Lado B

La bipolaridad de Nina

El trastorno bipolar es una enfermedad mental que puede ser crónica o episódica. Si bien todas las personas experimentan altibajos normales, con el trastorno bipolar, la variedad de cambios de estado de ánimo puede ser extrema. Las personas con este trastorno tienen episodios maníacos o estados de ánimo inusualmente elevados en los que pueden sentirse muy felices, irritables o “animados”, y en los que hay un marcado aumento en el nivel de actividad. También pueden tener episodios depresivos, en los que se sienten tristes, indiferentes o sin esperanza, combinados con un nivel de actividad muy bajo. Algunas personas tienen episodios hipomaniacos, que son como los episodios maniacos, pero no son suficientemente graves como para causar un deterioro marcado en el funcionamiento social o laboral, o requerir hospitalización.

(National Institute of Mental Healt – https://www.nimh.nih.gov/health/publications/espanol/trastorno-bipolar).


La bipolaridad de Nina, una historia de incomprensión

Eunice Kathleen Waymon, mejor conocida como Nina Simone, nació en Tryon, Carolina del Norte, el 21 de febrero de 1933. A sus cuatro años aspiraba ya a ser la primera concertista de piano negra en la historia, por lo que ir con su madre a la iglesia significó el primer contacto que tuvo con el piano y con la música. El templo metodista en él que su madre era pastora se convirtió en su primer escenario pues la acompañaba en sus sermones y también lo hacía al coro.

Un vecino del lugar de origen británico de nombre Muriel Mazzano-vich, comenzó a darle clases privadas a Simone en su casa, y poco después los mismos residentes del Condado de Tryon pagaron sus estudios en el Allen High School for Girls en Asheville, Carolina del Norte, y tiempo más tarde estudió un curso de música clásica en la Julliard School of Music en Nueva York.

Todo caminaba bien, sin embargo, el destino le pegaría el primer golpe de racismo al ser rechazada del Curtis Institute of Music de Filadelfia y posteriormente escribiría la canción Mississippi Goddam que fue la primera canción que escribió Nina Simone en relación con los derechos civiles afroamericanos, inspirada en la muerte de unas niñas negras que fallecieron a causa de la explosión de una bomba en una iglesia que se ubicaba en la Ciudad de Birmingham, Alabama, y que se convertirá en un himno para ella.

  “…Mi madre dijo que, después de cantarla por primera vez se enfado tanto que se le rompió la voz y que, de ahí en adelante, no recuperó su tono original…” declaró la única hija que tuvo Nina, Lisa Simone Kelly.

“…Perros sabuesos en mi camino

Escolares sentados en la cárcel

El gato se cruza en mi camino

Creo que cada día va a ser mi último

Señor, ten misericordia de esta tierra mía

Todos lo conseguiremos a su debido tiempo

No pertenezco aquí

Yo no pertenezco allí

Incluso he dejado de creer en la oración

No me lo digas

Te lo digo

Mi gente y yo estamos a punto de llegar

He estado allí, así que sé…”.

Por un lado, el carácter de Nina se fue forjando como cualquier otro músico afroamericano de aquella época en la que se vivió un racismo exacerbado, y que motivó a crear en estos músicos un resentimiento social, mismo que fue redirigido a través de su música de protesta, de ahí que se pudiera entender la personalidad que mostraba en sus presentaciones, pero por otro, también se trataba de entender su explosividad dados los constantes conflictos que tenía con su esposo y representante Andy Strout, quien la golpeaba y la hacía trabajar hasta el agotamiento. En su autobiografía Nina expone al respecto: “…Nunca paré de trabajar, nunca me dio descanso y me prometía que me lo daría pero solo me hacía trabajar como un caballo. Le tenía miedo, nunca lo había dicho pero me golpeaba…”.

Se divorció años después e inició relaciones románticas con otras mujeres, en aquellos años, poco se hablaba de la bisexualidad y los puristas rechazaban toda identidad que no fuera heteronormativa, pero desde su rebeldía, en su biografía “I Put A Spell On You” escribió de su profundo amor de sus parejas que la apoyaron y la hicieron reencontrarse consigo misma después de los episodios violentos en manos de Stroud.

Simone achacaba sus ataques de furia, sus cambios súbitos de humor, su comportamiento errático e incluso sus alucinaciones al cansancio extremo que le generaban las giras que programaba su marido. En una ocasión declaró: ”…Las horas de vigilia consistían en una sucesión de ensoñaciones intensas con breves periodos de calma…cuando volvimos a Mount Vernon dormí tres días seguidos con sus tres noches”.

