Especial de Medianoche

Mujeres que nacieron para el blues

13 temas con mujeres que nacieron para el blues

Tienen razón los psicólogos y los estudiosos de la conducta humana. La primera voz que escuchamos como seres vivos es la de una mujer. La voz de nuestra madre resonó en los oídos aún antes de nacer y nos arrulló para dormir cuando todavía éramos niños. Quizá es por ello por lo que existe una atracción universal por la belleza y la emoción de la voz femenina.

En este sexto volumen de la serie Nacidos bajo un buen signo, con el cual Cultura Blues celebra 12 años de feliz existencia, se ha modificado a propósito el nombre para designarlo ahora como Nacidas bajo un buen signo, como un justo reconocimiento al talento femenino, y así reunir 13 canciones muy diferentes de un puñado de mujeres oriundas de distintas regiones del mundo, mismas que se han atrevido a levantar su voz y su música, para reflejar los avatares de la existencia cotidiana, con valor, entereza, emotividad, pero sobre todo con un sentido estético admirable tomando como estandarte para ello, el blues.

Abre el disco de manera pirotécnica con War cry, una canción poderosa y fina. La interpreta Anna Davies & The Sinnermen, banda del Reino Unido, y de inmediato se percibe el tono cosmopolita e internacional que pretende abarcar el disco. El sonido es moderno, limpio, juguetón pero no por ello fácil. La voz sensual de Anna se contrapuntea muy bien con los acordes eléctricos de una guitarra que mantiene la atención del auditorio todo el tiempo. Un tema para empezar el disco con optimismo y vitalidad.



Bajo el mismo tenor de ritmo punzante, el tema Está por llegar pone a bailar la conciencia y los pies con innovadora intensidad. Pieza original de La Valen Rock y los Recomendados, de Argentina, se trata de un homenaje a la posibilidad del reencuentro con el ser querido y también con la alineación de los astros, para conseguir el mismo fin. Destaca el ritmo de boogie eléctrico, muy pegajoso, que ejecutan Valentina Concetti y Nicolás Núñez en las guitarras, aunque también Valentina es la que se hace cargo de la voz. Un tema explosivo que no se olvida fácilmente.

El siguiente paso natural de un grupo mexicano que interpreta blues, es transitar de la buena copia de los clásicos inmortales ya conocidos, a la manufactura de temas propios en letra y música, con una perspectiva original. Dicho aspecto se ha constituido en una barrera no tan fácil de brincar, por lo que muchas bandas prefieren quedarse en la comodidad de tocar buenos covers de Chicago y de otras regiones, en vez de explorar la realidad nacional y sus múltiples ángulos, y tratar de plasmarlo en el blues. El resultado final puede ser bueno, malo o regular pero lo importante es intentarlo pues solamente con un trabajo propio y a fondo, se pueden alcanzar otras metas y otro grado de aprobación y de trascendencia.

Por eso mismo, la Big Danny´s Blues Band se ha preocupado por ir superando poco a poco la mera interpretación aceptable de blues. Ya escriben temas propios, ya van entendiendo el mensaje humano y desgarrador que tiene esta música, y también la ironía y la jocosidad que podemos detectar a diario en un país como México. Su canción llamada Dime, va en ese sentido. La voz se escucha sincera y muy bien matizada, mientras que la armónica profunda que va fondeando se convierte en el contrapunto ideal para un ritmo cautivante, con la plena integración de los distintos elementos.

El tributo clásico al binomio guitarra y armónica, lo encontramos en la pieza titulada Business man way, por parte de Eliana Nikolopoulou (Eliana One Woman Band). Ella se hace cargo de la guitarra acústica, percusiones y voz, mientras que Thanos Kollias ejecuta la armónica. En su aparente sencillez se encierra la crudeza blusera. Ritmo lento, machacante, hipnótico. Párrafos demandantes, por momentos angustiosos de aquellos que buscan abrirse paso por medio de trabajos forzados y de negocios que esperan ofrezcan resultados. Es una exploración folclórica aceptable en los terrenos blusísticos, que estos dos jóvenes griegos realizan con afortunada limpieza.

Asimismo, un atractivo ensamble en donde predominan los coros y los arreglos de metales, es lo que escuchamos en el alegre tema Por mí no te preocupes, interpretado por la agrupación argentina El Alambique. “La China” García, Verónica Gil y Ella Schroeder, se alternan la voz en una declaratoria jocosa de libertad y de autonomía frente a la dominación machista, haciendo hincapié en que no necesitan de nadie para alcanzar la plenitud del ser, en todos los sentidos. Destaca el sonido de un piano juguetón y dos saxofones muy vigorosos que van marcando el ritmo.

A continuación, tenemos una propuesta propia y en español, a cargo de la reconocida cantautora Raquel Sirena Esquivel. Si existe una mujer juglar en nuestro blues, desde hace ya algún tiempo, esa es Raquel. Procedente de la ciudad de Monterrey, Nuevo León, ella ha logrado amoldar bastante bien sus crónicas urbanas en español, a la síncopa llegadora del blues, para crear tanto denuncias sociales como proyectos sónicos donde el amor y el desamor, y la realidad social, juegan papeles básicos para crear en el auditorio un asombro genuino. Su canción Pueblo en llamas, es un revelador banquete de denuncia social muy a tono con nuestros convulsos tiempos.

