Blues a la Carta

Reseña del Festival de Blues en Chicago 2024 – 1

Una gran aventura, que pudo no haber sido.

La gran aventura del Festival de Blues en Chicago 2024, inició formalmente el 6 de marzo, cuando fueron publicadas las fechas de realización y develado el elenco que conformaría la nueva edición. Tan solo pasaron unos cuántos días para que comenzara el procedimiento de las reservaciones de vuelo y de hospedaje, aprovechando algunos buenos descuentos por la compra anticipada. La aerolínea escogida esta vez fue Aeroméxico y el hotel, de nuevo opté por el Congress Plaza Hotel, a unas pocas cuadras de la sede del evento.

Mi expectativa por los artistas que se habían anunciado en el comunicado oficial, fue creciendo día a día. Por supuesto, que la cereza en el pastel la conformaba la tan esperada actuación de Buddy Guy, como parte de su llamada gira de despedida. Pero también, con mucho tiempo de anticipación, hurgué en las plataformas digitales la música de aquellos artistas que no conocía de la gran lista de actos a presentarse. Lo anterior, para prepar un itinerario posible en los escenarios alternos al principal durante los días de festival en el Millennium Park.

A unas semanas de la fecha de realización del evento, se unió a la aventura mi entrañable amigo y ex compañero de banda, Gilberto Casillas. Esta fue una sorpresiva decisión que me alegró mucho y que me llenó aún más de ansias porque llegara ya el tan esperado día del viaje. Dice el dicho… ‘No hay fecha que no llegue ni plazo que no se cumpla’, y así fue, muy temprano por la mañana del miércoles 5 de junio nos encontramos Gil y yo en la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional “Benito Juárez” de la Ciudad de México, para iniciar la travesía a la capital mundial del blues: Chicago.  

El vuelo, en general, fue muy tranquilo. Las 3 horas 40 minutos de trayecto resultó casi insuficiente para conversar, desayunar, dormitar, y ponernos al tanto de tanto tiempo de no habernos visto. Incluso repasamos brevemente el itinerario propuesto días antes, que nos habíamos reunido para comentar detalles.

Llegamos a la hora programada al Aeropuerto Internacional de Chicago-O’Hare, ubicado a 27 kilómetros del centro de la ciudad y por ende de nuestro hotel seleccionado. Y entonces, pasó lo inesperado al cruzar por el control migratorio, el oficial me comentó que mi nombre es muy común y que tendría que pasar a una segunda revisión. Por primera vez, me ha sucedido esto.

Un enorme agente de seguridad latino, Vázquez, me indicó el camino hacia unas oficinas, en donde más de 50 pasajeros esperaban les dieran la luz verde para pasar. Lo tomé con calma, pero el tiempo se fue prolongando más y más. Las personas que me encontré en esa sala de espera, fueron saliendo en su mayoría, unos pocos pasaban a algunas salas privadas. Por un momento, me cruzó la idea de que esta vez no tendría la suerte de asistir al esperado evento bluesero.

Después de dos horas y media, la sala se volvió a llenar con personas de distintos países y razas, y aparentemente uno que otro latino. Ahí mi esperanza de entrar al territorio estadounidense se fue desvaneciendo, ahora pensaba en que no se me involucrara con algo más. Finalmente, casi después de tres horas y media, me entregaron mi pasaporte con el pase correspondiente, sin dar una sola explicación. Yo tampoco pregunté nada, como lo hicieron las más de 80 personas que vi salir de ahí. Ahora sí, a iniciar una gran aventura, que pudo no haber sido.

Una noche en el Rosa’s Lounge.

Después del trago amargo y todavía con un sentimiento extraño, localicé a Gil en el área de salidas del aeropuerto para dirigirnos hacia la estación O’Hare de la Blue Line del tren y así llegar al hotel, después de casi una hora de traslado hasta la estación LaSalle.

Los planes habían cambiado, prácticamente solo nos tomamos unos minutos para instalarnos en nuestra habitación, dejar nuestros equipajes sin desempecar, y para encontramos con nuestra amiga, colaboradora, ahora consejera y guía por Chicago: Esther Snow. Pedimos un Uber y llegamos a tiempo al icónico club de blues: Rosa’s Lounge… ¡ufh!

Las cosas pintaban muy bien, mi amigo Stefan Hillesheim, guitarrista, cantante y compositor alemán, ahora residente en Chicago, grabaría su álbum en vivo esa noche. Teníamos boletos que adquirimos previamente para participar en la sesión. Al entrar al lugar, la banda efectuaba la prueba de sonido: Sumito ‘Ariyo’ Ariyoshi en el piano; Darryl Wright al bajo; Dionte McMusick en la batería; y por supuesto, Stefan Hillesheim en la guitarra y voz.

Escogimos nuestra mesa al centro y frente al escenario, pedimos nuestras respectivas bebidas y al ver que terminaban el ‘soundcheck’, nos dirigimos al pie del escenario para saludar a Stefan. Él se mostró muy contento por vernos ahí, le pedimos una foto y Stefan mismo organizó la colocación en el escenario con todos los integrantes de la banda… ¡Gracias por la foto, el autógrafo y el disco Stefan!

Minutos después, inició el magnífico concierto con un sonido excepcional. Temas clásicos como Dust My Broom, pero principalmente originales como Done Somebody Wrong, Better Man y The Love I Had For You; entre otras piezas nuevas fueron la especialidad de la noche, mismas que fueron tocadas en dos o tres ocasiones para que se eligiera seguramente la mejor toma.

