Huella Azul

Entrevista a Enrique Nájera

CB: ¿Desde cuándo y cómo se da tu gusto por la música en general, y en particular por el blues?

Enrique: La música me ha gustado desde niño y la he disfrutado al escucharla como en el plano de la ejecución. Tuve muchos instrumentos en esa etapa de mi vida, aunque fueran de juguete. Después, ya en mi juventud, sí tuve instrumentos y estuve en talleres, pero no fui constante.

Cuando solamente la disfrutaba en un tocadiscos, me inicié con la música clásica; posteriormente, escuché música instrumental; y, finalmente, compré discos de Led Zeppelin, Black Sabbath. Yes, Pink Floyd, entre otros, el rock de los setentas, me salté a los Beatles y los Rolling; fue entonces que con una guitarra quise imitar lo que oía, y mis amigos me empezaron a poner discos de Mayall, Dixon, B.B. King y me llamó la atención ese género.

No recuerdo con exactitud, cuándo fue el primer Festival de Blues que se hizo en México y yo asistí, tanto a la Sala Netzahualcóyotl, como al Auditorio Nacional y ahí se consolidó mi gusto y placer por este género.

CB: ¿Qué instrumentos tocas y cómo se da la elección por el bajo?

Enrique: Toco el bajo eléctrico y es accidental. ¿Qué cómo llego a él? Pues veía tocarlo, pero no me interesaba hasta que un día me prestaron uno de ellos.

Lo toqué porque no llegaba el bajista y me gustó pulsarlo. Entonces decidí tocarlo, me fascinó su sonido, aunque en sus inicios es doloroso tocarlo, pues las inevitables ampollas en los dedos son un buen argumento para dejarlo. No fue así y me quedé con él. Te diría que los bajistas somos los prófugos de la guitarra.

CB: ¿Cuál ha sido tu trayectoria en la música?

Enrique: Pienso que la música tiene tres posibilidades en el ser humano: la escuchas, la bailas o la tocas; puedes desempeñarte en las tres, en dos, en una o ninguna, cada quién decide si se acerca o se distancia de ella. Así es el arte o lo vives de cerca o te es ajeno. Yo pasé de escucharla a ejecutarla, casi no bailo, pero lo que toco, incita al baile o al movimiento. A nivel de escucha, me hecho autodidacta en muchos géneros y estilos de música.

Como ejecutante tuve una primera banda que fue por los ochentas, tres presentaciones y no más, dos con guitarra y una con el bajo, todo era sin formación musical, la gente entraba y salía de los grupos y no se llegaba a nada. Por azares del destino, tuve como alumno al hijo de Fito de la Parra, el baterista de Canned Heat, era mi alumno de español en secundaria, en ese entonces, tres ensayos y se acabó el encanto.

Dejé muchos años hasta que en el 2000 entre a G Martell e inicié los estudios de bajo con más formalidad. Estuve casi dos años y desde la fecha hasta ahora no lo he dejado de tocar. Un año más tarde formé un grupo con un tecladista y mi vecino, Polo, que también estudiaba en la Martell y hacemos un grupo. Polo llevó a Martín.

En el 2002, me compré un procesador de sonidos y en junio de ese año me presenté en un festival escolar con la banda y tocando unas composiciones de solista con el bajo, algo raro en el medio, pues no es instrumento para tocarse sólo. Cuando tocaba en ese festival, me vio tocar Phil Daniels, líder de Rhino y me invitó a su proyecto.

Desde entonces, soy fundador con Phil de Rhinoceros Bluesband, banda que ha tenido varios integrantes, yo llevé a Polo, y Polo a Martín, que ya son parte del inventario del grupo que hasta la fecha seguimos tocando con la incorporación de José Luis y Mario.

Rhino Bluesband

Me han invitado a tocar en otras bandas, pero los he apoyado circunstancialmente. En 2013, formé con Miguel, un guitarrista de música clásica, Ensueño Cuántico, banda de rock progresivo, y hacemos música original con algunos covers. El año pasado, Santiago Mora y Chevaliers de Rosete, me piden apoyo para su banda y me integro a ellos, donde hay rock, blues, jazz, fusión y experimentación; en este grupo toco mis composiciones, somos un trío y no cantamos, pero logramos mantener la atención.

CB: ¿Cuál es o cuáles son los proyectos musicales en los que participas actualmente?

Enrique: En Rhino Bluesband, lo que determine Phil. Se tocan piezas clásicas de blues, covers y composiciones de la banda, que ha creado nuestro líder. De las líneas de bajo que tengo que hacer, utilizo mi creatividad y lo pongo en práctica. Creo que agrada y le da fuerza al grupo.

Con Ensueño Cuántico, Miguel trae escrito lo que tengo que hacer en partitura y lo trabajamos. Es un rock muy complejo y elaborado, como lo requiere el rock progresivo, eso nos exige precisión y concentración. Los covers que tenemos son para que la gente tenga referentes conocidos. Es muy difícil posicionar tu material.

