciudad en la que las leyes Jim Crow y los linchamientos eran una realidad lejana. Lo mismo sucede con otra de las canciones más populares sobre el tema: Mississippi Goddam (Maldito Mississippi), de Nina Simone. Escrita en 1963 y grabada en el Carnegie Hall de Nueva York al año siguiente, fue la respuesta de esta cantante y pianista al asesinato de cuatro niños negros por la explosión de una bomba lanzada dentro de una iglesia en Birmingham, Alabama. Nina Simone prefirió canalizar su ira a través de la música, desechando su primer impulso de salir a la calle con una pistola y matar a cuantos blancos se cruzasen en su camino.

La canción se convirtió en un alegato anti-racista, con una letra conmovedora y muy muy dura, aunque en el fondo no dejaba de ser una canción de ciudad, salida de las calles de la Gran Manzana y no de los pueblos rurales del Sur:


Mississippi Goddam – Nina Simone


La sucesión de este tipo de ataques fue también la gota que colmó el vaso para uno de los mejores y más combativos músicos salidos del Mississippi. Se trata de J. B. Lenoir, quien entre 1965 y 1966 realizó en Chicago, junto a Willie Dixon y Fred Below, las grabaciones más críticas realizadas hasta la fecha por un músico de blues. Entre las canciones que grabó se encuentra Alabama Blues, en la que declara que nunca volverá a Alabama, ese no es su sitio pues allí los policías matan a los negros impunemente:


Alabama Blues – J. B. Lenoir


Otras canciones grabadas en aquellas sesiones, como Down In Mississippi o Born Dead (con su frase demoledora: “todos los niños negros nacidos en el Mississippi, ya sabes, los niños pobres, nacen muertos”), también hacen una crítica a la situación social de los negros en el Sur de los Estados Unidos:


Born Dead – J. B. Lenoir


Merece la pena ser mencionada también la canción grabada en la sesión del año 1966, Shot on James Meredith, que cuenta el intento de asesinato del activista James Meredith durante una marcha antirracista llamada March Against Fear (Marcha Contra el Miedo). Esta marcha en solitario pretendía cubrir los trescientos cincuenta kilómetros que unen Memphis, Tennessee, y Jackson, Mississippi, con la intención de motivar a los negros para que perdiesen el miedo y votasen defendiendo sus derechos. Al poco de comenzar la marcha un individuo disparó contra Meredith.

Mientras éste se recuperaba en el hospital, cientos de activistas decidieron de forma espontánea continuar la marcha que había comenzado su compañero, no sin dificultades (detenciones, prohibiciones de paso y acampada, cargas policiales desproporcionadas… ¿no les recuerda a algo?). Finalmente, veinte días después de ser disparado, Meredith pudo abandonar el hospital y terminar la marcha.

J. B. canta: ellos le dispararon como a un perro; Sr. Presidente, me gustaría saber qué va a hacer ahora; creo que no hará nada (They shot James Meredith down just like a dog; Mr. President I wonder what are you gonna do know?; I don’t believe you’re gonna do nothing at all):


Shot on James Meredith – J. B. Lenoir


El hostigamiento a los defensores de los derechos civiles, como Meredith, fue una constante durante los años 60. Triste es el recuerdo del asesinato de Malcolm X en la mismísima Nueva York en 1965 o el de Martin Luther King Jr., en 1968 en el Hotel Lorraine de Memphis, Tennessee, a unas pocas calles de los míticos estudios Sun Records. A éstos hay que añadir el de Medgar Evers, héroe de guerra durante la II Guerra Mundial y líder de la NAACP (National Association for the Advancement of Colored Peopel), una asociación con más de 100 años de historia dedicada a la defensa de los derechos civiles. Este papel en la NAACP y tareas como investigar el asesinato de Emmett Till pusieron su nombre en los primeros puestos de la death list de los supremacistas blancos.

Emmett Till era un joven de 14 años que fue linchado brutalmente en 1955 por silbar a una mujer blanca. Su asesinato conmocionó a la opinión pública y supuso un punto de inflexión en la lucha por la igualdad. El movimiento intelectual afroamericano, con el Harlem Renaissance a la cabeza, estuvo muy presente en los actos que siguieron a la muerte, como el juicio a sus asesinos o el entierro del muchacho, al que también acudieron músicos como Willie Dixon y Dinah Washington.

Tal es así que en la noche del 12 de junio de 1963, el mismo día que John F. Kennedy dio su discurso en apoyo a la lucha por los derechos civiles, Evers fue disparado por la espalda en la puerta de su casa por un miembro del White Citizens’ Council, un grupo racista con lazos con el Klan, nacido en los años 50 para luchar contra la integración en las aulas.

Charles Evers, hermano mayor de Medgar también fue un firme defensor de los derechos civiles, motivo por el que fue acosado por los segregacionistas hasta que, en 1956, abandonó el pueblo de Philadelphia, Mississippi, así como su negocio funerario y su carrera como disk jockey en un programa de blues de una emisora local. Se trasladó a Chicago, donde abrió varios garitos en los que contrataba para sus actuaciones a músicos nacidos en el Mississippi que habían emigrado a Chicago buscando una oportunidad: Muddy Waters, Elmore James, B. B. King… Cuando su hermano fue asesinado, regresó al Sur para ocupar su puesto en la NAACP y consiguió ser el primer alcalde negro de los Estados Unidos, concretamente del pueblo de Fayette, Mississippi.

Diez años después del asesinato de Medgar, su gran amigo B. B. King le propuso crear el Medgar Evers Homecoming, un memorial de tres días en el que se realizan conciertos, desfiles y barbacoas que sirven para mantener vivo el recuerdo de su hermano. Este año 2012 se cumple la cuadragésimo octava edición (48th). El libro de Andrew Szanton Have No Fear: The Charles Evers Story, cuenta todos estos hechos de la vida de Charles Evers a través de docenas de entrevistas. Ni siquiera los blancos preocupados por la situación de sus semejantes afroestadounidenses podían considerarse a salvo: los supremacistas veían un pecado gravísimo confraternizar con los negros y, en algunos casos, lo pagaron con su vida. Viola Liuzzo era una mujer blanca de Detroit, madre de cinco hijos y comprometida con la lucha por los derechos civiles. En 1965 participó en la tercera de las conocidas como Selma to Montgomery marches, tres marchas que tuvieron lugar aquel año para pedir el voto de los ciudadanos negros. La primera de ellas fue conocida como el Bloody Sunday, debido a la brutal carga policial que terminó con cientos de heridos.

Cuando Liuzzo se dirigía en coche, tras la tercera marcha, rumbo a Selma, Alabama, ayudando a un chico de 19 años, Leroy Moton, a llevar trabajadores que habían participado en la marcha de nuevo a su ciudad, un coche se puso a su altura, les sacó de la carretera y cuatro hombres armados del Klan, dispararon contra Viola y Leroy. Dos balas impactaron en la cabeza de Viola, acabando con su vida en el acto. Leroy tuvo más suerte y, aunque herido, sobrevivió gracias a que simuló estar muerto cuando los valientes hombres del Klan, se acercaron a rematar posibles supervivientes. La investigación que se llevó a cabo, demostró que uno de los asesinos era un informante del FBI. Dos semanas después del funeral de Viola Liuzzo, una cruz ardiendo fue colocada por el Klan en el jardín de su casa familiar…


Color Blind Angel – Robin Rogers


* Artículo originalmente publicado en los números 21 al 24 entre febrero y mayo de 2013