La vida detrás de una guitarra
La vida detrás de una guitarra. Entrevista con David Salvador González González
David Salvador González González es un hombre apacible, sencillo, amable en su trato y es también en parte el alma rocanrolera del grupo White Shark o Tiburón Blanco como también son conocidos en Saltillo. En esta agrupación sucede la transformación de este hombre que tras la guitarra nos contagia de ritmos y letras memorables del rock clásico de alto octanaje. Ese que roza con el ritmo y blues, ese rock que sabe a cambios y a revolución.
Pero eso no es todo, David es quien está detrás de su instrumento que aporta también los requintos y contrapunteos del grupo Jazz 3.14. Una agrupación que con músicos de gran trayectoria nos demuestran que el jazz en México y sobre todo en el desierto saltillense está más vivo y creativo que nunca. Así que era ya tiempo y momento de compartir algo más de su historia y formación de este hombre detrás de las guitarras de dos grandes agrupaciones saltillenses. Conozcamos pues a David…
¿Cuándo y dónde nace David González?
Nací un 14 de noviembre de 1979 en la ciudad de Saltillo, Coahuila.
¿Cuál es tu profesión?
Soy ingeniero industrial y de sistemas, egresado de la Universidad Autónoma de Coahuila. Posteriormente, realicé una maestría en manufactura en el Tecnológico de Saltillo. Fue allí donde conocí grandes investigadores que despertaron en mí una profunda inquietud: aplicar el conocimiento en beneficio del entorno y de la industria. En búsqueda de desarrollo profesional, llegué al sector automotriz, donde comencé a especializarme en áreas como estadística industrial, ingeniería de calidad, seis sigma, lean sigma y manufactura esbelta. Sin embargo, fue en ese entorno donde descubrí mi verdadera vocación: la investigación.
Decidí entonces cursar un doctorado en ciencias con especialidad en ingeniería industrial y manufactura, enfocándome en estadística avanzada, modelos probabilísticos y sistemas inteligentes aplicados a confiabilidad para el mantenimiento de procesos industriales. Actualmente, y con un firme compromiso de aportar a la sociedad, me desempeño como Profesor-Investigador en la Facultad de Sistemas de la Universidad Autónoma de Coahuila, donde tengo el privilegio de formar capital humano y generar conocimiento científico.
¿Cómo llega la música a tu vida?
La música siempre ha estado presente en mi vida. En la familia de mi padre, la tradición musical es un legado: mi abuela cantaba, mis tíos tocaban guitarra, y mi padre… mi padre es un “auténtico bohemio”, canta y ejecuta la guitarra con una sensibilidad conmovedora. Lo escucho desde que tengo uso de razón —o incluso desde el vientre de mi madre— en reuniones familiares, en la iglesia, en serenatas o en grabaciones improvisadas.
Por el lado materno, heredé un entorno de profunda cultura: literatura, filosofía, ciencia… y por supuesto, música. Mi abuelo era un intelectual con una vasta colección de libros y discos de música clásica. Mis tíos, marcados por la contracultura y los movimientos sociales de su época, me expusieron a géneros como el rock (en muchas de sus formas de expresión), el new age y la música del mundo. En suma, crecí entre música, libros y conversaciones profundas. Se podría decir que la música no es sólo mi pasión; es parte de mi herencia, de mi identidad.
Antes de llegar al rock o el jazz, ¿cuál fue la música que te acompañó en tu niñez y adolescencia?
Desde los ocho o nueve años, mi padre me enseñó a tocar la guitarra. Mis primeros acordes fueron por supuesto, con toda la influencia de la música mexicana: rancheras, huapangos, boleros y baladas románticas. En primaria ya formaba parte de la rondalla escolar y, en ocasiones, incluso la dirigía. Durante la secundaria, comencé a acompañar a mi padre en serenatas y reuniones familiares. Él cantaba y tocaba el requinto, y mi hermano y yo lo acompañábamos. Así nació nuestro trío familiar: “El Trio Romántico”, interpretando boleros, huapangos, rancheras y otros géneros del repertorio tradicional.
¿En qué momento decides formar tu primer grupo de rock y cuál fue?