Con Santiago Mora y Chevaliers de Rosete, es un proyecto abierto, todas mis propuestas han sido aceptadas, corregidas y aumentadas. Ser un trío, guitarra, bajo y batería, te exige mucho trabajo pues tienes que estar haciendo algo siempre. Nuestros ensayos son talleres de experimentación y siempre logramos algo. Tiene su grado de dificultad y estoy componiendo en este grupo. Mis solos de bajo forman parte de nuestro repertorio, que en momentos es difícil clasificar lo que hago.

CB: ¿Cómo consideras que es o debe ser el papel del bajo como instrumento de la base rítmica en la agrupación o bandas donde participas?

Enrique: El bajo es un puente entre la base rítmica y la armonía, pero puede tener líneas melódicas. Es un instrumento muy completo. Está ligado con la batería y para Rhino somos la base, pero yo hago variantes en mis líneas. Aprovecho los silencios para hacer adornos. Con Ensueño, estoy limitado a la partitura, pero Miguel me ha dado la oportunidad de hacer cambios y mi papel ya no es solamente rítmico, sino también tengo protagonismo.

Con Chevaliers, los tres somos protagonistas y me siento libre para hacer, crear e improvisar. Tenemos que estar haciendo algo siempre, pues el formato musical así lo requiere.

CB: ¿Quiénes han sido tus influencias en el instrumento?

Enrique: Ron Carter, Abraham Laboriel, Jaco Pastorius, Geddy Lee, Pete Trewavas, entre otros. Todos los bajistas te aportan algo a tu estilo.

CB: ¿Cuál es tu marca y modelo favorito de bajo que utilizas en tus proyectos actuales para tocar?

Enrique: Me gusta la línea Fender, tanto el Jazz Bass como el Precision Bass. He tocado bajos Ibanez, Yamaha o Rickenbacker, pero prefiero los Fender.

CB: ¿Dónde podemos saber de ti, de tus participaciones o de grabaciones realizadas a la fecha?

Enrique: En cuanto a Rhino, hay que seguir la trayectoria de este grupo a través de Myspace: http://www.myspace.com/rhinocerosbluesband. En Facebook: rhinosbluesband y en Youtube tenemos muchas piezas subidas. Contamos con dos discos formalmente realizados: “El vuelo del rinoceronte” y “Rhino Bluesband en vivo”.

Con Ensueño Cuántico, tenemos una página de Facebook, que lleva el mismo nombre de la banda y sólo dos piezas que hemos subido a Youtube: “Fragmentos” y “Preludio”. Con Santiago Mora y Chevaliers de Rosete. No tenemos grabación aún, pero pueden visitar nuestro sitio: http://santiagomoraychevaliersderosete.web.com

CB: ¿Qué planes tienes a corto plazo en el terreno de la música?

Enrique: En los tres proyectos, se planea grabar, el gran problema será el financiamiento para llevarlo a cabo.

CB: ¿En qué otra faceta, aparte de la música, te desempeñas y que quieras compartirlo?

Enrique: Estudié Lengua y Literatura Hispánicas en la UNAM y me he dedicado a la docencia desde 1976, ininterrumpidamente. Actualmente, me dedico a la regularización de alumnos en SIREAC (Sistemas para la Recuperación Académica); también soy fotógrafo y regularmente estoy robando instantes al tiempo.

CB: Desde tu punto de vista, ¿Cómo consideras que se encuentra la escena del blues en México?

Enrique: Se encuentra fragmentado y divido en bandos, esto se debe a factores ideológicos y estructuras de poder, más que a elementos musicales. Hay envidias y protagonismos, es un coctel de intereses. No es sano, porque se pierde la objetividad y mientras siga existiendo el fantasma de querer ser el mejor, nunca habrá integración. Cuando toca una banda, surgen los comparativos y, por ende, se descalifican. El arte es un terreno complicado, porque el ego del artista lo rebasa.

CB: ¿Hay alguna cosa más que quieras comentarnos?

Enrique: Sí, aunque muchas ciudades del interior de la república ya hacen festivales de blues, siguen escasos los lugares para poder tocar y escuchar. Parte por cultura, parte por la crisis actual. Pertenecer a un género, te convierte en una propuesta quijotesca, pero factible, en la medida en que perseveres.

CB: ¿Deseas dejarnos un mensaje para los lectores de Cultura Blues La Revista Electrónica?

Enrique: Sí, el blues existe por dos fuentes: los que tocamos y los que escuchamos, mientras existan esas dos partes, el blues continuará y somos muchos miles, aunque sean más los escuchas.

Felicito a Cultura Blues por su labor titánica de aparecer mes a mes en un escenario tan competitivo como el de la vida actual. ¡Enhorabuena por su perseverancia!

 Rhino Bluesband – Six Days