Lado B

La noble tarea de difundir el Blues

Difundir un género como el Blues no es nada fácil, considerando que la industria musical ha evolucionado de manera veloz, y muy pronto la posibilidad tecnológica de producir música ha desplazado a la manera tradicional de interpretarla. Poco a poco ha quedado atrás el talento de los músicos para crear nueva música sin tener la necesidad de utilizar los instrumentos tecnológicos que hoy en día se utilizan para “rellenar” o “configurar” canciones.

Los músicos de géneros como el jazz o el blues, que surgieron de ritmos africanos creados con instrumentos por demás rústicos, requerían tener ciertas características para sacarle jugo a la precaria materia prima con la que disponían. Desde luego, requerían tener, por un lado, una enorme habilidad que les permitiese crear ritmos melódicos; asimismo, necesitaban contar con un potencial sobrehumano para sacar sonidos de la nada mediante esos instrumentos elaborados por lo general con utensilios caseros, y sobre todo requerían contar con un talento para transmitir sentimientos.

En la actualidad se han conjugado dos factores que han permitido una gran crisis musical. Por un lado, una industria rapaz que prefiere producir géneros sin sentido, vacíos de creatividad y de mensaje. Y por otro, la preferencia de las nuevas generaciones de jóvenes que han sido captadas por esa industria que de manera totalmente inconsciente comercializa esos productos que solo han alejado a los escuchas del origen sano de la música. No es nada extraño para los que somos amantes del jazz o del blues que los jóvenes nos critiquen cuando hablamos de nuestra música, de su historia, de sus músicos, de los estilos, etc. tachándonos de “viejitos” o de “anticuados”.

Tampoco es nada extraño que existan mayoritariamente estaciones de radio que transmitan música actual. Y menos extraño es que ya casi no existan espacios en donde se pueda escuchar lo que nosotros llamamos “buena música”, es decir, jazz, blues, soul, música tradicional, folclórica o incluso hasta clásica.

Para desgracia del mundo, la involución de la música ha ido de la mano con la involución del ser humano en los últimos años. La violencia y la agresividad de las letras misóginas, los bailes provocativos cayendo más en lo vulgar, es lo de hoy. Una pandemia no fue suficiente para crear conciencia, pues al terminar comenzó una nueva guerra por demás absurda. En alguna ocasión escuché a alguien decir: “Lo único que nos puede salvar es el arte”.

El blues a pesar de que surgió del dolor, del reclamo, del abuso, de las constantes violaciones a derechos humanos, evolucionó, y no solo sano su herida, sino que perduró como la raíz. El blues como un símbolo de cultura dejo de ser una expresión y pasó a ser arte. Su valor histórico ha permitido demostrar que el ser humano mediante la creación de la música sana e inteligente, tiene la capacidad de hacer cambiar a toda una sociedad. La importancia del blues en el panorama musical del mundo ha sido fundamental en su desarrollo.

Sus exponentes han tenido la oportunidad de manifestar sus ideas. Su diversidad ha dado la posibilidad de incurrir en espacios religiosos y políticos. Su mensaje se plasmó en canciones que hasta el día de hoy se pueden escuchar y de esa manera hacer perdurar su intensión de trascender.      

La difusión del blues como un género clásico es de vital importancia, sobre todo en esta época que, como lo dije anteriormente, la música está en crisis. Es necesario mantener la idea de que el ser humano es capaz de crear buena música, con un mensaje que una a las personas, que fomente los valores y sobre todo que nos de paz espiritual.

El blues tiene ese poder de dar paz espiritual y creo que nadie me podrá argumentar lo contrario. La música que se creó a principios del siglo pasado se produjo con mucho sentimiento. Las circunstancias y los factores que se dieron en ese entonces motivaron de una manera potencial la creatividad de los músicos.

En mi caso, mi primer contacto con el blues fue en la infancia y desde ese momento no me he despegado de él, primero como fan y escucha, después como escritor en esta revista, posteriormente como manager de una banda, y hoy como baterista de la mía propia The Rambler´s, siempre tratando de influir en las personas para que se acerquen a esta música.

La labor de difusión que día a día hacemos todos los que conformamos el equipo de Cultura Blues es con la única finalidad de que perdure este género musical por muchos años más. Que se siga escribiendo su historia, en este caso, en nuestro país en donde la cultura del blues es muy joven, pero, que a pesar de eso, nos sentimos satisfechos de poner nuestro grano de arena, sembrando en las nuevas generaciones un gusto por esta música para cosechar nuevas generaciones de amantes del blues, que a su vez, seguirán la labor de difusión que hoy nos toca hacer con mucho gusto.

Quiero felicitar a la revista Cultura Blues por este décimo segundo aniversario de vida, a su Director, José Luis García Fernández por su bondad, sus ganas y su empeño que lo caracterizan, con el agradecimiento de siempre de invitarme hace seis años a ser parte de este gran equipo, a mis compañeros colaboradores y de manera especial a nuestros lectores con los que conjuntamente hemos hecho una gran familia, la familia del blues.