Diván el Terrible

¡Te amo! Yo también, pero ¡me da pena!

Para: Mario González (Los Hot Tamales) y
Martín “El Rey León” (Rhino Bluesband)

Don’t be shy just let your feelings roll on by
Don’t wear fear or nobody will know you’re there
Just lift your head, and let your feelings out instead
And don’t be shy, just let your feeling roll on by.

No seas tímido, deja que tus sentimientos fluyan
No temas o nadie sabrá que estás ahí
Sólo levanta tu cabeza y deja salir tus sentimientos
Y no seas tímido, sólo deja que tus sentimientos fluyan.
Cat Stevens

A lo único que hay que temer es al miedo.

¿Qué paraliza a las personas en las escaleras de un edificio durante un sismo?

¿Qué alumno teme levantar la mano ante la pregunta del maestro, por no estar seguro de su conocimiento y ser objeto de burlas si llega a equivocarse?

¿Cuántas frases tiernas se quedan en el alma y no llegan a la persona destinataria?

¿Cuántos aplausos no recibidos, por no tener el ímpetu para dar un paso al frente durante nuestro solo?

En la duda, abstente.

El miedo se apodera de nuestro poder de decisión e interfiere de forma negativa en todo lo que podamos hacer con nuestras vidas. Son obstáculos para disfrutar de la vida que queremos y podemos tener, son esas vocecitas, que nos dicen que es mejor no hacer algo, que es mejor no asumir un reto, esa ansiedad que nos hace pensar que es mejor aguantar una situación porque el cambio puede ser peor.

El miedo es muy útil ante situaciones reales, peligros inminentes, nos vuelve prudentes y nos libra de todo mal.

El otro el que está casado con lo desconocido, que no tiene justificación, que está alejado de todo soporte tangible, imaginario, es decir, que el desconocimiento de un riesgo es sustituido por una imagen aterradora, indefinible e inexplicable, en el peor de los casos nos paraliza o, de otro modo, nos impide participar en las cosas buenas de la vida.

Mi barrio me respalda.

El humano como animal organizado en sociedad se incorpora de manera “natural” a una gran diversidad de grupos formales: escuelas, trabajo, religión, o de manera espontánea en grupos informales, equipos deportivos, grupos musicales, bandas delictivas; todos tienen en común una tarea o meta en común.

Esta incorporación a un grupo fomenta la seguridad, la autoestima; el sentido de pertenencia fortalece al grupo en el que sus miembros comparten intereses y fines en común para obtener satisfactores, psicológicos o materiales y desechar miedos irracionales.

Este modelo, obviamente, aplica para los grupos musicales, de este modo esta comunidad fortalece a sus miembros para que adquieran, reconocimiento, gratificaciones estéticas, cognitivas y si, por fortuna, el liderazgo de la banda estimula la sensación de gozo, se disfrutará enormemente durante el momento de creación en el escenario. Así el grupo se define, como un conjunto de personas interdependientes; en ese sentido constituye verdaderamente un organismo, una colección de individuos, con un mismo objetivo.

Del mismo modo en el seno del grupo se desarrolla un sistema de “tensiones”, ora positivas, ora negativas, dependientes del juego de los deseos y las defensas; así, su comportamiento consistirá en un conjunto de operaciones tendientes a resolver esas tensiones y a restablecer un equilibrio más o menos estable.

El grupo se constituye, así, en el lugar y foco de interacción suele provenir de la conjunción de diversos proyectos particulares. Se producen reglas que son seguidas implícita o expresamente por los miembros pueden ser preexistentes o surgir en forma progresiva de las interacciones. Cuando se trata, en esencia, de estar juntos, los miembros están “centrados en el grupo” y predominan los factores afectivos que cohesionan o, desafortunadamente, separan a sus integrantes.

El grupo ¿un fin o un medio?

En cuanto el grupo asume el proyecto y genera metas, en cuanto cada uno de los miembros haga suyas las metas, reglas y objetos gratificantes, una banda será un grupo de trabajo con división de funciones y responsabilidades bien definidas, dentro y fuera del escenario.

Por otro lado, el pertenecer a un grupo no significa que vamos a desechar todos nuestros miedos, pero, al menos nos permitirá aprender a controlar y enfrentar nuestras ansiedades, porque estamos seguros de que nuestra banda nos garantiza que progresaremos en el autoconocimiento a partir de lo que representamos para los otros miembros de la banda. De este modo daremos un paso al frente por nosotros, por nuestro ego, por la banda y por el público.

Desgraciadamente no todas las bandas funcionan como un medio sino como un fin para los que creen que “apropiándose” del conjunto e imponen reglas, criterios o metas autocráticas, que imponen su criterio y deseos al resto de los artistas, paralizando la creatividad, porque los demás miembros se convierten en jornaleros, empleados, mercenarios o como quieran llamar a aquellos que se conforman con tocar siempre lo mismo o llegar hasta donde están sin otro horizonte; deberíamos trastornar esta situación o cambiar de banda.

Afortunadamente, la pertenencia al grupo, cohesión del grupo y los éxitos colectivos serán producto del funcionamiento eficiente de la banda, y, si esta banda nos cobija, estimula y enseña daremos infinidad de pasos al frente. Cuando uno o varios miembros de la banda asumen la dirección y los objetivos de la banda y buscan la integración de todos en el éxito, nos encontramos con buenos líderes y amigos.