Aunque mis raíces musicales fueron del corte bohemio, desde niño escuchábamos en casa a los grandes del rock: The Beatles, Led Zeppelin, Black Sabbath, Deep Purple, Jimi Hendrix, Santana, Chicago, Janis Joplin; y más adelante, Ozzy Osbourne, Metallica, Guns N’ Roses, Scorpions… Fue en secundaria cuando conocí a un compañero baterista, y juntos decidimos formar una banda de punk hard core. No teníamos instrumentos, así que acudimos a una agrupación versátil que ensayaba cerca de la escuela y les pedimos en renta su equipo… por suerte aceptaron, y así nació nuestra primera banda de rock.
¿Cuáles son tus influencias musicales en el rock y en el jazz?
Mi hermano mayor, ya en preparatoria, me introdujo al metal: black, death, thrash, heavy metal… géneros intensos que nos cautivaron. Formamos una banda que abrazaba esas emociones fuertes, sin dejar de lado la música bohemia y familiar. Con toda esta carga cultural y musical, siempre estuve coqueteando con la idea de estudiar guitarra clásica; escuchando barroco, rumba y flamenco, entre otras cosas.
Un día escuché a Rolando de la Cruz interpretar “Hotel California” de una manera increíble y quedé impactado… me acerqué a él, nos hicimos grandes amigos. Le estaré eternamente agradecido por haberme enseñado técnica, armonía y solfeo, entre otras cosas; lo cual apoyó de gran manera mi desarrollo como guitarrista.
Eso me impulsó a tocar el requinto en nuestro trío familiar y a interpretar temas de grandes exponentes como Los Tres Ases, Los Tres Reyes, Los Panchos y Los Tres Caballeros, entre otros. Luego fundamos «Sangre Gitana«, un grupo que abordaba principalmente la rumba flamenca, con un poco de guitarra clásica, bossa nova y samba.
Toda esta diversidad musical me llevó a encontrar en el jazz una forma de fusionar todos los géneros que amaba. Me atraparon las guitarras de Joe Pass, Barney Kessell, Charlie Byrd, Lenny Breau, Kenny Burrell, Gilberto Puente, Pat Metheny, Chamín Correa, John McLaughlin, Juan Neri, Jimmy Page, Jimi Hendrix, Eric Clapton, Steve Vai, Paco de Lucía, John Scofield, Grant Green… por supuesto sin dejar a un lado a los grandes del jazz como Miles Davis, John Coltrane, Jimmy Smith, Chet Baker o Dave Brubeck entre otros. El jazz me abrió las puertas a una libertad creativa sin límites.
¿En qué año conformas y con quien White Shark?
Aproximadamente en 2009, después de explorar intensamente el metal con varias bandas, sentí la necesidad de volver a las raíces: al rock clásico, el blues eléctrico, la esencia misma del sonido y la nostalgia de los inicios. En ese tiempo cursaba el doctorado en ingeniería, y buscaba también más creatividad y armonía musical.
Se acercaba el cumpleaños de mi gran amigo, el bajista Julián Ferrer. Me propuso tocar en su fiesta y lo tomé como el pretexto perfecto para formar una banda de rock clásico. Invité —casi obligué— a mi hermana Minha González a interpretar temas de Janis Joplin, junto con algunos clásicos del rock. El resultado fue un éxito rotundo.
Así nació White Shark, una banda que desde entonces ha sido vehículo de nostalgia, pasión y difusión del rock clásico en Saltillo. A lo largo de los años, grandes músicos han pasado por sus filas. Entre ellos, Albin en los teclados, Irving David en la batería y José Pérez «El Toto» en el bajo; la cual representa la alineación actual de White Shark.
¿Cuáles son las influencias de White Shark?
Aunque White Shark nació con el propósito de regresar a las raíces, su espíritu creativo se basa en la madurez musical que cada integrante ha desarrollado a lo largo de los años. En aquel entonces, la escena musical en Saltillo estaba dominada por el rock en tu idioma y la cultura pop, por lo que decidimos apostar por algo distinto: una expresión auténtica y culturalmente rica que rescatara la psicodelia de los 60’s, el blues eléctrico y el rock clásico… proponiendo así White Shark.
Queríamos compartir con nuestra ciudad esa herencia sonora, darle una nueva voz, una identidad propia: el sonido particular de White Shark. Cada uno de nosotros aportó con su bagaje musical —desde el rock n’ roll, el rock progresivo, la psicodelia y el blues, hasta el jazz y el new age— para formar nuestra identidad sonora.

