El productor Ricardo Ochoa en San Lázaro
El discurso que dio el productor Ricardo Ochoa en la Cámara de Diputados debe ser recordado como el más importante que se ha pronunciado en la historia del rock mexicano. Se trató de un mensaje que siendo dirigido a los músicos también es de importancia para la sociedad en general, por lo que implica en términos económicos, éticos y culturales.
Convoca a actuar de manera estratégica para propiciar que el gobierno considere a la cultura, música en particular, como un factor relevante en la captación de recursos económicos, tratándose específicamente de las regalías digitales que no se están cobrando, cuyos beneficios llevarían a un mejor nivel de vida para los músicos, sobre todo cuando llegan a la vejez.
Reclama atención para los roqueros mexicanos: “Soy testigo de muchos amigos y hermanos que han fallecido en la peor desgracia humana imaginable. Sin ayuda, sin seguridad social, sin muchos requisitos que necesitamos los artistas músicos para crear, para ser seres vivientes y llegar a la muerte con dignidad”.
La intervención tuvo lugar el 11 de julio de 2025 por una invitación de Luis Cisneros ‒del equipo organizador‒, como acto de apertura de la mesa titulada Los medios, a su vez parte del evento El rock mexicano en San Lázaro.1 Me referí a ella el pasado 22 de julio en mi cuenta de Facebook, y ahora recupero el tema central de su contenido por la repercusión que ha tenido, y porque es un mensaje que merece tener un mayor alcance, dada su trascendencia por la categoría de quien lo emite y por la importancia del foro, que es donde los mexicanos estamos representados.
Guitarrista, compositor, productor musical y maestro.
Ricardo Ochoa es uno de los artistas que más han contribuido a conformar la identidad del rock mexicano, gracias a labores que motivan el desarrollo creativo, con disciplina y trabajo constante. Abarca cualquier aspecto relacionado con la creación, producción y difusión de la música, como guitarrista, compositor y productor musical; también como cantante, ingeniero, arreglista, director musical y productor ejecutivo (empresario). Actividades todas que son parte de una formación integral autodidacta.
Sus iniciativas han enriquecido la música popular mexicana con la fundación de agrupaciones que son un hito en la historia del rock mexicano en distintas épocas, como Peace & Love, Náhuatl, Kenny y Los Eléctricos o Cita y sus Muñecas Rotas. Cada una de ellas muy diferentes entre sí, pero con el común denominador de cuidado en composición y producción. La última elaboró un atrevido concepto músico-escénico, con influencia del estilo gótico, que permitió a Cita Hudgens destacar como cantante, compositora y actriz.
Son innumerables los grupos y solistas con los cuales ha trabajado, abarcando perfiles musicales diversos, igual rock que blues, funk o salsa, pop y música norteña. Menciono algunos: Luz Casal, Taxi, Microchips, Nina Galindo, Isis, Guillermo Briseño, Eugenia León, Sergio Arau, Vitorino, Los Tigres del Norte, Aleks Syntek, Ohtli, Mask, Montana, Rostros Ocultos, Charlie Monttana, Liran´Roll, Alejandra Guzmán, Enrique Guzmán, Ricky Martin, Orquesta La Típica. En todos los casos hay un denominador común, como lo ha dicho Ricardo en entrevistas: la consideración de que expandir el gusto musical de la gente es cultura.
A principios de los años setenta, Ochoa ejerció un liderazgo relevante en la generación de músicos denominada Onda Chicana, construyendo junto con Peace & Love y el mánager Armando Molina una carrera que ganó público para el rock, apoyada en la frecuencia de sus presentaciones, sobre todo en la capital y en el Estado de México.
Peace & Love destacó en el Festival de Avándaro por su estándar profesional, equipo de calidad, por su repertorio de canciones con estructuras bien definidas ‒un logro cuando despuntaba el rock original‒, con énfasis en los metales, percusiones, ritmos pesados y estribillos que involucraban al público. La banda se unió al jazz-funk-afrolatino que en la época era una tendencia internacional sobresaliente.
Así llevó la jornada a un punto climático al interpretar su llamado a la unidad titulado “We Got the Power” (“Tenemos el poder”), coreado por la multitud, poniendo en evidencia el dominio del público adquirido con su regular presencia en los escenarios de salones, centros nocturnos y recintos universitarios.