Ahí quedarán nuestros aplausos y gritos en el disco, y ojalá también el agradecimiento que nos dedicó… ‘para mis amigos mexicanos’. Al final, aparecieron por el lugar algunos músicos que se detuvieron para saludarnos, como Lil’ Ed Williams y Willie Buck. Una rica dona con café o un té de menta, fue nuestra cena ligera al final de una noche en el Rosa’s Lounge, después de un día lleno de emociones y que el blues fue el principal ingrediente para mitigar los contratiempos y el cansancio del viaje.

Día 1. Jueves 6 de junio.

Muy temprano por la mañana comenzó lo que sería un día inolvidable. La primera jornada del Festival iniciaría a las 6:00 pm, así que nos dimos vuelo para recuperar el tiempo perdido. Primero un delicioso y completísimo desayuno en Pittsfield Cafe, después una buena caminata por la céntricas calles que nos llevaron a admirar los edificios y atractivos turísticos. Incluyendo un paseo en bote por el río Chicago desde la avenida Michigan hasta Chinatown que resultó increíblemente encantador.

La hora de una cita importante se acercaba, así que caminamos presurosos por las calles del barrio chino hasta la estación Cemark-Chinatown de la Red Line para trasladarnos hasta el número 1441 de la avenida West Devon, dirección de la mítica compañía de discos Alligator Records, donde su fundador y presidente, Bruce Iglauer nos esperaba para ir al almuerzo.

Unos minutos en esa antigua oficina fueron suficientes para imaginar toda los acontecimientos que en ese lugar a lo largo de 53 años se han gestado en la historia del blues universal. Su recepción fue sumamente cálida. De inmediato, nos dirigimos al Cozy Corner, el lugar en donde se realizaría más que un desayuno tradicional, una plática sabrosa por parte de Bruce, quién nos compartió varios pasajes de su vida, desde su incursión al blues, hasta su estado anímico actual.

Bruce nació en Ann Arbor, Michigan. Se interesó por el blues a mediados de la década de 1960 mientras asistía a la Universidad Lawrence en Appleton, Wisconsin, y comenzó a presentar un programa de radio universitario, para luego pasar a promover conciertos de Howlin’ Wolf y Luther Allison en Lawrence. Llegó a Chicago en 1966 como un “Peregrino del Blues” porque quería asistir al Festival Folclórico de la Universidad de Chicago. Llamó la atención de Bob Koester y se unió al personal de Delmark Records como empleado de envío en 1970. Fue cofundador de la revista Living Blues en ese mismo año. Cuando el consejo de Iglauer para contratar a Hound Dog Taylor & The House Rockers fue rechazado por Delmark, él mismo grabó al grupo y, al hacerlo, creó Alligator Records en 1971”. Lo demás es historia.   

Bruce nos platicó el pasaje de su vida con el fundador de Delmark Records, Bob Koester, de cómo realizó su primera grabación con Hound Dog Taylor, de su acercamiento y muchos detalles en relación a Koko Taylor, y con un enorme énfasis y nostalgia acerca de Albert Collins, para culminar con sentimientos encontrados de su vida privada y social actual… toda una revelación.

La reunión culminó con un interesante momento, le obsequié un ejemplar de mi libro y dos discos de Nacidos Bajo un Buen Signo, él firmó mi libro personal donde he comenzado a recabar autógrafos de los músicos y personajes que aparecen en la obra, y por supuesto, accedió a una fotografía inigualable… ¡Gracias Bruce!

Antes de dirigirnos al Ramova Theater para disfrutar de la jornada inaugural del Festival, nos dimos la oportunidad en el camino de visitar una de las playas del Lago Michigan, junto al Berger Park, pero principalmente la estación del tren, Union Station, un edificio icónico y una maravilla del transporte moderno de Chicago.

Casi a las 5:00 pm nos encontrabamos haciendo fila para el acceso al remodelado y muy bonito Teatro Ramova, ahí se nos unió, por una grata coincidencia, de la Ciudad de México, Erla Minerva. Ocupamos nuestros respectivos lugares, por cierto, muy cercanos al escenario. En punto de las 6:00 de la tarde arrancaron las hostilidades con el tradicional himno estadounidense y la emotiva presentación del carismático Tom Marker.

El primer acto de la nueva edición del Festival correspondió al guitarrista y cantante Ronnie Baker Brooks, quien con su clásico estilo, una mezcla de blues tradicional y contemporáneo con flashazos a la música de su padre, Lonnie Brooks, nos hizo disfrutar de una deliciosa velada bluesera. Su paseo tocando por el interior del teatro bajando del escenario, fue muy emotivo. Lo fue también el palomazo con sus invitados de lujo, su hermano el también guitarrista y cantante Wayne Baker Brooks y nuestro viejo conocido armonicista, Billy Branch.

Después de un largo intermedio, apareció en escena, la multipremiada vocalista Shemekia Copeland, quien hizo un acto muy especial recorriendo material de sus discos galardonados y demostrando el porqué es una de las máximas ganadoras de premios de blues. Su destacada banda se entregó al igual que ella, los dos guitarristas se lucieron haciendo solos memorables, uno al requinto y el otro con pasajes de slide soberbios. La base rítmica al parecer no se destaca, pero es la culpable que la maquinaria sónica de la agrupación funcione a la perfección.

Para el gran final, se unieron a la celebración, Ronnie y Wayne Baker Brooks, además el buen Billy Branch, logrando un momento lleno de emotividad que define en gran medida el motivo de regresar año con año a esta fiesta bluesera en la mera capital del género… ¡Gracias a Shemekia y a Wayne por su autógrafo en mi libro; y a Acasia Gibson por todas las facilidades para la acreditación de prensa! Antes de ir a dormir, unas alitas y una refrescante bebida fueron los alimentos que dieron por terminado un largo día de actividades.