Jack Kerouac y la Ciudad de México
por Agustín Azcona Hernández
I
En 1955, pocos años antes de que el mundo conociera a la Generación Beat, el escritor Jack Kerouac vivió en la Ciudad de México, en donde conoció y se enamoró de Esperanza Villanueva, la mujer que le conseguía las drogas a su amigo Bill Garver.
Esperanza era una mujer de veintitantos años, sumamente bella, a quien Keroauc describió de la siguiente manera: “…sus ojos son radiantes y brillantes, sus mejillas están humedecidas por la niebla y su pelo indio es negro y fresco y está peinado con dos trenzas brillantes enrolladas hacia atrás (el perfecto peinado estilo Catedral India)”.
Basado en la figura de esta mujer, quien al pasar por las avenidas atraían fuertemente la mirada de los hombres, Kerouac escribió el libro Tristessa, en donde narra su frustrado amor hacia la joven drogadicta, (Esperanza adquirió una severa adicción por la morfina), teniendo de fondo la Ciudad de México.
México, es oportuno recordar, en aquel momento vivía la etapa conocida como desarrollo estabilizador. El precio del dólar era de 12.50 pesos, los cines más famosos eran el Olimpia, Orfeón y México, en donde se proyectaba ‘Ensayo de un crimen’ de Luis Buñuel. En los deportes, el campeón de Liga había sido el Zacatepec y la canción que más se escuchaba en la radio era, Contigo, de los Panchos.
II
Los escritores de la Generación Beat encontraron en México un lugar mágico y místico. En palabras del poeta mexicano, Homero Aridjis “para los beatniks, el nuestro era un país que representaba la libertad social y cultural, que tenía sus represiones, desde luego, pero muchos venían de la Guerra de Corea, por otro lado, ya se estaba gestando la guerra de Vietnam y todavía se sentían los estragos de la Segunda Guerra Mundial”.
En la Ciudad de México la creatividad de los beatniks se desbordó, lo que tuvo como consecuencia que Kerouac escribiera Tristessa, Vanity of Duluoz y México City Blues; William Burroughs, a su vez, concibió Yonki; por su parte, Gregory Corso trazó lo que sería su libro Gasoline.
Este grupo de escritores vio en nuestro país un refugio en donde terminar de forjar su ideología, que a la larga derivó en movimientos de protesta de varias minorías como mujeres, personas de color y homosexuales, por lo cual no es aventurado afirmar que México ejerció influencia decisiva en su obra literaria.
III
De acuerdo a Jorge García Robles, sociólogo especialista en el tema, Tristessa fue la gran novela beat sobre México. En ella, nuestro país, a través de la Ciudad de México, aparece como un espacio simbólico (a la manera de Bajo el volcán de Lowry y El poder y la gloria de Greene). El libro es denso, sombrío y en muchas ocasiones deprimente, sin embargo la imagen que Keroauc presenta de la ciudad es también esperanzadora: “A pesar de que México es muy pobre, de que la gente es muy pobre, todo aquí se hace con alegría y desenfado, no importa lo que sea”.
Kerouac, quien más tarde se haría famoso con la publicación de su libro, En el camino, vivió en un cuarto de azotea de la colonia Roma, un lugar sin luz ni agua ubicado en la calle de Orizaba, desde donde se desplazaba, muchas veces caminando, hacia la zona centro de la ciudad con el objetivo de encontrar (sin éxito) a Esperanza Villanueva. A su paso la escenografía estaba plagada de cantinas, puestos de comida, prostitutas, cines, parques, todos ellos elementos mencionados con detalle en Tristessa.
Pero, ¿cómo describe Kerouac a la Ciudad de México en Tristessa?, aquí lo mostramos a detalle:
Garibaldi
“Camino por la Plaza Garibaldi donde la policía acecha, bizarros tumultos de gente se aglomeran en las angostas calles alrededor de apocados músicos, que tocan débilmente sus trompetas cerca de las banquetas… Las marimbas resuenas en los grandes bares…”.
San Juan de Letrán (hoy Eje Central)
“Deambulo por la Oficina de Correos, cruzo el final de la Avenida Juárez, el Palacio de Bellas Artes está hundido muy de cerca… Me dirijo a San Juan de Letrán y camino con rapidez 15 cuadras, deteniéndome en un lugar en donde hacen deliciosos churros cortando trozos de harina fresca y caliente, con azúcar y mantequilla, que luego fríen en una olla llena de aceite”.
“Al final de San Juan de Letrán están unos últimos bares rodeados de céntrica niebla, con los adobes rotos, sin malvivientes ocultos, construidos con madera, malsanos y húmedos, con el drenaje visible y charcos y zanjas de metro y medio llenas de agua en el fondo… Observo las tristes puertas de estos últimos bares donde se reflejan los encajes dorados y brillantes de las mujeres, me siento como si volara en un jet, como pájaro en pleno vuelo… en el interior un conjunto toca un cha cha chá”.
La música
“Vivir para morir, hay una triste canción que a veces escucho en mi cuarto de azotea del distrito del Tejado, ubicado en la parte más alta, con velas, esperando el Nirvana o a Tristessa… Ninguno viene… a mediodía escucho La Paloma, emitida por radios mentales al final del camino a través de las ventanas de las casas”.
Las lluvias
“Afuera está nublado. Ha dejado de llover después de que durante el amanecer llovió más fuerte que nunca. Debido a la tormenta, a 40 mil familias se les inundaron sus casas en el noroeste de la Ciudad de México”.
La Colonia Roma
“Llego a la encantadora calle de Orizaba (después de pasar por unos anchos y lodosos parques cerca del Cine México, y por la triste calle del tranvía llamada General Obregón, en plena noche lluviosa, con rosas en los cabellos de su madre). En la calle de Orizaba hay un parque verde en forma de glorieta con una maravillosa fuente en el centro rodeada de espléndidas residencias construidas de piedra, vitrales, antiguas rejas y adorables y majestuosas volutas garigoleadas, que al verlas a la luz de la luna se mezclan con la magia de la arquitectura), diseñadas para pasar noches maravillosas en casa. Pretenden ser andaluzas. A las dos de la mañana la fuente no arroja agua, pero es como si lo hiciera debido a la lluvia torrencial que cae”.
Calles coloridas
“La gente comienza a dirigirse a sus trabajos, pronto la pálida luz del amanecer destaca el increíble colorido de México: el azul tenue y el morado fuerte de los rebozos de las mujeres y los labios suavemente rosados de las personas que normalmente se ven azules”.
Tristessa queda como testimonio del México de 1955, de la relación destructiva de Jack Kerouac con Esperanza Villanueva y de la admiración de los beatniks hacia nuestro país. O, como lo resume el autor en el libro: “Todo México es una aventura bohemia que sucede en el desnudo y enorme valle nocturno de piedras, velas y niebla”.