Cuando Ricardo dejó Peace & Love, inspirándose en el formato de power trio que instauraron The Jimi Hendrix Experience y Cream ‒guitarra, bajo y batería‒, en 1972 formó el grupo de hard rock Náhuatl, con rasgos distintivos para la época, como letras en español‒solía hacerse en inglés‒, temas poco o nada tratados e incursiones en el folclor veracruzano.
Siguió la misma estrategia de estar presente con frecuencia en los escenarios, pero de manera más intensa, cubriendo varios estados de la república. Política que mantuvo con Super Náhuatl, una agrupación con más integrantes y un giro musical versátil, con la cual logró sobrevivir en un adverso ambiente musical, al tiempo que seguía abriendo mercado para el rock.
En 1977 se mudó a Los Ángeles, California, donde conoció estudios de grabación que le permitieron perfeccionar sus conocimientos de producción musical. A su regreso tres años después se reincorporó al medio roquero mexicano con el grupo Kenny & The Electrics ‒que cambió a Kenny y Los Eléctricos, con Kenny Avilés como cantante‒ con una onda new wave que empató con lo que estaban tocando otras bandas, en especial Dangerous Rhythm, luego Ritmo Peligroso. La gran diferencia es que ahora Ricardo había iniciado con decisión su camino como productor, primero produciendo los discos de ambos grupos, y luego los de muchos otros más.
Ochoa ha sostenido su liderazgo de diversas formas, dirigiendo en estudios de grabación, escenarios o proyectos empresariales, manteniendo a lo largo del tiempo la idea central: acento en la dignificación y profesionalización del rock. No sucumbió a la impotencia que se extendió después del Festival de Avándaro, misma que generó la falsa idea de que los setenta fueron años oscuros para el rock ‒sostenida por aficionados, músicos y periodistas mal informados‒, y que la luz vino con grupos nacidos en los ochenta. La verdad es que el rock de esta década no se entendería sin la resistencia cultural y social de la anterior.
Si Ricardo ‒con razón‒ es considerado un maestro, creo que es por ese motivo: creció por encima del derrotismo, participando en la construcción de un conocimiento transformador, y mostrando a los demás la posibilidad de ser, de tener una identidad individual y colectiva, de pertenecer a una comunidad integrada en el contexto de la cultura mexicana. Si hay una biografía individual que personifique la biografía del rock mexicano es la de él.
Así pasó a ser un actor fundamental en la transición de aquella represiva época hacia la expansión del rock independiente en los ochenta. A fines de esta década y principios de la siguiente, dicha forma de producción fue captada por las trasnacionales mediante ventajosos contratos que las liberaban de invertir directamente en producción, como lo son los de distribución o las licencias.
En dicha circunstancia, a mediados de los noventa Ochoa organizó el sello ROM Factory, que grabó a la cantante Nidia y al grupo La Mala Sangre, y reeditó Reencarnación, de Cita y sus Muñecas Rotas ‒publicado por Epic en 1992‒, y el primero de Náhuatl, originalmente en Raff (1974).
Si vemos la contracultura como una praxis social, la forma en que Ricardo Ochoa ha contribuido a desplegarla ha sido mediante la creación artística, que es de conocimiento público por estar expuesta; y como productor (otra manifestación creativa), mediante la concepción, planeación y realización del trabajo necesario para que la música llegue al público, porque para que esto ocurra no basta con tener canciones y cantarlas en la sala de la casa. Este aspecto, el de la organización, es con frecuencia desconocido por no gozar de la difusión necesaria, pero sin el cual no es posible superar la censura y la marginación, dos de los más grandes obstáculos que ha enfrentado el rock para su desarrollo en nuestro país.
La independencia no se caracteriza sólo por carecer de disquera, sino por la capacidad de organizar el trabajo con el fin de tener control sobre la toma de decisiones, intervención que define la naturaleza de los contenidos que afectan la percepción de la gente, es decir: su consciencia. Ahora bien, yo quisiera que se entienda con toda claridad que si Ricardo Ochoa ha influido a nivel de psicología social, es porque ha contribuido a desarrollar la infraestructura económica que hace esto posible, base del rock mexicano en el presente.
¿Qué es el rock mexicano?
