Blues on Beale
Curiosamente, me enteré de la existencia de una aplicación de streaming de video llamada Tubi. Esto porque varios de los juegos del fútbol nacional e internacional, los están transmitiendo por esa aplicación. Es gratuita y sencilla de utilizar. En días pasados, al terminar uno de los juegos, apareció en pantalla la recomendación de una película que me llamó la atención, se trataba de un documental llamado: Strange Fruit: The Beatles’ Apple Records. Comencé a verla y unos minutos después la detuve, para dejarla pendiente y disfutarla mejor al día siguiente. Al acceder de nuevo a la plataforma para terminar de ver este documental, por coincidencia (¿o no?), había otros documentales y películas con temática musical de rock y blues.
Estos títulos me llamaron poderosamente la atención, y empecé a navegar por la cartelera de la aplicación y descubrí varios de ellos que me resultaron interesantes para ponerlos en espera de verlos paulatinamente. No he contado cuántos en total de ellos son de mi interés, pero sí más de 50.
Hay de artistas del rock and roll: Elvis Presley, Little Richard, The Platters, grupos clásicos de rock como: The Beatles, The Rolling Stones, Creedence Clearwater Revival, The Doors, Chicago, Eagles, Pink Floyd, Deep Purple, AC/DC, The Greatful Dead, Queen, etc. Y unos más atractivos todavía, los de blues: Muddy Waters, John Lee Hooker, Howlin’ Wolf, B.B. King, Albert Collins, Bukka White & Son House, Johnny Winter, Stevie Ray Vaughan, Paul Butterfield, Joe Bonamassa, etc.
Pero entre estos y otros que muestran diferentes escenas del blues clásico y contemporáneo me encontré con Blues on Beal, toda una joya (cada vez que utilizo este adjetivo, me recuerdo del buen Mario Compañet. Qué lástima que ya no alcancé a comentarle de este material para mostrarle y demostrarle, que sí… el blues sigue vivo y sano).
Blues on Beale, en resumen, muestra en pocos minutos lo que fue la edición del 2020 del IBC (International Blues Challenge), o bien, el Desafío de Blues Internacional que organiza año con año la Blues Foundation. Este evento estelar como lo hemos comentado en alguno de los artículos aquí en Cultura Blues, representa la búsqueda mundial de bandas de blues e intérpretes de blues solistas o duetos, listos para el escenario internacional, pero que solo necesitan una gran oportunidad. Esta reunión de músicos, personajes y fans de blues más grande del mundo se lleva a cabo, generalmente, en enero de cada año, en diversos clubes de la Beale Street de Memphis.
El excelente documental, está realizado con una sencillez espectacular pero, para mí gusto, reúne una serie de características no solo para recomendarlo someramente, sino para hacerlo obligatorio para todos aquellos que estamos inmersos (fans, personajes, promotores, difusores, músicos solistas, duetos, bandas, etc.), en el género consentido, en el blues.
Primero, tiene una buena fotografía, sonido, y edición. Eso en cuanto a la parte técnica. Pero en segundo lugar, en relación al contenido, que es lo que más me llamó la atención para recomendar. En él se muestra la alegría, emoción, expectativa,y muchos aspectos de sentimiento positivo de los participantes. La formalidad y claridez en los objetivos de los organizadores, los conceptos de los personajes y artistas ya consolidados; y por qué no, la pasión y amor por la música de los asistentes y bueno, no solo de ellos, sino más bien de todos los que aparecen en general a lo largo de los 80 minutos del film.
El encuadre de las tomas, la estupenda edición en el manejo de los tiempos de entrevistas y actuaciones musicales, el énfasis en las letras de las canciones, complementada con escenas de la ciudad, de la calle Beale, de comentarios de los artistas consolidados, de pasajes históricos, etc., complementan un material imperdible, que sin duda, provocará que pongamos en mente asistir en algún momento a vivirlo en carne propia.
Generalmente, no hay deperdicio en lo que comenta cada protagonista en el documental, hasta incluso podría decir que te quedarán ganas de oir más, de saber más, de identificarte y de pensar en tu verdadera relación con el género.
Por ejemplo, Felix Slim dice… ‘Toco música para divertirme, y la mejor manera de divertirme en un concierto, es divertirme con el público”. Akeem Kemp, no se lamenta y comenta que para hacer lo que le gusta: tocar blues, es dueño de una barbería en Arkansas, así cuando va a tocar no tiene que pedir permiso al jefe. Aaron Pollock de Australia, habla de su enfoque y trabajo duro que ha realizado durante mucho tiempo para alcanzar sus metas.
Mercy Morganfield, hija de Muddy Waters, hace un importante recordatorio… “no se olvide que el blues tiene un origen netamente afroamericano”. Sí, nadie en este contexto lo hace de lado, pero otros personajes comentan al respecto como ha ido evolucionando hacia un género universal que ha dejado de tener una pertenencia única. Se ha convertido inevitablemente en un género musical de todos colores y sabores, sin discriminación.
Bruce Iglauer, menciona… “Aprendí cuando me mudé a Chicago que el blues no es música triste, aunque trate temas tristes. Me dijeron que escuchara blues para quitarme la tristeza” y continua… “El blues es música sanadora, y si no hablas del dolor, no puedes hablar de sanación. El blues está para ayudar a sanar ese dolor”. Y también hace una interesante reflexión en relación al ‘idioma universal’ de las letras de blues, comentando que aunque por el idioma no todo el público de blues entiende las canciones, pero lo que sí, es que en todo el mundo el verdadero fan de blues… lo siente. Esa es para mí, la clave fundamental. Por ello, no necesariamente tienen que ser las letras de las canciones en el idioma local para dar a entender el blues…
Y a ese ritmo vertiginoso, se van sucediendo más y más declaraciones, generalmente asertivas y propositivas de personajes como Shemekia Copeland, Janiva Magness, Bobby Rush, entre muchos otros; y otras muy conmovedoras de los participantes, además de algunas actuaciones estelares que incitan a vivir la experiencia. Los destellos de imágenes de la gran final de la competición en el grandioso e histórico Teatro Orpheum, son el ingrediente definitivo para lograr una conclusión placentera de este edificante documental… ¡No te lo pierdas!