Lado B

Legado, continuidad y objetivos parte 1

Legado, continuidad y objetivos de las bandas de Blues en México

En el pasado mes de julio del presente año (2024), se llevó a cabo un ciclo de blues en el Multiforo Cultural Alicia en esta Ciudad de México, en el que tuve la oportunidad de participar como conferencista y abridor del evento. Desafortunadamente el tema que propuse es amplio y el tiempo de la plática no me permitió abordarlo profundamente. El interés que noté por parte del público que se me acercó al final, me motivó a publicarlo en este espacio, mismo que desarrollo en los siguientes términos:

‘Al abordar la primera parte de mi tema, es necesario trazar una línea del tiempo para contar con una referencia y así poder tener un orden cronológico de cómo se ha venido dando el movimiento del Blues en México. Para lo cual, consideraré como punto de inicio, el primer Festival de Blues que se organizó en la Ciudad de México, que tuvo verificativo en el mes de octubre de 1978 en la sala Nezahualcóyotl de la UNAM.

Cabe destacar que en aquella época, el público en general, no tenía mucha idea de lo que era el blues, se sabía del rock and roll por el movimiento que surgió en los años 60. Recordemos que en la mayor parte de la década de los 70 el rock estuvo satanizado debido a una represión gubernamental motivada por los “disturbios” surgidos en Avándaro, por lo que organizar un festival de blues no obstante dichas circunstancias, era un verdadero albur.

Rául de la Rosa, quien fue el promotor de aquellos festivales de blues cita en su libro “Por los Senderos del Blues”, lo siguiente: “… Todo lo anterior se desencadena cuando la directora del CREA, Silvia Hernández, en donde trabajaba como promotor cultural, nos ordenó organizar conciertos para los jóvenes.

Lo irónico era que no se daban permisos para conciertos de rock a causa principalmente de políticas conservadoras y del gran escándalo que desataron los medios sobre el Festival de Avándaro en el año de 1971 y lo acontecido en la presentación del grupo Chicago en el Auditorio Nacional en el año de 1975. En sesión del Consejo y en respuesta a esa petición-orden, se nos ocurrió proponer conciertos de blues, del que poco se conocía. La explicación resultó convincente, pues un grupo de músicos negros ya mayores, que eran como los padres del rock and roll, no podían causar mayor revuelo entre los jóvenes (que equivocados estábamos todos)…”. 

Por lo anterior, considero que ese Primer Festival de Blues en México fue el detonante definitivo del movimiento del blues en México, donde el público y los músicos mexicanos, pudieron interactuar con la grandes estrellas del género, y que gracias a ese primer contacto que se tuvo, se logró sembrar la semilla que posteriormente daría frutos. La prueba es que hoy nos encontramos aquí después de tantos años, en este mismo camino, hablando de ello.  

Esto no quiere decir que antes de esto no hubiera habido músicos y bandas mexicanas que hayan incursionado en el género del blues, tal es el caso de Three Souls in my Mind por ejemplo, que en sus primeros discos que fueron grabados en inglés incluían covers de blues, o Javier Bátiz, a quien desde aquí le mandamos las mejores vibras por su pronta recuperación de salud, y a quien se le atribuye el haber traído el blues a México, por haber desarrollado gran parte de su carrera musical en Tijuana, donde se empapó de primera mano con músicos que llegaban del otro lado de la frontera. Muestra de ello es que incluyó en uno de sus primeros discos versiones de Jimmy Reed, sin embargo, ambos destacaron en lo sucesivo más en el movimiento del rock que en el del blues.

De aquella camada destaca un músico que participó precisamente en el Three Souls in my Mind y posteriormente en Hangar Ambulante, entre otras bandas más, y que hoy es una leyenda viviente del blues en México, me refiero al maestro Ernesto de León, quien además fue de los pocos músicos que tuvieron la posibilidad de convivir con algunos músicos que vinieron a los festivales de Blues en ese entonces. Hoy en día sigue activo en la música, tiene su propia banda de blues que está conformada por sus dos hijas, también excelentes músicos, Sofía y Abigail de Léon.