Mi intención al apuntar los datos anteriores consiste en trazar un marco de referencia que nos sirva para interpretar en toda su valía por qué Ricardo abrió su discurso en San Lázaro con una pregunta capital: ¿Qué es el rock mexicano? Incógnita que ha de ser destacada sin reparos. Subrayo que no solicita una definición ni es un recurso retórico utilizado para impresionar a la audiencia. Preguntar ¿Qué es el rock mexicano? significa preguntar por su razón de ser.
Se trata de una cuestión filosófica que busca llegar a la raíz de la materia planteada, ya que para abordarla es necesario tomar en cuenta una interrogante subyacente: ¿Qué es México? Veo en esta manera de proceder una de las razones por las cuales Ricardo Ochoa se convirtió en influyente productor a nivel internacional, lo es por su empeño en proyectar la música mexicana más allá de nuestras fronteras: desata un proceso de comunicación que suscita en colegas y público una seria reflexión acerca de la música que escuchan o crean. Va en pos del impacto cultural, más que del negocio, en medio de una tensión que es el resultado de buscar un equilibrio entre los valores artísticos y los comerciales.
Es patente su confianza en el rock mexicano, tan es así que se involucra en él con todo su ser, aportando sus recursos musicales, económicos y espirituales para hacer de ese rock un fenómeno masivo, como lo han hecho muy pocos en nuestro país.
Para tener una idea de la magnitud de su influencia, recordemos que a principios de los ochenta fue el productor de Maná ‒cuando inició con el nombre de Sombrero Verde‒, ahora uno de los grupos más populares en el mundo. A mediados de esa década, 1984-1985, asociado con otras personas, impulsó el sello independiente Comrock, primero dedicado por entero al rock mexicano. Conviene puntualizar que esta empresa funcionó con un modelo de desarrollo integral, por completo innovador, que incluía producción, difusión, promoción y gestión de conciertos.
Gracias a ese concepto empresarial sobresalieron varios de los grupos que más han influido en el concepto que hoy tenemos acerca de lo que es el rock mexicano, como El Tri, Luzbel, Ritmo Peligroso y Kenny y los Eléctricos, cuyos niveles de ventas en materia discográfica demostraron la existencia de un público seguidor, aportando los fundamentos para la importación de productores españoles y argentinos al tiempo que surgía Rock en tu idioma, nombre de la estrategia de marketing que en 1987 puso en práctica BMG / Ariola para comercializar el “rock en español” ‒con secuelas en otras compañías‒, cuya repercusión se deja sentir hasta la fecha en países de habla hispana. En otras palabras, los sellos transnacionales capitalizaron la tendencia independiente que había venido gestándose desde la segunda mitad de los años setenta.
A fines de 1986 entrevisté a Ricardo para un reportaje sobre Comrock publicado en el diario unomásuno, entonces vaticinó: “En 1988 el rock mexicano llevará la batuta en ventas de discos”. Como así ocurrió en casos ostensibles, por ejemplo: Caifanes, Maná, Maldita Vecindad y Café Tacuba.2
Con los recordatorios hechos en los párrafos anteriores sólo he destacado algunos de los terrenos donde Ricardo ha pisado más fuerte, pero de ninguna manera he agotado la amplitud y hondura de su trayectoria. Sin embargo, creo que esas menciones son suficientes para enmarcar su intervención en la Cámara de Diputados.
¿Qué es el rock mexicano?, pregunta de entrada el productor. Él mismo nos brinda su propia tesis: el rock mexicano es cultura, un documento, pertenece a la cultura mexicana y del mundo. Y desde esta perspectiva lanza un mensaje tanto a quienes participan en la creación, producción y difusión de la música en territorio nacional como a la sociedad en general; aunque su planteamiento parte del rock, es válido para músicas relacionadas, como el blues, el jazz y otras de corte popular.
Menuda tarea la que tendrían que llevar a cabo los legisladores (y en general los aludidos en su llamado). En caso de emprender una labor legislativa al respecto, tarde o temprano tendrían que enfrentar esa pregunta: ¿Qué es el rock mexicano?
