Lado B

Los seudónimos, una tradición bluesista

En el mundo del espectáculo es muy común el uso de nombres artísticos. Los artistas y los músicos normalmente cambian su nombre y con este nombre son conocidos durante toda su carrera. Muy rara vez son conocidos por su verdadero nombre o su nombre de pila. En su mayoría, el nombre artístico es parte del paquete de mercadotecnia y comercialización que la industria del espectáculo le ofrece a la figura que lanzará a promoción.

En la escena del blues desde sus orígenes paso algo similar, aunque el objetivo no fue en esencia la comercialización del músico, sino básicamente se hizo una tradición el uso de seudónimos entre los músicos, ya sea que el mismo músico se auto bautizaba con uno, o los demás músicos se lo imponían para identificarlo en el medio.

Algunas veces las condiciones físicas de los músicos servían de inspiración para la creación de sus seudónimos, como en el caso de aquellos que eran invidentes, que en su nombre utilizaban el apodo “Blind” (ciego o invidente). “Blind” Lemon Jefferson, “Blind” Blake, “Blind” Willie Johnson, “Blind” Boy Fuller, son solo algunos ejemplos de los músicos que en sus nombres utilizaron este seudónimo. Otros músicos que fueron bautizados de acuerdo a sus características físicas, fueron Willie Smith, quien fue apodado por sus compañeros músicos con el seudónimo de Willie “Big Eyes” Smith por su contundente mirada y sus ojos grandes, y los músicos “Peg Leg” Sam y “Peg Leg” Howell quienes carecían de una pierna. 

En otros casos, los apodos se los ponían los miembros de su propia familia, como en el caso de Mckinley Morganfield, que al inicio de su carrera musical cambió su nombre de pila por el de “Muddy Waters” (aguas lodosas), seudónimo que originalmente le puso su abuela, Della Grant, cuando era un niño, porque tenía por costumbre jugar en los charcos de agua lodosa que se hacían en las cercanías de la plantación de Stovall, cerca de Clarksdale, Mississippi.

Otro ejemplo de un músico que fue apodado por un familiar es el de Chester Arthur Burnett, cuyo apodo “Howlin’ Wolf” (lobo aullador), se lo puso su abuelo pues según se sabe, de niño Chester se sentía asustado con las leyendas acerca de los lobos aulladores que llegaron a devastarlo.

El músico Riley Ben King  viajó a la ciudad de Memphis, en el estado de Tennessee, para iniciar su carrera musical donde llegó a formar varios grupos. En esta ciudad conoció a “Sonny Boy” Williamson II, con quien colaboró como disc-jockey en su programa de radio King Biscuit. En la emisora lo llamaban “Blues Boy”, apodo que abreviaría para formar su nombre artístico B.B. King.

William Thomas Dupree, fue un pianista cuyo seudónimo “Champion Jack” surgió de su inclusión al boxeo en donde destacó en ese deporte con 107 combates, ganando los guantes de oro entre otros campeonatos. Un seudónimo que causó una seria controversia en el medio bluesista fue el de “Sonny Boy” toda vez que originalmente el apodo fue puesto a un músico de nombre John Lee Williamson, un hijo de granjeros que aprendió solo a tocar la armónica y actuaba en los llamados medicine shows, en donde lo bautizaron con el nombre con el que se hiciera famoso “Sonny Boy” Williamson.

Su fama y éxito fue tanta que tuvo diversos imitadores en el medio de la música, siendo el más descarado pero a la vez el más famoso, un  músico de nombre Rice Miller, quien no se molestó en cambiar una sola letra del seudónimo de John Lee, bastó con solo utilizar el número II romano en él, pero únicamente a manera de un detalle de distinción, motivo por el cual fue buscado por el “Sonny Boy” original, pistola en mano, para ajustar cuentas sin llegar a mayores consecuencias.      

Un músico más que decidió usar el seudónimo de otro músico fue el famoso pianista, Joe Willie “Pinetop” Perkins, quien tomó prestado el apodo “Pinetop” de otro pianista de boogie-woogie Clarence “Pinetop” Smith, en esta ocasión suponemos que fue con la debida autorización del propio Smith.

Robert Lee Mc Coy fue un músico de slide blues del Delta de finales de los años 30, que vagaba junto a su inseparable guitarra y que dedicó una canción a los halcones nocturnos que volaban por los cielos americanos, la canción se llamó “Prowling Night Hawk”, de ahí surgió su seudónimo con el que se le conoció durante toda su carrera musical Robert  “Nighthawk”.