Con White Shark, ¿cuáles han sido tus satisfacciones?
A lo largo del camino, una de las mayores lecciones con la banda ha sido entender que, para lograr armonía en la música, primero debe haber armonía entre nosotros como personas, como seres humanos. Somos grandes amigos antes que músicos, y ese vínculo fraterno ha hecho de cada ensayo y cada presentación una experiencia profundamente satisfactoria.
Gracias a esa conexión, hemos tenido la fortuna de presentarnos, con gran éxito, en distintos escenarios locales y nacionales, y, sobre todo, de conocer a personas grandiosas que han nutrido nuestra trayectoria, como los promotores culturales y entrañables amigos del Colectivo Foro Imagina, así como los editores de la revista Cultura Blues y por supuesto; la gente que nos sigue apoyando, brindándonos su amistad y disfrutando del sonido de White Shark.
¿En qué festivales y otros eventos han participado como White Shark?
Hemos participado en festivales que han dejado huella: desde la primera edición del Festival de Jazz y Blues del Desierto, pasando por Rock Coahuila en 2011, el Concierto del Juguete en varias ediciones (2011, 2017, 2018, 2019 y 2020), el Festival de Rock y Exploración Sonora (2014 y 2018), hasta el Concierto Solidario del Festival Jazz y Blues del Desierto en 2023 y varias presentaciones en los aniversarios de la radiodifusora XEKS, entre otros.
¿Cómo llega David González a Jazz 3.14?
Fue precisamente durante este viaje musical que empecé a notar ciertas similitudes entre los boleros y el jazz: la armonía, la forma en que se estructuran las escalas, la manera en que ambos géneros permiten fluir.
Me nació una inquietud profunda por explorar el jazz, así que decidí estudiar por mi cuenta métodos, armonía y, sobre todo, empaparme del género escuchando a sus grandes exponentes. Pero como ocurre en la ciencia, la teoría sin práctica no basta. Sabía que necesitaba un laboratorio, un espacio donde pudiera aplicar lo aprendido.
Gracias a un buen amigo que fue baterista de White Shark y que estudió percusión en la Escuela Superior de Música de la UAdeC, surgió la oportunidad perfecta. Le comenté la intención de formar un nuevo proyecto enfocado en el jazz, y me respondió entusiasta que conocía a un excelente contrabajista.
Así conocí al maestro Héctor “Pollito” Alarcón, un músico y ser humano extraordinario, que a su vez invitamos a formar parte de este viaje. Aunque en ese momento estábamos en plena pandemia, esperamos su regreso desde Xalapa, y comenzamos a ensayar como trío. Bastaron un par de sesiones para construir una gran amistad y una conexión musical muy profunda.
Más adelante, por alguna razón Jorge Oyervides no pudo continuar, y Pollito propuso a un percusionista excepcional: el maestro de nacionalidad española Antonio Lajara. Así, en plena pandemia, nació Jazz 3.14, y debutamos en el Festival de Jazz y Blues del Desierto, en su edición online.

Con Jazz 3.14, ¿cuáles han sido los retos y logros?
En ese momento, el jazz tomaba fuerza en Saltillo. Músicos especializados regresaban a la ciudad con propuestas frescas y comenzaron a surgir espacios para el género. En este contexto, surge La Saltillo Big Band y organiza “jam sessions” que servían como punto de encuentro entre músicos.
En una de esas sesiones apareció en escena el gran Max Díaz, con su imponente saxo barítono, al que llamaba “La Bestia”, ¡su sonido me encantó! Desde la primera charla, la conexión fue inmediata. Lo invitamos a tocar con nosotros al día siguiente, y su participación se volvió permanente. Así, Jazz 3.14 se transformó en cuarteto con una misión clara… con un gran reto: fomentar la cultura del jazz en Saltillo.
¿Cuál es la propuesta de Jazz 3.14?
¡A trabajar! Nuestra propuesta era ambiciosa pero apasionante: fusionar el jazz con la riqueza e identidad de la música mexicana —boleros, sones jarochos, música del Istmo— y darle vida con creatividad, técnica y corazón: un gran reto, una propuesta muy prometedora. Así comenzamos a presentarnos en foros dedicados al jazz en la ciudad, mostrando arreglos propios de piezas clásicas mexicanas y tocando también, a nuestro estilo, standards del jazz.
