Bad Luck Blues III
Ida Cox recogería también la creencia popular de los siete años de mala suerte por romper un espejo en una canción titulada Fogyism, compuesta por su marido Jesse Crump. La palabra del título, fogyism, en los años veinte venía a denominar, de manera despectiva, todo aquello que tuviese un componente arcaico o rural.
De esta manera, Crump estaría con su canción denunciando la superstición como un rasgo de la cultura afroamericana que había que ir dejando atrás. En su canción no solo se hablaba de espejos, si no que encontramos otras supercherías, algunas ya mencionadas, como la del consabido gato negro, y otras más curiosas, como que soñar con aguas turbias, con muddy waters, es presagio de malas noticias:
Fogyism, de Ida Cox (1928)
Why do people believe in some old sign?
Why do people believe in some old sign?
To hear a hoot owl holler, someone is surely dying.
Some will break a mirror, cry, “Bad luck for seven years,”
Some will break a mirror, and cry, “Bad luck for seven years;”
And if a black cat crosses them, they’ll break right down in tears.
To dream of muddy water, trouble is knocking at your door,
To dream of muddy water, trouble is knocking at your door;
Your man is sure to leave you and never return no more.
When your man comes home evil, tells you you are getting old,
When your man come home evil, tells you you are getting old;
That’s a true sign he’s got someone else baking his jelly roll.
Ida Cox y Jesse Crump incluían una última estrofa en la que se daba como válida una señal muy real de mal fario: cuando tu marido llega a casa y te dice que te estás volviendo vieja. Esa es una señal inequívoca de que alguien le está prestando atenciones íntimas, o dicho de manera más fina, que alguien le está cocinando el jelly roll.
Pragmatismo frente a superstición. Ciencia frente a magia. Una batalla que hoy día seguimos librando, rodeados por gestos, casi automáticos, de rechazo a aquellos actos, objetos o personas, que consideramos que son gafes. Como abrir un paraguas dentro de casa o derramar sal sobre el mantel.
En el blues clásico, nacido en un ambiente rural, era habitual identificar algunos sonidos naturales como presagios de la muerte de alguien cercano, como, por ejemplo, escuchar el canto de un gallo después de la puesta del sol, el aullido de los perros o los lobos o el ulular de los búhos.
En el caso del canto de los gallos, tenemos a Washboard Samcantando Suspicious Blues, de la que haría una versión nueve años después el armonicista Jazz Gillum con el título The Blues What Am, y que influenciaría, claramente, a Willie Dixon para su I Ain’t Superstitious.
En ambas canciones se menciona ese presagio anunciado por los gallos, pero también otras acciones que dan mala suerte, como tocar la cabeza de alguien con las manos, barrerle los pies a una persona, ponernos sus zapatos o dejar el sombrero encima de la cama. Seguro que más de una de estas creencias nos resultan familiares, debido a que proceden de tradiciones europeas, bien de los pueblos celtas, bien de la cultura grecorromana.
Suspicious Blues, de Washboard Sam (1938)
I don’t want my rooster crowin’ after the sun go down
I don’t want my rooster crowin’ after the sun go down
Don’t bring peanuts in my house, it will make a coffin turn around.
I don’t want nobody to put their hands on my head
I don’t want nobody to put their hands on my head
I don’t eat everyone’s cooking, i am suspicious of my corn bread.
Don’t touch me with your broom, don’t let my lamp get low
Don’t touch me with your broom, don’t let my lamp get low
Don’t let that dog start howling, ’cause somebody have got to go.
Take your hat off of my bed and hang it on a nail
Take your hat off of my bed and hang it on a nail
If i sit down on your trunk, I am bound to go to jail.
I don’t want my brother to put his bare feets in my shoes
I don’t want my brother to put his bare feets in my shoes
Somebody stole my rabbit’s foot and I’ve got the suspicious blues.
En cuanto a los aullidos de los perros y el ulular de los búhos, Ma Rainey dejó un par de canciones con estas creencias, Screech Owl Blues y Black Cat Hoot Owl Blues, pero es una canción de Porter Grainger, titulada Hootin’ Owl Blues y cantada por Dolly Ross, la que mejor recoge estas señales, junto a otras muy curiosas.
La canción comienza con un mal presagio, que el reloj suene trece veces a medianoche, algo que se reproduce musicalmente al inicio de la tonada. Este repiqueo se identifica como el anuncio de la muerte de alguien, igual que el canto del búho o que un cuadro se caiga de su sitio.
Sobre estas dos últimas señales funestas, personalmente, tengo que confirmar que en la aldea de Asturias donde nació mi madre, se sigue creyendo que un búho cantando cerca de las casas es el portador de esas malas noticias. Y en cuanto al cuadro que se mueve o cae de la pared, el abuelo de mi padre, natural de Murcia, quien tenía fama de poseer ciertos poderes paranormales, anunció el fallecimiento de un familiar al presenciar el movimiento anómalo de un cuadro, fallecimiento que se confirmó a la mañana siguiente.