El discurso: “El rock mexicano está en el mundo”
A continuación transcribo la parte sustancial de sus ideas, según la transmisión que se hizo en vivo por videollamada desde Los Ángeles, California, donde actualmente radica. Es a voz de Ricardo Ochoa:
Quiero comentarles algo muy importante: ¿Qué es el rock mexicano? Es un documento, una cultura del rock a nivel mundial. El rock mexicano está en el mundo. El rock mexicano está presente, y me interesa mucho que para los que estamos ahorita en el Congreso se entienda esto: el rock mexicano es cultura y es parte de la cultura de México.
Yo vengo de los setenta, Avándaro, Peace & Love, Náhuatl, Kenny y Los Eléctricos ‒en los ochentas‒, hice una disquera independiente, Comrock. Y les quiero comunicar esto porque soy parte de la historia del rock mexicano, como muchos otros, no nada más yo, somos muchos los que estamos en el rock mexicano desde hace ya cincuenta años.
Quiero compartirles mi emoción y mi mensaje es el siguiente: el gobierno de México necesita poner atención en los roqueros mexicanos. Soy testigo de muchos amigos y hermanos que han fallecido en la peor desgracia humana imaginable. Sin ayuda, sin seguridad social, sin muchos requisitos que necesitamos los artistas músicos para crear, para ser seres vivientes y llegar a la muerte con dignidad.
No quiero ser muy dramático al comentar esto, quiero ser muy objetivo. Hay muchas cosas que el gobierno de México tiene que hacer para con los Estados Unidos por las regalías digitales. No quiero mencionar más que esto: tenemos que coordinarnos, ponernos de acuerdo, para llevar las cosas a niveles estratégicos, para que la música de rock sea parte del PIB, del Producto Interno Bruto de México.
Y quiero comentarles también algo muy importante, métanse a las redes para averiguar esto que les voy a comentar. Estamos hablando de los sesenta, cuando Inglaterra tenía un problema económico muy grave, no sé por qué, no soy político, no tengo muchos conocimientos de eso, pero a uno de los diputados del Congreso se le ocurrió decir “hay que invertir en el arte”, eso se convierte para mí en economías creativas, cuando yo aprendo eso, me acuerdo de los Beatles, uno de los grupos que surgieron en Inglaterra contrarrestando el rock & roll de los Estados Unidos. Y cuando nace el rock, para mí nace en Inglaterra. El rock, no el rock & roll. Es un punto de vista muy personal, no quiero menospreciar a los historiadores ni a nadie que lo lleve de otra manera. Es mi opinión. Es mi esencia y lo que yo vivo.
Soy parte de los músicos de los setenta como músico profesional, compositor, y quiero invitarlos a que hagamos que el gobierno de México esté consciente de que el rock mexicano está en el mundo por las redes o físicamente presente. No quiero mencionar nombres para no desencantar a algunos por no mencionar el suyo y se vayan a molestar. Los roqueros mexicanos somos seres humanos, artistas creativos, tenemos la influencia del rock en nuestras venas y somos parte del rock mundial, ahorita, en este momento. ¿Por qué no se apoya al rock mexicano en México? ¿Qué pasa en la radio? En las redes todos están presentes. Toda la historia del rock mexicano está presente. ¿Qué pasa con los comunicadores que no nos hacen caso?
Obviamente, el rock tiene muchos valores muy importantes. Es música, hay que ser buenos músicos, hay que tocar bien el instrumento, hay que hacer buenas producciones, hay que componer correctamente para tener un éxito. Yo afortunadamente tengo 150-200 canciones registradas en la sociedad de compositores. Los convoco a que hagamos lo mismo, pero falta lo siguiente: las regalías digitales son una cuestión muy importante que quiero comunicarles.
Estoy al pendiente de esto desde que en 2003 la ONU puso SoundExchange3 en Estados Unidos. Para 2014 SoundExchange ya había cobrado billones de dólares en regalías digitales, y resulta que México no está presente en la nueva ley que en 2018 firmó Trump, el presidente de ahorita, llamada The Music Modernization Act4 . No lo saben muchos, yo sí lo sé porque he estado al pendiente de por qué las regalías no tenían un control. Ahora ya están controladas. SoundExchange, para que lo sepan todos ustedes, es un recurso muy importante, y no se está cobrando mucho dinero que nos pertenece a los mexicanos, músicos roqueros.
