Blues en el Viento

El blues en México

Blues en el Viento. Identidad, Historia y Contracultura

El blues en México: Rituales de interacción y capital simbólico

Los estudios sobre la sociedad y sus conductas nos ayudan a comprender mejor el mundo para tomar decisiones más justas de organización y finalmente para mejorar la dinámica social. Son estos estudios los que nos ayudan a comprender cómo estamos constituidos socialmente; se trata de identificar la raíz del comportamiento. El presente análisis presenta, en síntesis, las posturas sociales de Pierre Bourdieu, sociólogo francés cuyo pensamiento ha ejercido una gran influencia en la conciencia social, y Collins Randall, sociólogo estadounidense, cuyos trabajos académicos han sido reconocidos y traducidos a diversos idiomas.

Estructuras de dominación en el campo de poder

Pierre Bourdieu, en su obra “campo de poder, campo intelectual”, establece de qué manera operan las estructuras de dominación y legitimidad dentro de los espacios sociales y culturales. Para Bourdieu el campo de poder es un espacio donde existen diferentes tipos de capital. Además del económico, el autor nos habla de un capital cultural, social y simbólico; dentro de este campo los entes sociales, es decir los individuos, se enfrentan en una lucha por la dominación1.

Dicho espacio social, regula los valores en los diferentes capitales, determinando cuáles tienen mayor legitimidad en determinado contexto histórico. Bourdieu describe habitus como un conjunto de estructuras estructuradas y estructurantes, principio generador y unificador del conjunto de las prácticas y de las ideologías características de un grupo de agentes,2 describe un conjunto de estructuras mentales, que se encuentran ya estructuradas y predispuestas para funcionar por la posición objetiva, que cada individuo, ocupa al interior de cierto conjunto social.

Estamos hablando del conjunto de nuestros gustos musicales, nuestra forma de vestir y formas de pensar a causa de nuestra educación, familia, entorno social; como una segunda naturaleza la cual nos hace actuar y tomar decisiones de cierta manera sin darnos cuenta. Una programación social; un molde que proporcionado por nuestra sociedad y cultura, y que nos hace ser quienes somos. Sin embargo el habitus también puede limitar nuestras opciones y perspectivas, ya que nos hace ver el mundo de cierta manera y no de otra.

Pierre argumenta que el campo intelectual es un subcampo dentro del campo de poder que se caracteriza por la producción y circulación de bienes simbólicos, como la literatura, el arte y la ciencia.3 Cuando un escritor envía un texto para ser dictaminado en una institución editorial (campo intelectual) y, la editorial decide publicarlo, el agente está siendo legitimado por el campo social de poder, adquiriendo un capital simbólico.

Este campo opera de manera relativamente autónoma, con reglas propias y mecanismos de consagración, como la educación formal, la validación académica y la crítica especializada.4 Los agentes dentro de este campo no sólo compiten por reconocimiento dentro del campo intelectual, sino también por su posición en la jerarquía social general.

Interiorización de la cultura y la creación intelectual

Del mismo modo para Pierre, el inconsciente cultural, es la manera en que los individuos y los creadores incorporan, sin ser plenamente conscientes, los valores, categorías de percepción y esquemas de pensamiento que han sido moldeados por la cultura en la que están inmersos.5 Es decir, la cultura que una persona posee también la posee a ella, condicionando sus elecciones intelectuales y artísticas.

A partir de estas nociones podemos concluir que los intelectuales no operan en un vacío, sino dentro de un campo intelectual que media entre ellos y la sociedad. La obra de estos entes sociales no es una expresión individual aislada, sino que está condicionada por el conjunto de conocimientos, problemas y debates de su época. Esto significa que los creadores adoptan, de manera implícita, una serie de supuestos culturales que delimitan las posibilidades de su producción.6

Los escritores del realismo, por ejemplo, en el siglo XIX, como Honoré de Balzac o Gustave Flaubert, no solo describían a la sociedad, sino que lo hacían con categorías de percepción propias de su tiempo, reflejando así determinadas jerarquías simbólicas de la época.