Mario Compañet, quien es el máximo coleccionista de discos y de cualquier material sobre blues que existe en México, y que tiene una memoria privilegiada, que fue titular del programa de radio “El Blues Inmortal” desde 1986 a 2013, y que es el gurú para muchos de nosotros. Hoy aquí estando presente lo vuelvo a convocar y casi a obligar para que publique su libro porque, además de tener información, datos y anécdotas como nadie, también cuenta con un material fotográfico increíble.

Me platicó algunas anécdotas que tuvo el maestro Ernesto de León con músicos que vinieron a los festivales de blues, y que hace unos días pude también constatar con Abi una de las hijas del maestro de Léon. Ella me hizo llegar un mensaje de voz donde de una manera muy breve me narró esas dos anécdotas de aquella convivencia que tuvo su padre con las estrellas del blues:

“… mira la historia es así, con John Lee Hooker, el nada más lo llevo a turistear a las pirámides con su combi, y de Willie Dixon y Muddy Waters, con ellos bueno no tocó, pero les prestó sus amplificadores porque a la hora de que iba a ser el evento, los que ellos tenían o los que les ofrecía el lugar, no sirvieron y mi papá les dijo, pues yo se los presto sin problema. Ya luego cuando se iban, los fueron a despedir en el aeropuerto. Mi papá llevó su guitarra, dice que había varias personas despidiéndolos sobre todo con mariachis y él pues los despidió con blues y dice que se armó como una bolita…”.

Otro músico que pudo convivir con aquellos músicos fue el maestro Horacio Reni, quien tuvo la oportunidad de convivir con el pianista Sunnyland Smith que lo invitó a Chicago y estando allá, Reni tuvo la oportunidad de grabar una canción con Carl Jones. Anécdota que también me compartió Mario Compañet, quien además me platicó que Reni llegó a tocar con Humber Sumlin en otro icónico espacio de aquella época como lo fue el Hip 70.

Me permito citar al maestro Jorge García Ledesma quien en su libro “El Camino Triste de una Música, el Blues en México y Otros Textos de Blues”, destaca lo siguiente: “En los inicios del blues mexicano figuraron varias personalidades, entre las que destacan Horacio Reni, Javier Bátiz, Baby Bátiz, quienes incluían algunos blues dentro de sus repertorios, pero más bien lo que interpretaban era rock and roll, por ser la moda obligada en ese momento.

Después en la década de los setenta del siglo pasado surgieron algunos grupos con tendencias más blueseras, entre los que cabe mencionar al Hangar Ambulante de Blues (con Sergio Villalobos), Árbol, Vampiro Blues Band, Three Souls in my Mind, Norma Valdez, Mayita Campos, la banda Bandido, Love Army, Ginebra Fría, Guillermo Briseño, Fachada de Piedra, Spiders y Genaro de Guadalajara”.

Del texto anterior se desprende que para cuando se organizó el primer Festival de Blues ya había bandas que se inclinaban hacia este género; sin embargo, de algunas no existe nada documentado ni material grabado. Pero precisamente fue a raíz de la organización de estos festivales, especialmente en el cuarto que se organizó en el año de 1982, que empiezan a destacar artistas y algunas bandas mexicanas que tomaron al blues como el género musical estandarte en sus carreras profesionales.

Es de vital importancia resaltar que a pesar de que en un cuarto Festival del Blues, se llevaría a cabo por cuatro días y que por causas burocráticas se cancelaron los tres últimos, tenía ya en su cartel por primera vez a Betsy Pecanins, quien posteriormente ya se presentaría en el quinto festival que se llevó a cabo en 1983 acompañando a Papa “John” Creach y en el que también se presentaron Margie Bermejo y Norma Valdez, alternando con figurones como Taj Mahal, Lonnie Brooks, Son Seals, y “Blind” John Davis.

