Especial de Medianoche

Empecé con el blues y acabaré con él: Buddy Guy

A los 82 años de edad Buddy Guy se llevó otro codiciado premio Grammy. Todos en la comunidad blusera en el mundo debemos sentirnos felices por tan merecida distinción, pues es un ejemplo palpable de que esta música, y esta expresión cultural, pese a los embates del tiempo y de otras corrientes sustentadas en el marketing y en lo comercial, sigue vivita y coleando, con cabal salud y reconocimiento internacional. Para George “Buddy” Guy, en lo personal, el premio representa otra cereza en el pastel dentro de su admirable carrera, plagada de grabaciones inmortales, presentaciones apoteósicas, reconocimientos y una calidad humana a prueba de tiempo y de modas.

Como en el caso de los buenos vinos, mientras más “viejos” resultan mejores. Así como él fue cobijado en sus inicios por los grandes maestros que entonces animaban el circuito del blues de Chicago, caso concreto de Willie Dixon y Muddy Waters, así él ha sido mentor y guía de varias generaciones de emocionados guitarristas que lo ven como modelo de técnica, espíritu arrojado, inventiva y corazón de fuego.

Buddy Guy ganó el Grammy al mejor disco de blues tradicional del año por “The Blues Is Alive and Well” y recibió una ovación de pie que no se vio en televisión. Empezó a tocar en los años cincuenta. “Aprendí solo a tocar escuchando a T-Bone Walker, B.B. King y gente así que no tenía ninguna educación musical”, dijo en la sala de prensa. Guy ha ganado siete Grammys en su carrera, pero confesó que su música no suele escucharse en la radio comercial.

“Tengo hijos que no supieron quién era yo hasta que a los 21 años empezaron a ir a clubes de blues”. En otro momento Guy recordó los fundamentos sobre los que se construyó todo lo demás que se oyó en la ceremonia: “Yo empecé con el blues y acabaré con el blues”.

Se cuenta la anécdota de aquella vez en que Jimi Hendrix pospuso una de sus actuaciones para asistir a un concierto de Buddy Guy, quien se presentaba a pocas calles de distancia, y sentarse en primera fila, totalmente arrobado, con una grabadora portátil en las manos. En otra imagen muy conocida puede observarse a Hendrix portando en los brazos un paquete de discos de vinyl, sin duda de sus principales influencias blusísticas, y el primero de ellos corresponde al maestro del slide, Elmore James. Asimismo, para estructurar su clásico Vodoo Child, debió estudiar a fondo y entender el mensaje hipnótico que emana del Boogie Child de John Lee Hooker, otro viejo hechicero consultado por infinidad de músicos novatos y experimentados. Tales historias demuestran claramente que el “gitano cósmico” sabía extraer lo mejor de los intrumentistas que idolatraba, y hacer con ellos una mezcla poderosa mediante su innato talento natural y la sobrecarga de miles de voltios disparados de la Fender Stratocaster.

Escala en México

Para los fanáticos aztecas, el poder observar en directo a Buddy Guy, aquella jornada inolvidable de “la noche de las guitarras de Blues” en el Teatro Metropolitan, año 1992, representó la culminación de un codiciado anhelo. Quien se llevó la noche fue él. Hizo lo que quiso con un público extasiado hasta el delirio. Por obra y gracia de la tecnología inalámbrica, se paseó con su guitarra en ristre a lo largo de todas las secciones disponibles del Metropolitan, de arriba a abajo, en los pasillos y escaleras, entre personas que lo coreaban, que lo palpaban, que no daban crédito tener tan cerca al viejo compañero de Junior Wells, a la estrella de catálogos en Vanguard Records, Cobra, Silvertone, JSP, y de tantas otras compañías para las que afortunadamente grabó tan extenso material, de poder deleitarse con tantos riffs y tanta calidad concentrada en un hombre cuya estatura física es discreta, no así su enorme talento.

Por esos días Buddy Guy se mantenía en gran forma. Aquella noche fantástica les dejó un paquete enorme a los más jóvenes guitarristas en pisar la duela: Robben Ford y Robert Cray. Ambos no desmerecieron, ambos con calidad, técnica y proyección comprobadas, pero después de escuchar el portento sónico ejecutado por Guy, simplemente las cosas quedaron en otro nivel. El concierto fue abierto por los más veteranos instrumentistas, otras leyendas vivientes cuya edad gloriosa había quedado muy atrás, como atrás habían dejado, en su momento, escuela e inspiración, pero ahora cedían las candilejas a las nuevas generaciones, me refiero a Albert King y B.B. King.

En fin, muchas felicidades a Buddy Guy por su nuevo premio, desde aquí, desde México, donde existen muchos fanáticos suyos, y donde no perdemos la esperanza de volver a disfrutarlo en directo en alguna próxima ocasión.

Buddy Guy en 1969 con Jack Bruce y Buddy Miles

Buddy Guy con Rolling Stones – Champagne & Reefer