Especial de Medianoche

Recordando de nuevo a Magic Sam

La intensidad de Magic Sam creó ante todo una escuela guitarrística moderna y una forma de entender el blues de Chicago profundamente emotiva y plena. Hoy en día su sombra refrescante sigue cubriendo adeptos y emocionados fanáticos.

Su testamento: dos álbumes redondos grabados para Delmark, y un puñado de gemas anteriores firmadas para Cobra, además de tener grabaciones en directo y otros tantos cortes recopilados en discos compactos y viniles considerados de culto. Si lo breve es bueno, dos veces bueno.

Sam Maghett, que así se llamaba en realidad, pertenece a la “trinidad” de músicos explosivos que emergieron en el lado oeste de la ‘Ciudad de los Vientos’, a finales de los años cincuenta: Buddy Guy, Otis Rush y el ya citado hombre mágico. Los tres son de estilo salvaje y arrebatado para tocar el blues, y los tres destacaron por ser intérpretes de muchos temas compuestos por Willie Dixon.

Magic Sam inocula madrugadas y choque de copas con su música, pero también besos tiernos a la mujer amada y la vista persistente dirigida al techo, en los instantes en que uno permanece tumbado sobre la cama y con nada logra conciliar el sueño. La vigilia amorosa escuchando blues, es uno de los más efectivos remedios contra la soledad.

Cada quien puede combatir la vigilia amorosa escuchando la música que le plazca. En materia de blues, los mejores temas ad hoc se remontan de la década de los años setenta hacia atrás, hasta mero atrás, casi al inicio.

Pongamos de ejemplos: Help me through the day, con Freddy King, y All your love, himno clásico de Sam, como cabezas visibles de una cadena en retrospectiva engarzada caprichosamente. Ustedes pueden colocar los temas que gusten: Three O Clock (B.B. King), Reconsider Baby (Lowell Fulson), Hand in Hand (Elmore James), Five Long Years (Junior Parker), 24 Hours (Muddy Waters), Stormy Monday (Bobby Bland), Love in Vain (Robert Johnson), Why Don’t you Do Right (Lil Green), Sometimes I cry (Johnny Young). Los ejemplos son tan numerosos casi como las lágrimas emanadas cuando uno recuerda la frase lapidaria que originó el insomnio: adiós.

Si hablamos de rúbricas famosas, “My love never die” es para “Tiempo de Blues”, lo que “Sweet home Chicago” es para “El Blues Inmortal”, el binomio radiofónico más importante de nuestra historia bluesera en ondas hertzianas, pero con frecuencia los fanáticos confunden temas y emisiones, al igual que fechas, artistas y frecuencias, con tal ligereza, que la ignorancia y falta de oído campean en sus comentarios poco afortunados.

Cuando Sam Maghett le concedió en vida a Morris Holt el honor de ostentar el “Magic” en su nombre artístico, lo que en realidad transfirió no fue un simple adjetivo, sino el poder del vudú trasladado a las yemas de los dedos del gigantón requintista, en su máxima expresión. Con Magic Slim la leyenda furiosa del west side alcanzó nuevos bríos, nueva sangre. Otros depositarios de tal embrujo digital son: Eddie C. Campbell, Mighty Joe Young, Syl Johnson y Alabama Junior Pettis.

La esencia de Buddy Guy la encontramos en B.B. King, su gran modelo durante largos años y periodos. ¿Cuál es la esencia de Magic Sam? No existe una respuesta única. Para su época fue un compositor adelantado, un modernista ante todo. Del soul recoge la voz vibrante y la interpretación cuasi ultraterrena, del barrio los pecados continuos de una vida mundana que después traducirá en riffs y en composiciones inolvidables.

El círculo de sus acompañantes más cercanos era reducido: Mack Thompson (bajo), Eddie Shaw (sax), Odie Payne (batería), Joe Young (segunda guitarra) y su tío Shakey Jake Harris, un armonicista regular y magnífico cantante, que gustaba de rodearse de figurones para salir mejor librado.



“Call me if you need me” es, con mucho, el mejor tema de Harris, en parte gracias al requinto poderoso de Magic Sam. Es posible escucharlo en las reediciones de Cobra.

Como ya esbocé antes, si en algo Magic Sam no tiene competencia es en la intensidad y en la pasión de sus temas lentos, de carácter romántico. “My love never die” por ejemplo, escrita por Willie Dixon, es una descomunal declaración amorosa, adecuada para reproducirse lo mismo en una desaforada noche de hotel que en la antesala de los electroshocks en el psiquiátrico. De ese tamaño es la fuerza interpretativa, en voz y guitarra. Otros cortes recomendables son: I found a new love, Every night about this time, That´s Why I´m Crying, Come on this house, Out of bad luck, Easy Baby y Every night and every day.

El rasgeo de la guitarra de Sam es una caja de sorpresas. Gustaba conducirla según fuera el momento. A veces mesurada, otras tiernas, el jugueteo podía tornarse de pronto en una fiera amenaza que transmitía descaragas eléctricas a los escuchas, y también una ansiedad poco común para moverse y bailar.



En forma de tributo, en disco compacto o en vinil antiguo, el legado de Magic Sam ya es eterno. Descubrió nuevas rutas para el blues eléctrico. Abrevó tradiciones y las transformó en modernidades. “Su voz es como un grito, que llevo aquí en mi alma, aquí en mi corazón”. Su requinto desgrana florituras en cada nuevo alumno que va surgiendo con el tiempo, en cada espíritu arrebatado por su canto.


Magic Sam – All your love / Lookin’ good


Magic Sam – I have the same old blues