Ahora bien, Randall Collins desarrolla conceptos importantes para entender la dinámica social y la interacción entre individuos y grupos. Nos introduce a sus planteamientos sociales en su texto “Cadenas de rituales» donde centra la idea de que los rituales y las interacciones sociales son fundamentales para entender la dinámica de los grupos. Al respecto mencionaremos sus principales conceptos.

Los rituales de interacción y la sincronización de emociones en el ritual social

Dice Randall que los rituales de interacción son fundamentales en la vida cotidiana, ya que permiten la creación de identidad, la cohesión grupal y la diferenciación social.7 Los rituales que son exitosos generan energía emocional, lo que refuerza la participación en futuras interacciones y establece cadenas de rituales a lo largo del tiempo. Es decir, se trata de explicar cómo los rituales configuran las relaciones de poder, la identidad y las estructuras sociales.

Para este autor la energía emocional es el resultado de una interacción social efectiva, generando confianza y un sentido de pertenencia. Esta energía se acumula en los individuos y puede fortalecer la cohesión dentro de los grupos o, en casos de exclusión, marginar a ciertos individuos de la estructura social.

Cuando un grupo de personas se congregan para asistir a un concierto musical, los individuos buscan maximizar su participación en rituales exitosos, donde a mayor energía emocional compartida, mayor cohesión grupal. Es decir que la energía emocional, para Randall, es la clave para mantener las interacciones sociales. Estamos hablando de un campo sociocultural para Bourdieu, con características de empatía basadas en el habitus grupal.



Símbolos y jerarquías sociales

Explica Collins que los símbolos desempeñan un papel clave en la dinámica social, ya que representan la identidad y la pertenencia a determinados grupos. Collins enfatiza cómo estos símbolos refuerzan las jerarquías de poder y cómo los rituales pueden utilizarse para mantener dichas estructuras.

En el caso de los símbolos, en una universidad, por ejemplo, los uniformes y emblemas refuerzan la identidad del grupo y establecen distinciones con otros espacios educativos. Lo mismo sucede con la vestimenta oficial que utilizan los soldados o la policía, símbolos tangibles que representan autoridad o jerarquía; lo que Collins llama jerarquía social, Bourdieu lo conceptualiza como campo de poder.

El mercado de interacción y las dinámicas de poder

Randall establece que la interacción social sigue un patrón similar al de un mercado, donde los individuos buscan maximizar su acceso a determinados rituales exitosos y a la energía emocional que estos producen. Esto crea una estratificación social en la que algunos tienen más acceso a interacciones valiosas más que otros, por ejemplo, la edad máxima para laborar en alguna empresa, o la clasificación social de raza o grupo étnico; aquí volvemos a encontrar ciertas reflexiones similares con Bourdieu, quien define estas acciones sociales como una lucha de capitales donde los grupos sociales, que sustentan los mejores capitales, buscarán preservarlos y los que no lo tienen se esforzarán por tenerlos.

Este ritual de interacción dentro de la dinámica de poder, estarían clasificados por Pierre como violencia simbólica,9 donde ciertas formas de dominación en las estructuras de poder se mantienen a través de la internalización de las jerarquías sociales. Collins extiende su análisis a otros ámbitos, como la interacción sexual, el consumo de sustancias, la lucha por el estatus. Al respecto, Randall explica cómo los movimientos sociales dependen de rituales colectivos, como las marchas, los discursos públicos o las reuniones para movilizar a sus miembros y reforzar su energía emocional. En este sentido el sociólogo examina cómo los rituales influyen en la construcción del individualismo moderno y en la percepción del poder en la sociedad.

Pierre Bourdieu y Randall Collins ofrecen amplias perspectivas sobre la dinámica social, donde ambas visiones reconocen que las relaciones sociales no son estáticas, sino que se construyen y transforman constantemente a través de interacciones cotidianas y complejos mecanismos de validación social. Podemos decir que ambos autores coinciden en que las jerarquías y el poder se reproducen mediante procesos tanto estructurales como simbólicos. Los enfoques sociológicos de estos autores permiten una comprensión más amplia de la sociedad, ya que el estudio de sus ideas nos ofrece herramientas valiosas para analizar y cuestionar las dinámicas sociales en las que estamos inmersos.