Un refrescante giro en la producción lo encontramos con It’s getting late, a cargo de la banda española Syrah Morrison. Procedente de Cádiz, Maca González, la autora, explora distintas raíces de la música del mundo para ofrecer una mezcla interesante, que a veces puede sonar a folk, en otras a smooth jazz e inclusive también a rock clásico. Tal es el enfoque del tema que nos ocupa, por momentos intimista pero también palpitante en sus sonidos eléctricos, tranquilo pero llegador, insistente, bien podría ser un éxito en las estaciones de radio enfocadas en la World Music, sin duda.



Personajes desolados, vidas sin rumbo, proyectos truncos, atmósferas opresivas e inevitable melancolía, son los rasgos de un poema musicalizado que lleva por nombre Nocturno del arrabal, interpretado por la banda queretana El Callejón del Blues. Ya con muchos años en el pequeño circuito nacional, este grupo refrenda su interés por generar temas propios y aderezarlos con fusiones musicales interesantes. La voz corre a cargo de Ana Laura Cabrera, mientras que los demás músicos son José María “Chema” Cabrera: bajo y voz; Roberto Lechuga: guitarra y voz; Armando Aguilar: batería y percusiones; y David Gudiño: guitarra.

El disco adquiere tonalidades refrescantes con el optimista tema Dios dirá, a cargo de Louise Phelan, voz y Octavio Herrero, guitarra. Dentro del gran marco que engloba este tema acústico, destaca el violín de Carlos Alegre, con lo cual quedan refrendadas las búsquedas sonoras que unen el jazz con el blues y también con el folk, como corresponde al bagaje irlandés de Lousie, quien ha participado por 20 años como solista en distintas orquestas sinfónicas, bandas orquestales y big bands de diversos países. Octavio Herrero, por su parte, ya se ha hecho de una reputación en nuestro medio por haber tocado con las Señoritas de Aviñón.

Continúa el disco con una peculiar interrogante. Hace algunos siglos decía un poeta que nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir. Utilizando una metáfora parecida, la banda española Blackcat Haulers interpreta una melodía cachonda y sentimental llamada No return river. El blues en sus letras suele manejar la vida como una especie de embarcación que va a la deriva, sin ninguna ruta visible pero con un objetivo contundente, buscar, en el riesgo, y en los peligros implícitos, el placer supremo. Por lo tanto, nada como andar a la deriva por un río, y sin embargo, asumir costos y riesgos, tal es el manejo lírico que efectúan Mercedes Ramírez “Sugar Mercy”, en la voz; Ulises “Sumlin” Delgado, guitarra; Manu Tapia: segunda guitarra; Pablo Navajo: guitarra rítmica; Luismi “El Diablo” Méndez, armónica; Felo Aracil: bajo y Laura García, batería, un grupo sólido y muy experimentado que lo mismo ejecuta temas clásicos que composiciones propias.



Un momento ecléctico muy interesante es el que ofrece el grupo Monroy Blues, proveniente de la Huasteca Potosina. El tema elegido es un ejemplo representativo de las exitosas fusiones que suele ejecutar, y que van desde el blues al boogie, y del jazz al ragtime e inclusive hasta el huapango. Mediante un arreglo muy atractivo de Big Band, Martha Monroy (voz) y Luis Monroy (piano), nos ponen a girar con las peripecias que acompañan a un Viejo Trovador por los rumbos más insospechados de la megalópolis. Este personaje puede tocar cualquier canción que uno desee, según el estado de ánimo del que se trate. El ritmo es vibrante e invita a bailar todo el tiempo.

El álbum nuevamente da un giro vertiginoso hacia atmósferas rockeras con Escucha el derrumbe. Aquí la voz de la mexicana Nay Stanfield lleva el rol principal, además con Marica y un grupo de apoyo basado en coros y guitarras distorsionadas. El mensaje es claro: las mujeres están dispuestas a dar la batalla en una sociedad machista en donde el feminicidio y la falta de oportunidades son obstáculos que se presentan a diario. Inevitable no recordar las marchas masivas y las fuertes manifestaciones de protesta que buscan justicia de género, igualdad social, así como castigo a los responsables de crímenes de odio en México y en otras partes del mundo. Se trata pues, de un tema contestatario, muy emotivo, el que logra este ensamble cuya cantante ya se ha fincado una trayectoria en el circuito alternativo del blues y otros géneros.



El disco termina de manera divertida con Madre del rocanrol, una metáfora de una vieja idea promovida por Muddy Waters en el sentido de que el blues es el papá de un niño llamado rock and roll, pero en esta ocasión, Tere Estrada, escritora y cantante mexicana, es la encargada de señalar que la madre auténtica del rock and roll, es aquella mujer que está dispuesta a ser rebelde y anti conformista, para buscar y conseguir ideales propios, y todos aquellos objetivos que se proponga en la vida.

Se trata de un rhythm and blues alegre que, en su sencillez y aparente simplicidad, retrata un aspecto interesante que a menudo es olvidado por muchos de nuestros grupos, quitarle la solemnidad a la música. Buen colofón a este volumen número VI de un acoplado muy entrañable, llamado ahora Nacidas bajo un buen signo, con la óptica subyugante de la perspectiva femenina.