El maestro Alain Derbez, quien también conforma el cartel de conferencistas en este ciclo, en su libro “Pluma en Mano, entre Blues y Jazz”, hace referencia a una anécdota en un after de aquella presentación que me permito compartir: “Recuerdo una noche, luego de un festival de blues que sí se llevó a cabo. Lonnie Brooks en el público cómodamente instalado en la sala de estar de una casa por el rumbo de la carretera hacia Toluca. El blues se puede hacer en todas partes y el piano se puede tocar a cuatro manos. Taj Mahal dominaba la zona grave del teclado y uno flirteabla con las notas agudas de un blues en do. Papa John Creach cantaba a falta de violín cuando de pronto (el armoniquero Willie Branch (así) ya no estaba en México) José Cruz hizo de las suyas. El dueño de los bíceps más potentes del rock nacional -según le decía Jaime López- tomó la armónica y llevó a la concurrencia de acá para allá dejando claro de entrada que la piel, si se trae el blues adentro y desde pequeño, nada tiene que ver. Otro en su lugar, se hubiera achicopalado en los más mexicanos términos y costumbres”.

 Quiero contarles que 22 años después de este evento, se presentó Real de Catorce en el Bar Ruta 61 (2005) y yo estuve ahí. Al ir al baño me encuentro de sorpresa a José Cruz quien normalmente hacía una especie de ritual antes de sus presentaciones como pintarse la cara, colgarse sus amuletos, incienso, etc. Mientras cada quien hacía lo suyo lo saludé y comenzamos a platicar, casualmente me confirmó esta anécdota, que honestamente para mí era increíble, hasta que posteriormente lo fui confirmando por quienes tuvieron la suerte de estar presentes, con el propio maestro Derbez en su libro, y en su momento con el dueño de la casa en donde pasó esto, el querido Raúl de la Rosa.



Bueno, en un sexto festival que se llevó a cabo en el año de 1984 en el teatro Angela Peralta, estaba conformado en parte nuevamente por mexicanos, en esa ocasión actuaron Betsy Pecanins quien nuevamente tuvo una participación con Papa “John” Creach, Guillermo Briseño y por primera vez la banda Real de Catorce. (Fuente libro “Los Festivales de Blues en México”, de Arturo Olvera Hernández). En esta parte me permito aclarar que en ese festival aún no se conformaba Real de Catorce como tal, sino que era la banda que en ese entonces solo acompañaba a Betsy, esto es sostenido en una entrevista que se le hizo a Severo Viñas, quien cuenta que la banda debutó como tal el 12 de diciembre de 1985.

Cuenta Severo Viñas: “Juntos acompañamos a Betsy en giras nacionales, entre 1983 y 1985; después, a inicios de 1985, formamos La Compañía de Blues y Fuerza. Esta banda fue el antecesor directo de Real de Catorce en su segunda etapa, ya que la primera comenzó en el Foro Tlalpan con Roberto González años atrás. Más o menos a mediados de 1985, yo invité para incorporarse a José Iglesias y ese fue el inicio de la agrupación fundadora de Real de Catorce, en la que trabajé de 1985 a 1990”. En realidad, el primer concierto con la alineación que grabó el debut y que durante mucho tiempo sirvió al grupo para celebrar su aniversario, fue el 12 de diciembre de 1985, en Rockotitlán. Ese Real de Catorce, ahora mítico, lo conformaron: José Cruz, Severo Viñas, Fernando Abrego y José Iglesias”.

En esta parte, quiero hacer un paréntesis para referirme a una banda que paralelamente a estos acontecimientos musicales también se formó en el año de 1985 y que ha sido una de las bandas más longevas en el medio, que está cumpliendo 39 años de formación, Follaje que sigue en el camino del blues de manera activa hasta el día de hoy.

En el séptimo festival repetirían Betsy Pecanins y Real de Catorce, quienes también participaron en el octavo festival en 1989 junto al brujo Javier Bátiz. En 1998 se verificó el noveno festival sin la participación de músicos mexicanos hasta que en el año de 2006 en que se organiza el décimo festival de blues, en donde actuaron Betsy Pecanins, Cecilia Toussaint y Jaime López, estos dos últimos, a pesar de haberse manejado más en el medio del rock nunca han negado sus raíces bluesistas. Y quisiera detenerme a propósito, en el décimo festival a pesar de que aún se organizaron uno o dos más para cerrar esta primera parte de mi plática, haciendo un importante reconocimiento a todos los músicos que conformaron esta primera etapa del movimiento del blues en México.