Incorporamos instrumentos tradicionales como “el requinto”, usado por los grandes tríos de México, en busca siempre una sonoridad auténtica. Poco a poco, conseguimos algo de presupuesto para grabar y producir algunos videos. Nos pueden encontrar como Jazz 3.14 en redes y plataformas digitales para escuchar y disfrutar nuestro “jazz mexicano”.
¿En dónde han participado con la música de Jazz 3.14?
El objetivo principal de Jazz 3.14 ha sido desde el comienzo, fomentar la cultura del jazz en Saltillo, así como rescatar nuestra identidad y riqueza cultural mexicana; más que solo interpretar standards de jazz en foros de la localidad. De este modo, hemos tenido la fortuna de participar en escenarios muy significativos: colaboramos con el pintor y artista plástico Roy Carrum, quien ilustró de manera excelente, una de nuestras presentaciones en un foro cultural, obras que terminaron siendo portadas de nuestros sencillos.
También fuimos invitados al Festival del Día Internacional del Jazz 2022, organizado por la Saltillo Big Band. No podrían faltar, nuestros queridos amigos del Foro Imagina, como buenos promotores de la cultura en Saltillo, nos brindaron también la oportunidad de participar en el Festival Jazz y Blues del Desierto en 2023 y 2024; también fuimos seleccionados para presentarnos en la FINA (Fiesta Internacional de las Artes) Saltillo 446 y en la Feria del Libro, entre otros.
¿Cómo ven la escena para el rock con tintes clásicos y el jazz en Saltillo?
En la escena local, el rock clásico llegó para quedarse. Mucho se debe a la extraordinaria labor de difusión que ha realizado, desde finales de los 60’s, como diría nuestro querido amigo Jesús López Castro, antes de Woodstock, la XEKS (KS), en especial con programas como Sábado Internacional, que ha influenciado a generaciones enteras, incluida la nuestra.
Por eso, con White Shark seguiremos cultivando y difundiendo el blues, el rock clásico y el jazz-rock, buscando que las nuevas generaciones continúen con esta herencia. Por otro lado, con Jazz 3.14, hemos notado con gusto que el jazz está cobrando fuerza. Cada vez vemos más público diverso, desde jóvenes hasta niños, disfrutando de nuestras presentaciones. Eso nos confirma que el jazz es, sin duda, un lenguaje universal para todas las edades.
Con White Shark y Jazz 3.14 han participado en el Festival de Blues y Jazz del Desierto de Saltillo. ¿cómo te has sentido participar en dos variantes musicales como son el rock clásico con tintes de blues y el azz de Jazz 3.14?
Por supuesto, tanto con White Shark como con Jazz 3.14, hemos participado en varias ediciones del Festival de Blues y Jazz del Desierto de Saltillo, un espacio invaluable que sigue abriendo puertas a la música y a los músicos de nuestra región.
En el colectivo hemos conocido gente muy humana y de gran bagaje cultural, lo cual proporciona una oportunidad para presentar, a un público que valora y disfruta de propuestas musicales, nuestra fusión: nuestra identidad. Aquí encontramos la oportunidad de fusionar rock, jazz, blues y música tradicional mexicana, ¡todo en un solo lugar!… lo cual nos hace sentir en casa.
¿Dónde te pueden contactar para eventos y otros Festivales?
Facebook: White Shark Classic Rock, Facebook: Jazz 314, Email: contacto.jazz314@gmail.com
Por último, compártenos algunas palabras para la revista Cultura Blues. De antemano gracias por tu tiempo y disposición.
Me gustaría expresar nuestro más profundo agradecimiento a la revista Cultura Blues, por su invaluable labor en la difusión y promoción del blues y géneros afines. Gracias por ser un espacio que no solo informa, sino que inspira y conecta. A través de sus páginas, brindan visibilidad, reconocimiento y voz a músicos, bandas y exponentes que, con talento y pasión, mantienen viva esta expresión cultural.
Han sido un puente invaluable entre el arte, la cultura y el público, permitiendo que muchas propuestas musicales sean difundidas. Gracias por apostarle a la cultura, apoyar el talento local, y mantener encendida la llama del blues. Su compromiso y constancia son un verdadero ejemplo de amor por la música.
¡Larga vida a Cultura Blues!