En alguna gira que dieron junto a Bill Cosby tuvieron que hospitalizarla varios días por sus trastornos psicológicos. Detrás de todo eso, Nina Simone padecía de un desequilibrio emocional ocasionado por un trastorno de bipolaridad que le fue diagnosticado en 1990. David Brun-Lambert, autor de la biografía de Simone aseguró “…Nina no era feliz en ningún sitio…”, y agregó “…de no haber sido la artista genial que fue, hubiera terminado en un hospital psiquiátrico…”.



En una carta que le escribió a su amiga Miriam Makeba, Nina expuso: “…Yo era diferente. No tenía a nadie que me diera seguridad detrás de mí. Era una estrella nacional… era rica y famosa, pero no era libre…”. Sus constantes cambios de estados de ánimo se podían observar en sus shows al interrumpirlo para interactuar con el público, regularmente les llamaba la atención para que no se distrajeran cuando ella interpretaba su música. En algunas ocasiones se enfrentaba al público o llegaba alcoholizada y agresiva. En otras ocasiones tenía que cancelar sus presentaciones por las crisis depresivas que tenía.

En su vida afectiva también tuvo crisis emocionales pues su actividad sexual era nula y a veces tenía la necesidad de pagar por ello, y cuando llegaba a entablar alguna relación “estable”, se atrevía a proponerles matrimonio por lo que, sin dudarlo, salían despavoridos. Un amigo de Nina de nombre Al Schackman manifestó en el documental What Happened, Miss Simone? “…Pero desde el principio parecía que algo se la comía por dentro… y eso fue creciendo cada vez con más fuerza…”.

En una ocasión provocó un incendio al cocinar unos huevos y en otra le disparó a un joven que se bañaba en una alberca en una casa vecina, alegándole que estaba haciendo demasiado escándalo. En su exilio a Liberia Nina se sintió liberada, sin embargo, su situación económica comenzó a complicarse, razón por la cual le hizo entrar nuevamente en una crisis emocional que le provocó ser más agresiva, incluso, en contra de su propia hija.

Al volver a los escenarios, Nina Simone recibió ayuda psiquiátrica gracias al apoyo de algunos amigos, y fue en esa época cuando le diagnostican el trastorno bipolar y síndrome maniaco depresivo que le acompaño durante toda su vida, sin saberlo. Se volvió adicta a los antidepresivos y al bourbon.

En una presentación le grito al público: “…Nunca seré su payasa. Me entrené en este oficio durante seis, catorce horas al día. Estudié y aprendí a base de práctica. No estoy aquí para entretenerlos”. La mitad de la audiencia abuchea y le exige que cante, la otra mitad apenas consigue reaccionar. “¡No soy Louis Armstrong, no les voy a pintar una sonrisa en la cara!”.

Seis años después, en el año de 1983 en la Ciudad de Cannes, Nina se sentó frente al piano Steinway, tomó una botella de Bourbon, le dio unos sorbos, se paró y le gritó a la audiencia: “…Que se jodan los que llevan esmoquin o joyas. Yo no he venido a cantar para esos vestidos de gala…”. Los demonios de Nina Simone la persiguieron durante toda su vida. Sus constantes crisis emocionales se proyectaron en el escenario y en su vida personal. El trastorno de bipolaridad es un problema que han padecido otros músicos como Ray Davies de la banda The Kinks, Peter Green de Fletwood Mac, Brian Wilson de The Beach Boys, Sinead O´Connor, Kurt Cobain o Sid Barrett entre otros.

Ciertos medicamentos pueden ayudar a controlar los síntomas del trastorno bipolar. Algunas personas quizás tengan que probar con varios medicamentos diferentes antes de encontrar los que funcionan mejor. Los tipos más comunes de medicamentos que recetan los médicos incluyen estabilizadores del estado de ánimo y antipsicóticos atípicos. Los estabilizadores del estado de ánimo, como el litio o el valproato, pueden ayudar a evitar episodios del estado de ánimo o reducir su gravedad. El litio también puede disminuir el riesgo de suicidio.

Si bien a menudo se trata la depresión bipolar con medicamentos antidepresivos, también se debe tomar un estabilizador del estado de ánimo, ya que tomar solo un antidepresivo puede desencadenar un episodio maníaco o ciclos rápidos en una persona con trastorno bipolar. A veces se agregan los medicamentos para el sueño o la ansiedad a los estabilizadores del estado de ánimo como parte de un plan de tratamiento.



“Desearía saber cómo se sentiría ser libre,

desearía eliminar todas las barreras que nos mantienen separados.

Desearía que supieras lo que significa ser yo, entonces,

estarías de acuerdo en que todo hombre debe ser libre”

(I wish i knew how it would feel to be free – Nina Simone.