El blues en México

El blues en México constituye un fenómeno cultural que permite articular ciertas categorías sociológicas. Desde la perspectiva de Pierre Bourdieu, puede entenderse como una práctica inscrita en un campo musical donde distintos individuos, en este caso los músicos, el público que asiste a las presentaciones, aquellos que promueven las presentaciones y los agentes que fungen como medios de comunicación, disputan cierto capital cultural y simbólico para legitimar su posición.

Como señala el autor, los campos son “espacios estructurados de posiciones cuyas propiedades dependen de la posición en ese espacio”10. En este sentido, el blues mexicano ha ocupado cierta posición marginal frente a géneros dominantes como el la música popular comercial, pero precisamente desde esa marginalidad el blues en México construye un capital simbólico distintivo.

Según Bourdieu, el habitus es un “conjunto de disposiciones duraderas y transferibles que integran experiencias pasadas y funcionan como principios generadores de prácticas”11. Así, la experiencia cotidiana del desempleo, la inflación, la precarización laboral queda muchas veces inscrita en las narrativas del blues que se toca en nuestro país, en este sentido, la legitimidad cultural del blues mexicano se sostiene en gran medida en la creación de un habitus musical-urbano, propio de sectores de clase media muchas veces afectados por las políticas neoliberales. Las agrupaciones de blues en México intentan resignificar el género al trasladar las temáticas del blues norteamericano a las realidades sociales de nuestro país.

Por otra parte, la sociología de Randall Collins permite analizar esta música como un entramado de rituales de interacción. Collins afirma que las interacciones colectivas producen energía emocional que refuerza la cohesión social: “los rituales que son exitosos generan energía emocional, lo que refuerza la participación en futuras interacciones”12.

Los conciertos de blues en México funcionan como espacios que conforman rituales sociales, ahí los asistentes comparten símbolos, emociones y experiencias. Estos encuentros no solo producen placer estético musical, también generan pertenencia y refuerzan vínculos colectivos en un momento de fragmentación social.



La conjunción entre estos dos autores nos permite observar que el blues mexicano no se limita a una mera adaptación musical, articula un capital simbólico cargado de significados sociales en sus letras, en su vestimenta y en su peculiar forma de ejecutar el blues. Si tomamos en cuenta que Bourdieu define este capital como “la forma que toman las diferentes especies de capital cuando son percibidas y reconocidas como legítimas”13.

En el caso del blues, ese reconocimiento no proviene de las élites culturales tradicionales, sino de su propia audiencia que valoraba la autenticidad de sus letras, la fusión de sus ritmos y la capacidad catártica que puedan lograr. El capital simbólico del blues mexicano se construye, por tanto, como una música que se esmera en ofrecer cierta identidad y cohesión social al pequeño nicho que lo conforma.

En suma, el blues mexicano se mantiene a flote. El diálogo entre Bourdieu y Collins posibilita comprender cómo las estructuras socio musicales y las prácticas interactivas se articulan para dar forma a un género musical que, aunque marginal en términos comerciales, adquiere una considerable relevancia cultural en la música popular mexicana.

Referencias

1, 2 Bourdieu, Pierre. Campo de poder, campo intelectual. México: ed. Jungla simbólica, Montressor, 2002.

3, 4, 5, 6, 10, 11 Bourdieu

7, 12 Collins, Randall. Cadenas de rituales de interacción. México: Anthropos Editorial, Metropolitana-Azcapotzalco, 2009.

8, 13 Collins

9 Bourdieu, Pierre. Razones prácticas: sobre la teoría de la acción. Barcelona: ed. Anagrama, 1997.

Fotos por José Luis García Fernández: 1. Juan Carlos Cortés Band en el Festival Nacional Queretablues 2025. 2. Público y músicos de blues en México en el Festival Nacional Queretablues 2025. 3. Serpiente Elástica en el Festival Nacional Queretablues 2025