La Historia de Hoy

Iniciación al Blues. Introducción II

Las fincas de las trece colonias de los Estados Unidos ubicadas al norte no necesitaban demasiada gente, por su producción agrícola no extensiva; en cambio, las colonias sureñas sembraban tabaco y algodón y los territorios adquiridos a Francia, España y después a México, requerían de mucha mano de obra para su desarrollo.

Por tal motivo, la mayoría de los esclavos fueron a dar al sur, especialmente a la zona colindante con el golfo de México. Alabama, Georgia, Mississippi, Louisiana, Florida y Texas, fueron los estados que recibieron a los nuevos habitantes americanos.

Los esclavos, brutalmente arrancados de sus vidas en el África, no llevaban nada con ellos, su único consuelo era reunirse a cantar cuando miembros de una misma tribu permanecían juntos, lo cual era irregular. Las raíces musicales africanas occidentales en ese momento dependían de los griots, una denominación general de la región para los cantantes que ejercían una función muy parecida a la de los juglares y que se acompañaban con un instrumento parecido a un violín, de una cuerda y con una especie de banjo, cuya caja de resonancia era una calabaza.

Los blancos prohibieron a los esclavos cualquier manifestación que no estuviera relacionada con el trabajo, como tocar cualquier artilugio de percusión, por temor a que se comunicaran en clave para sublevarse. Entonces los negros sólo cantaron durante las intensas jornadas, lo cual toleraron los patrones porque aumentaba la productividad.

La Vida en las Plantaciones

Los primeros cantos eran formas muy simples, basados sobre una frase dicha por un sujeto y respondida por el resto de los trabajadores. Era una melodía rudimentaria compuesta por un verso y un coro repetidos hasta el infinito. Este tipo de cantos fue el común denominador de los campos sureños durante décadas, pero, así como la naturaleza del trabajo esclavo, evolucionó poco a poco. Al principio, dedicados a hacer caminos, los esclavos trabajaban en conjunto, se mantenían cerca y componían versos que iban coreando.

Luego fueron empleados en la siembra y la pizca del algodón, en un sistema que los hacía trabajar relativamente alejados entre sí; esto, que les permitía mayor libertad al interpretar sus versos, pues ya no estaban sujetos a una respuesta, dio origen a los hollers, intérpretes de melodías también de un solo verso, que los negros cantaban con toda la potencia de su voz para sentirse acompañados aun a cientos de metros de distancia.

Una frase era cantada por un esclavo y luego otro la retomaba y cuando éste se callaba otro la retomaba a su vez, con la misma estructura de repetición. Esos cantos primitivos fueron influenciados por los himnos religiosos tan pronto como las iglesias bautista y metodista predicaron entre los esclavos. La resignación en la presente vida para alcanzar una existencia promisoria después de la muerte del cuerpo era el mensaje que la ética cristiana trataba de inculcar con loas.

Los himnos y salmos, en un principio una copia de los himnos ingleses, no tardaron en adoptar, luego de cientos de repeticiones, un estilo propio y una cadencia de influencia africana. Para finales del siglo XIX, las condiciones cambiaron un poco y aunque los esclavos tenían que seguir trabajando de sol a sol, sus amos les permitían reunirse para convivir los domingos por la tarde.