Su LEGADO es el haber abierto la brecha de los caminos en la cultura musical de un género que no es propio de nuestro país, en una etapa en la que en México se tenía un gobierno represor, que había limitado la posibilidad de que la juventud de ese entonces pudiera expresarse, y en el que los medios de comunicación tenían el poder y la potestad para obligar a ver y escuchar solo lo que les convenía. Originando un ambiente de rebeldía que sirvió para que aquella generación se impusiera, en este caso, a través de la música, en una época en la que no había mucha información, ni mucho material, ni mucho menos una cultura del blues; sin embargo, forjaron el camino que hoy es la cama en la que pueden descansar las bandas que con posterioridad han continuado haciendo blues en México.

Siguiendo en nuestra línea del tiempo, me regreso a 2005, año que fue un parteaguas en el movimiento del blues iniciado en la etapa que acabamos de describir. Fue un año que estuvo marcado porque se dieron diversos acontecimientos que desde mi punto de vista sirvieron para reforzar el movimiento que se venía fraguando. El primero de ellos fue la apertura de un bar que albergó a la mayoría de las bandas que tocaban Blues en ese entonces, me refiero al Bar Ruta 61, que si bien compitió con otro espacio que existía en ese momento que era el New Orleans, que le llevaba muchos años de ventaja en cuanto a apertura y clientela, en Ruta 61 solo se tocaba blues y en el New Orleans, aunque también se llegaban a presentar bandas de blues, su especialidad era el jazz.

En Ruta 61 nos reuníamos cada semana los amantes del blues. Nos podíamos encontrar aficionados, músicos nuevos y de antaño, en una convivencia fraterna. Tocaron ahí infinidad de artistas nacionales y extranjeros. Y la emoción del encuentro y del reencuentro de los viejos y los nuevos bluesistas nos motivó al segundo acontecimiento que se daba en el año, es decir, la constitución de la “ASOCIACIÓN MEXICANA DE BLUES” A.C., que se llevaría a cabo en el mes de septiembre de 2005, un acontecimiento que originó que el movimiento tomara más fuerza, y que a la postre sirvió para crear otras organizaciones que también han tenido como tarea la difusión del blues y de las bandas que conforman el movimiento.



En el libro “El Camino Triste de una Música” del maestro Jorge García Ledesma, un amigo escritor y compañero de aquel movimiento que organizamos, Luis Eduardo Alcántara, hace una breve crónica de aquella noche en la que celebramos la creación de la asociación, de la que me permito transcribir un fragmento:

Jueves 8 de septiembre de 2005. Fecha indeleble para la memoria de quien asiste a la Ruta 61, único espacio confiable de la síncopa azulosa en la metrópoli, santuario azteca, azteca lounge. Bar Hoochie Koochie, y de Coochie me como un taco. Si los jazzeros tienen sus templos y adoratorios ¿Por qué los bluseros habrían de marginarse, siendo como son, continuadores del papá de los grandes ritmos…

Ojalá que perdonen por esta noche los muertos de mi felicidad (Real de 14 y otros iniciados), pero blues como el de esa jornada, como el de esta luna y esta lluvia, de verdad que sí se siente. Señoras y señores, con ustedes la Asociación Mexicana de Blues… y todas las bandas que le acompañan. Para lo que gusten mandar”.

Solo como un dato adicional quiero comentar que en el mes de noviembre de ese año, se llevó a cabo el Festival Aguas Blues que se realizaba en Aguascalientes, y que desafortunadamente ya no siguió, pero para ese año trajeron a Carey Bell y a Lurrie Bell, quienes dieron un show majestuoso, y en el que se presentaron varias bandas mexicanas, entre otras una de Guadalajara llamada Gato Gordo, comandada por el maestro Genaro Palacios Clemow, a quien por cierto, quiero mandarle un abrazo y mis mejores deseos para su pronta recuperación, ya que tenemos información de que se encuentra delicado de salud.