Hootin’ Owl Blues, de Dolly Ross (1927)
Midnight on a Sunday, and the clock struck thirteen times,
It was midnight on a Sunday, and the clock struck thirteen times;
I was scared and I was frightened, ’cause I sure believe them signs.
Lord, I heard the owl a-hootin’, I knowed somebody was ’bout to die,
Said, I heard the owl a-hootin’, I knowed somebody was ’bout to die;
Put my head down ‘neath the covers, started in to moan and cry.
Then early in the morning, the picture on the wall fell down,
It was early in the morning, the picture on the wall fell down;
And ’tain’t no use in talkin’, somebody sure is graveyard bound.
Hound dogs started howlin’, somebody’s sure to leave this land,
Hound dogs started howlin’, somebody’s sure to leave this land;
Take who you want to, Lordy, but please don’t take away my man.
Lord, I knows I’m black and ugly, but he’s so doggone good and fine,
I knows I’m black and ugly, but he’s so doggone good and fine;
Lord, take ‘most anybody, but please don’t take this man of mine.
Aunque en esta canción, en la estrofa final se pide al Señor que no se lleve al marido de la cantante, lo habitual en las canciones que hablan de la mala suerte en el matrimonio, es achacar a la fatalidad y no a las malas acciones propias, el que una pareja nos abandone.
El otro gran tema de las canciones sobre la fortuna es el vil metal, que siempre está en la lista de deseos, cuando se reza a los santos o cuando se menta a la suerte. Por eso, en algunos sitios se pone perejil a San Pancracio o se llevan amuletos en el monedero. Y cuando ponemos todas nuestras esperanzas económicas en la suerte y esta nos es esquiva, nos convertimos en un gafe, una persona que porta la mala suerte y que, por tanto, hay que mantener alejada. Un ejemplo bíblico de un gafe sería Jonás, quien fue arrojado del barco en el que viajaba por ser considerado el culpable de la cólera de Dios.
Encontramos otro gafe en la siguiente canción, en la que la adversa suerte arruina al protagonista y este se queda sin amigos, aunque muy probablemente, esta huida de las amistades se deba más a un interés pecuniario, ya saben, nobody knows you when you’re down and out…
Tough Luck, de Robert Lee McCoy (1937)
Now got in tough luck all my people dead and gone
Now got in tough luck all my people dead and gone
And I haven’t got any money no place to call my home.
When a man gets in tough luck nobody wants him around
When a man gets in tough luck nobody wants him around
If he haven’t got any money there is no friend to be found.
When a man got lots of money he’ll have friend at every house
When a man got lots of money he’ll have friend at every house
But if he haven’t got any money he’ll be treated like a cat with a mouse.
Now when I got in tough luck my pigmeat didn’t treat me right
Now when I got in tough luck my pigmeat didn’t treat me right
But why should I worry about the pigmeat sleeping with an old hog every night.
So when I get out of this tough luck I’m going to leave your home
So when I get out of this tough luck I’m going to leave your home
Because you treats me mean you know you done me wrong.
Igual que existen personas supersticiosas y personas que no lo son, también existen profesiones que tienen una alta dosis de superstición y cuentan con gran cantidad de ritos para llamar a la buena fortuna, como son los actores de teatro o los toreros. Pero, posiblemente, los profesionales de riesgo que más necesitan tener a la diosa fortuna de su lado sean los jugadores de cartas o de dados.
Siempre, una mala mano puede ser achacada al azar esquivo, aunque en el fondo, aquellos que se arruinan con el juego, nunca lo han hecho por culpa de un único golpe de mala suerte.
Mucha guasa tiene Clifford Gibson cuando dice que es su mujer la que le da mala suerte, y que por ello ha perdido todo lo que tenía, incluida a la susodicha:
Bad Luck Dice, de Clifford Gibson (1929)
I believe I’ll try hem bad‑luck dice again
I believe I’ll try hem bad‑luck dice again
If I keep on a‑trying I’ll be bound to win.
Every man tries to gamble must have a losing day
Every man tries to gamble must have a losing day
So he shouldn’t get evil and throw my dice away.
Sometimes I believe my woman’s bad luck to me
Sometimes I believe my woman’s bad luck to me
Because every time I start to gamble I can’t throw a thing but a three.
I lost all I had everything I had to lose
I lost all I had everything I had to lose
Even lost the one I love but I swear I can’t lose with you.
Nine and five my weakness ten and four keeps me all in pawn
Nine and five my weakness ten and four keeps me all in pawn
But if I ever get lucky I swear I’ll have my diamonds on.
En cualquier caso, crean o no en la mala suerte, no pierdan de vista las pequeñas señales que nos deja nuestro día a día, si son creyentes, podrán usar sus amuletos y antídotos, si no creen, disfrutarán de una entretenida visión de la condición humana.