Los Souls: música surf extemporánea
Los Souls es un grupo olvidado en la historia de nuestra música popular. Su identidad es un misterio. Las únicas referencias disponibles acerca de ellos son sus discos, los escasos datos contenidos en portadas y otros registrados en Discogs. Mi propósito con esta reseña es identificar la procedencia de la banda y su importancia en la vertiente surf del rock mexicano.
Durante la década de los setenta existió un sello independiente denominado FM Records, creado por la compañía Fonográfica Mexicana S.A., con sede en Naucalpan, Estado de México, con Salvador López y Fernando Estenoz como directores artísticos. Su especialidad era producir grabaciones con cantantes que interpretaban temas popularizados por artistas consagrados ─Agustín Lara, Javier Solís, Daniel Santos o Pérez Prado─, o procedentes de la música ranchera, norteña, son jarocho, bolero, danzón, corridos o canción yucateca. Bajo esa concepción fonográfica se integraron Los Souls, con un repertorio basado en temas populares recreados a la manera de la música surf.
El surf era un subgénero del rock & roll dirigido a un público juvenil, asociado a una visión hedonista de la vida, y cuya mejor época tuvo lugar de fines de los años cincuenta a mediados de los sesenta. Surgió en las costas del sur de California, como una manera de representar las emociones ligadas al deporte del surfeo y a la gozosa vida de las playas. Se caracteriza por ser principalmente instrumental, por sus ritmos adrenalínicos estimulantes del baile, y el uso intensivo del efecto de reverberación en la guitarra.
Por ser una relación escasamente tratada, cabe hacer notar la ascendencia blusera del surf, la cual podríamos ilustrar con piezas instrumentales del guitarrista Freddie King, o con canciones de Chuck Berry que propulsaron el éxito de la música playera, como ocurrió con “Surfin´ USA”, de los Beach Boys, basada en “Sweet Little Sexteen”, una de las piezas más conocidas de Berry. Asimismo, el blues es una de las fuentes de inspiración de guitarristas pioneros del surf, como Link Wray, Duane Eddy y Dick Dale.
Hasta donde es posible inferir, Los Souls era un grupo de estudio, integrado por el productor y director general Ismael Daniel Fonseca, responsable del concepto musical, arreglos, nombramiento de integrantes y elección de temas. El repertorio se elaboró de forma similar a como se conformó el repertorio del surf en sus orígenes, acudiendo a música de diversos países; es decir, el enfoque es multicultural, para decirlo con caché.
En el caso del conjunto mexicano, su catálogo se elaboró con piezas extraídas de la música clásica, típica mexicana, películas (hay un estrecho nexo entre el surf y el cine), canciones tradicionales, jazz latino, rock, rock & roll y canciones emblemáticas del surf, como las versiones en este ritmo de “Jinetes en el cielo”, “Hava Nagila”, “El vuelo del abejorro”, “La Malagueña”, “Peter Gunn”, y otras.
Según las fichas impresas en las fundas, por las filas del grupo pasaron músicos como: Enrique Viguri F., requinto; Fernando Briones, bajo; Fernando Juárez, batería; Sergio Viguri F., armonía o segunda guitarra; Antonio Ramos, órgano; Sergio Gómez, batería; y Guillermo (sic) en las tumbas. Desconozco hasta qué punto estas personas, más allá de la conjunción grupal, tomaron parte en el concepto musical y en su producción.
Discogs, el sitio web que contiene una detallada base de datos en cuanto a discos de vinyl, registra como discografía un extended play o Ep ─1969, con el nombre de The Souls─, tres elepés ─Los Souls, 1970; El tercer hombre, 1973; El amor es triste, fecha desconocida─ y un álbum compilatorio ─ Jimi Hendrix y Los Souls, 1977. Esta compilación contiene íntegros los dos primeros elepés, más un tercero con temas de Hendrix, probablemente de la época en que tocaba con Curtis Knight, a mediados de los sesenta, antes de que Jimi se hiciera famoso.
Ubicándonos como escuchas del siglo XXI, los discos de Los Souls resultan por demás interesantes, artística e históricamente hablando. Toda la música es instrumental, ejecutada con una dinámica interacción ─con las guitarras como instrumentos estelares─ y vigorizantes senderos que nos llevan al garage rock, rock & roll, latín funk, en onda groovy cien por ciento bailable. Por asociación es posible identificar como referencias sonoras a The Shadows, The Ventures, Santo y Johnny, Los Persuaders, y a algunos exponentes del rock mexicano de los sesenta que incursionaron en el surf, como Javier Bátiz, Los Locos del Ritmo, Toño Quirazco, Los Baby’s, Los Beatniks o Los Gibson Boys.
A primera vista parece un muestrario disparatado, pero en realidad los arreglos le dan una identidad particular a piezas que provienen de contextos diversos. Si no, hubiera sido inaudible la yuxtaposición de “Adiós mi chaparrita”, de Tata Nacho, con “La respuesta está en el viento”, acreditada en el Ep a un tal Bob Dilon (sic). O “Los boteros del Volga”, canto popular ruso, con “Oye cómo va” de Tito Puente. O “El vuelo del abejorro”, de Rimski-Kórsakov, con “La pantera rosa”, de Henry Mancini. O “Camina no corras”, de The Ventures, con “Zorba el griego”, del compositor griego Theodorakis; y así…
Si la banda de la que hablamos parece irrelevante en la historia del rock mexicano, puede ser porque en su época quienes hacían covers eran denostados por los conjuntos roqueros que enarbolaban la originalidad como bandera; porque no daba conciertos; porque era extemporánea: surgió después de la mejor época del rocanrol en los sesenta y mucho antes del resurgimiento del surf en los noventa; o quizá porque en realidad era un concepto de productor, tenido como algo comercial, intrascendente.
Como quiera que sea, la música surf se estableció como una corriente distintiva en el rock mexicano, motivo suficiente para tomar en cuenta el trabajo de Ismael Daniel Fonseca y Los Souls en nuestros tiempos: es un antecedente de la expansión que tuvo esa tendencia en la Ciudad de México en los albores del siglo XXI.