Es por demás famosa y conocida la historia de Robert Johnson y la venta de su alma al diablo a cambio del talento musical que lo llevó a la fama, pero él no fue el primero en utilizar al demonio como un arma publicitaria, antes, un bluesman de nombre Peetie Wheatstraw, usó los seudónimos “Devil´s son in law” (el yerno del diablo) y “Sheriff of hell” (el sheriff del infierno), apodos que según afirmaba su biógrafo Paul Garon, le daban al músico un toque de poder, de oposición y de resistencia.

Algunos apodos son por demás curiosos y raros, tal es el caso del músico Clarence”Gatemouth” Brown, a quien su profesor de secundaria le puso el seudónimo de “Gatemouth” (puerta de entrada) porque consideraba que Clarence tenía la voz similar a una puerta. En enero de 1955 el sello discográfico Vee-Jay le dio una segunda oportunidad a Eddie Taylor, quien junto a Jimmy Reed en la armónica y guitarra y en la batería, Ray Scott grabaron diversos temas, entre ellos “Big Town Playboy”, canción emblemática que le proporcionó su apodo para llamarse en lo sucesivo Eddie “Playboy” Taylor.

El primer seudónimo de Edward Harrington fue el de “Clearwater” (agua clara o limpia) como sugerencia del baterista, Jump Jackson, en contraposición al apodo de Muddy Waters (aguas lodosas), sin embargo, no le fue suficiente llevar solo un seudónimo al hiperactivo músico, quien además se hizo famoso por mostrar su origen apache al utilizar penachos de tribus cherokees en el escenario, ganando el apodo con el que fue más conocido “The Chief”, completando un nombre compuesto bastante pegajoso y comercial Eddy “The Chief” Clearwater.

Un accidente dio origen al seudónimo de Eddie “Cleanhead” Vinson, un saxofonista de jump blues quien utilizó un producto capilar para alisar su cabello sin percatarse que contenía lejía, lo que provocó la pérdida total del mismo, ganándose el apodo de “Cleanhead” (cabeza limpia o pelona). 

Los lugares de nacimiento o los lugares donde desarrollaron su carrera también fueron nombres adoptados por los bluesman como nombres artísticos. Hudson Woodbridge, un músico autodidacta nacido en Smithville, Georgia, tomó el nombre del lugar en donde fue criado en su infancia por su abuela quien vivía en Tampa, Florida, para debutar en su primer grabación para la Paramount en 1928 como Tampa Red.

La disquera Okeh Records se encargó de bautizar al músico de folk y de blues cuyo nombre de pila fue John Smith Hurt, quien nació en Grenada, Mississsippi, como “Mississippi” John Hurt. Otro músico que llevó el mismo seudónimo fue el músico “Mississippi” Fred McDowell, que curiosamente no nació en Mississippi sino en Rossville, Tennesse. Otros músicos que utilizaron el nombre del lugar donde nacieron o crecieron fueron Alger Alexander (“Texas” Alexander), Robert Lee Nelson (“Chicago” Bob), Emery Williams Jr. (“Detroit” Junior) y Thomas A. Dorsey (“Georgia” Tom).

Algunos músicos tuvieron que utilizar seudónimos por motivos contractuales y por la exclusividad que tenían los músicos con los sellos discográficos. El pianista Roosevelt Sykes tuvo que cambiar su nombre por los de “The Honey Dripper”, “Bobby Bragg”, “Easy Papa Johnson”, “St. Louis Johnny” y “Willie Kelly”, para poder grabar en diversas compañías discográficas.

Con el seudónimo “Buddy” (compañero), George “Buddy” Guy, inició una exitosa carrera musical que le valdría obtener la firma de un contrato con el famoso sello Chess Records de 1959 a 1968. Sin embargo, la exclusividad con el sello discográfico le impedía grabar con otras compañías, incluso no podía ni siquiera apoyar a su inseparable pareja de show el armonicista, Junior Wells, quien en ese entonces era artista exclusivo del sello Delmark Records, por lo que tuvo que cambiar su nombre al de “Friendly Chap”.

El blues es un mundo de notas, pero además es un mundo de misterios, de costumbres, de rarezas, que ensalzan una música que se hizo una religión, una razón de vida y una razón de muerte, que cada vez es más interesante estudiar y difundir.