Obviamente, y no nada más los roqueros, toda la música de México tiene regalías digitales en SoundExchange. Las disqueras están cobrando regalías, claro, de todo de lo que en las redes sociales sucede. Son muchas historias. Nada más quiero decirles que no me quiero extender en este punto. Tengo mucha información. Yo quiero que los músicos de rock mexicano, y los músicos en general, no nada más del rock, lleguemos a la vejez y tengamos todos los recursos que nos pertenecen como creativos, como creadores de la cultura de México.
El rock es cultura, el rock es parte de nuestra cultura en México y está en el mundo. Y el gobierno de México necesita entender que necesitamos apoyo, necesitamos ese beneficio. Quisiera decirles de corazón que necesitamos profundizar más en los beneficios que existen en el mundo digital para los músicos mexicanos, en general. El rock es una parte de la música de México, el rock es cultura, repito, y siendo parte de la cultura los derechos internacionales deben cobrarse como debe ser. México no está presente en el congreso de Estados Unidos demandando que se nos pague a los músicos mexicanos. […]
El productor que integra a la comunidad
Ricardo Ochoa nació el 4 de diciembre de 1948 en Guadalajara, Jalisco, ciudad que dejó muy joven para trasladarse a Ciudad Obregón, Sonora; luego a Tijuana, Baja California; después al entonces Distrito Federal; y finalmente a Los Ángeles, California, donde radica actualmente. Cuando él mismo habla acerca de sus labores lo hace de manera que va intercalando en el relato la conjugación del verbo aprender, la suya es una trayectoria de más de cincuenta años de aprendizajes compartidos y de haber transmitido lo aprendido.
En su experiencia se incorporan historias coincidentes, con capítulos dedicados a quienes de una u otra forma han sido las fuentes de su sapiencia desde joven, como Los Walkers, Los Moonlights, Los Solitarios, Los Apson, Dug Dug´s, Lobo y Melón, Love Army, Javier Bátiz, Juan Switalski, Ritmo Peligroso, Sombrero Verde, Maná, El Tri, Cita (last but not least) y todos aquellos compañeros de los cuales adquirió elementos para forjar su visión personal acerca de la cultura musical. No ansía reconocimiento, es él quien reconoce lo que otros han hecho por él y lo agradece.
Como guitarrista, compositor y productor ha impulsado la integración de la comunidad artística ‒no sólo a un sector como el rock‒ a través de las generaciones, compartiendo un saber hacer basado en un conocimiento profundo del rock, actitud abierta, ánimo explorador, disposición para apreciar la música en general, y sobre todo: promoviendo el interés de los escuchas en su historia musical, que aprecien su riqueza y de dónde viene. La integración social tiene su equivalente cultural en la fusión de las músicas, quehacer de Ricardo Ochoa a lo largo de su existencia.
En las últimas semanas he conversado con él por medio de videollamadas o mensajes de Facebook acerca de temas que tienen que ver con su historia personal, de la reciente nominación de Maná al Rock & Roll Hall of Fame, y de aquellos aspectos de su vida que son prioritarios hoy en día. Uno de ellos se relaciona con el discurso que pronunció en la Cámara de Diputados.
Ricardo está por cumplir 77 años en medio de problemas relacionados con su salud, “pero me siento espiritualmente fuerte”, comentó mostrando una confianza que agradezco. Así reconoció que su mensaje en el Congreso es de vital importancia para él. Quiere dejar como legado esa motivación a que los músicos se organicen para luchar por sus derechos y un mejor nivel de vida. No es el primer llamado que hace ni será el último.
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1Evento impulsado por la Junta de Coordinación Política (Jucopo), que preside el diputado Ricardo Monreal (Morena), a través de la Secretaría General, la Secretaría de Servicios Administrativos y Financieros y el Espacio Cultural San Lázaro.
2El reportaje completo está incluido en: Farías Bárcenas Rodrigo: ¿Quién detendrá la lluvia? 40 años de memoria periodística en torno a la cultura del rock. Edición independiente, Ciudad de México, 2023.
3 SoundExchange, de acuerdo con su página web, es una entidad que “recauda y distribuye regalías por ejecución digital en nombre de 700,000 creadores”.
4The Music Modernization Act o Ley de Modernización de la Música “es una ley estadounidense promulgada el 11 de octubre de 2018, cuyo objetivo es modernizar los derechos de autor de la música y las grabaciones de audio gracias a nuevas tecnologías como la transmisión digital” (Wikipedia).