Un Paso Adelante

La “domesticación” del rock

Que el rock ya fue “domesticado” no es una idea nueva. No surgió hace diez años, ni veinte ni en este siglo. Es una idea vieja. Se repite desde que Elvis Presley acudió al llamado de las fuerzas armadas en Estados Unidos para cumplir con el servicio militar, en 1958. A partir de entonces se volvió una filosa arma utilizada para atacar al rock según por haber abandonado su rebeldía.

Años más tarde, ese “argumento” se adecuo a un nuevo contexto, instalándose como un tópico que ha pervivido. Ocurrió a fines de los años setenta, cuando la élite del rock ‒formada por estrellas como Rolling Stones, Who, Eric Clapton, Rod Stewart, entre otros‒ alcanzó dimensiones corporativas gracias a su asociación con las Grandes Marcas de cigarros, refrescos, cervezas o aparatos electrónicos.

De hecho, mis inicios en el periodismo tienen que ver con textos que tratan ese fenómeno que, más allá de una mera asociación publicitaria, es más un recurso ideológico utilizado por las corporaciones para legitimar el mercantilismo e impedir el avance del ímpetu contestatario de los años sesenta. 

Al entrar la década de los ochenta, ese aserto de que el rock se había “domesticado” (que ya no cuestionaba al sistema) empezó a circular con más profusión y a instalarse como un tópico, es decir, como una supuesta verdad que no requiere demostración. Hasta el presente, es común escucharlo en reuniones de amigos, programas de radio y televisión, conferencias, conversatorios académicos, medios periodísticos y en espacios virtuales. 

Siendo lo que es, un cliché, procuro no participar en las discusiones que motiva para no verme orillado a tomar partido forzadamente, en una situación en la que sólo tengo la alternativa de estar a favor o en contra, sin matiz argumental. Para ser más preciso, aclaro que no estoy en contra de que se critique al rock por sus devaneos ideológicos y proclividad a la comercialización, si hay alguna razón de por medio. Mi objeción es contra la comodidad de los tópicos que hacen pasar como simples situaciones que en realidad son complejas. 

Siguiendo ese razonamiento, hay que plantear la mentada “domesticación” del rock de un modo distinto al de acusarlo por haber renunciado a sus ideales éticos y estéticos. Es mejor, más productivo intelectualmente, enfocarnos en el problema real y con una perspectiva histórica que nos permita entender cómo desde que el capitalismo entró en su fase neoliberal ‒precisamente a fines de los setenta, cuando Ronald Reagan encabezaba el gobierno de Estados Unidos y Margaret Thatcher el de Inglaterra‒ se intensificaron los procedimientos para combatir el pensamiento disidente a nivel global. En lugar de menospreciar al rock, el punto es cuestionar el control político y económico de las élites que amenaza la libertad de expresión.

Ese combate ocurrió, y sigue ocurriendo, en todas las áreas de la sociedad y no sólo en el rock, también en las escuelas, en las universidades, en las artes, en los movimientos sociales, dando lugar a un importante avance del pensamiento de derecha, con el consecuente declive cultural que ha traído consigo. Signo de estos tiempos es la reelección de Donald Trump.

El ahora presidente de los Estados Unidos sobresalió en su periodo anterior por su posición retrógrada en materia cultural ‒como los rubros relacionados con migrantes, diversidad de género o derechos de las mujeres‒, las cuales fueron rechazadas en visibles movilizaciones, destacando las organizadas por feministas. Intelectuales y personalidades de las artes ‒actores, escritores, productores, cineastas, dramaturgos‒ también mostraron un repudio activo a las restricciones impuestas en este rubro. Es de esperarse que ante un mandatario que mantiene y radicaliza sus posturas se reforme un movimiento de protesta.

Para darnos una idea de cómo es la relación de Trump con los protagonistas del mainstream, cabe recordar que en sus campañas presidenciales ‒2014, 2020, 2024‒ utilizó canciones conocidas con fines propagandísticos, pero hubo una cantidad significativa de exponentes del pop y el rock que se opusieron a ser asociados con él. Por ejemplo: Neil Young, Foo Fighters, Bruce Springsteen, Rihanna, Elton John, Rolling Stones, Adele, Beyoncé, Panic at the Disco, Sheryl Crow, Cyndi Lauper, Celine Dion, ABBA, John Fogerty, Paul Rodgers o White Stripes.

John Legend comentó a la BBC en 2016: “Nosotros tendemos a ser de mentalidad liberal. Cuando vemos a alguien que pregona la división y el odio y el fanatismo, es improbable que consiga entre la gente creativa quienes quieran asociarse con él”.

Entre las celebridades de la música que se opusieron a la reelección del republicano, apoyando a la candidata demócrata están, por ejemplo: Billie Eilish, Eminem, Marc Anthony, Olivia Rodrigo, Willie Nelson, Demi Lovato, John Legend, Lady Gaga, Mick Jagger, Madonna, Ricky Martin, Cardi B, James Taylor, Stevie Nicks o Bad Bunny.

También hubo músicos de blues que mostraron su disgusto respecto a la primera gestión de Trump, componiendo canciones alusivas. Son los casos de Robert Cray, Eric Bibb, The Cash Box Kings, Rocky Mountain Mike, Elvin Bishop’s Big Fun Trio, Lucinda Williams, Dave Specter, Rob Tognoni, Rick Estrin & The Nightcats.

La mayoría de los ejemplos anteriores sólo muestran las reacciones en uno de los sectores más visibles de la sociedad, el de los espectáculos, pero me sirvo de ellos para ilustrar las razones por las cuales me opongo a la idea de un rock “domesticado”: porque trivializa las complejidades de la dinámica social, por su maniqueísmo, porque está ligada al conformismo y a la apatía, porque induce el convencimiento de que concebir y producir alternativas para nada sirve.

De esta manera, la lucha en contra de la disidencia cultural, incluida la “domesticación” del rock, es un asunto incomprensible e incombatible si no nos planteamos cómo detener la derechización de la sociedad en un momento histórico crucial como el presente, distinguido por una alianza avasallante entre políticos y empresarios que dominan en el ámbito de las comunicaciones electrónicas.


Referencias:

Mark Savage: “Inauguration blues: Why pop stars won’t play for Trump”, en: bbc.com, 13 de diciembre de 2016.

Nacho Serrano: “La última batalla del rock contra Donald Trump”, en abc.es, 6 de agosto de 2020.

Vincent Abbate: “Dump That Trump: 10 Blues Songs for Election Day”, en: whoisblues.com, 25 de octubre de 2020.

Mary Whitfill Roeloffs: “Celebridades de EU reaccionan a la victoria de Trump, a favor y en contra”, en: forbes.com.mx, 7 de noviembre de 2024.


Foto por José Luis García Fernández. Joe Nosek de The Cash Box Kings en el Festival de Blues en Chicago 2024, compositor de la canción: Build That Wall (2017)