Blues: hacer la historia
Fotos por Leonardo García.
Qué grata sorpresa me llevé al escuchar la sesión de blues acústico que presentaron, en un primer set, el guitarrista Héctor Garibaldi; y en un segundo, Karla Porragas, guitarra y voz; Eduardo Peña, guitarra slide; Elihú Quintero, armónica; y José Luis García Fernández, guitarra. Mi sorpresa se debió a que no estaba tan consciente de los avances que ha tenido el blues durante los últimos años en tierra mexicana, y gracias a este grupo de compositores e intérpretes me di cuenta de ello.
No había escuchado a un guitarrista, por ejemplo, interpretar junto con las propias, piezas de Elizabeth Cotten o Ry Cooder y eso lo hizo Héctor, originario de Ciudad Juárez. Igual desconocía el punto de vista femenino respecto a la faceta acústica y campirana de Muddy Waters, como lo hicieron Karla y compañía con su versión de “I Can´t be Satisfied”.
En sendas entrevistas para Cultura Blues, realizadas por María Luisa Méndez, Héctor Garibaldi y Karla Porragas hablaron acerca de cómo se comunican desde el escenario.
Héctor: “Sobre el escenario el único espacio vacío que queda en la ecuación del blues es la función de la interpretación. En ese espacio limitado de escalas y acordes, el músico no tiene nada más que mostrar (ni demostrar) que su propio espíritu translúcido a través de su instrumento. Para mí el blues es mi lengua materna hablado en vernácula con modismos del lugar donde crecí”.
Karla: “Me considero una exploradora constante de sonidos y emociones. Creo firmemente en la música como un medio para contar historias, conectar emocionalmente con otros y provocar reflexión. Estoy comprometida con la autenticidad y la experimentación, buscando siempre innovar y trascender los límites tradicionales del arte musical. Mi objetivo es crear obras que no solo entretengan, sino que también inspiren y desafíen a la audiencia a ver el mundo desde nuevas perspectivas”.
Conceptos bien definidos, repertorios no trillados e interpretaciones con músicos preparados, son una muestra representativa del avance al que me referí, articulada para dar un concierto en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo, en el centro de la Ciudad de México.
Es un lugar por demás significativo porque nos invita a pensar en el carácter global que tiene el blues como cultura, esta vez abierto para presentar el libro Blues a la carta, de José Luis García Fernández, director de la revista Cultura Blues, el jueves 27 de junio de 2024.
Esa exposición musical integró la segunda parte del evento. En la primera, los especialistas hicieron ─con razón─ sendas y elogiosas reseñas de la obra, subrayando su calidad de referencia indispensable. Tomaron la palabra, además del autor, Sandra Redmond, periodista y promotora; Benjamín Muratalla, subdirector de la Fonoteca del INAH; y Francisco Javier García, músico y publicista.
En Blues a la carta, José Luis ordena, valora, hace comprensible cantidad de información relacionada con el desarrollo del blues en México, en especial durante el siglo XXI, siendo la proliferación de festivales uno de los principales indicios para apreciarlo. Por ello el volumen es de interés para investigadores, es el resultado de un intenso y comprometido trabajo editorial. Además, el autor nos deja ver lo que para él significa el blues como experiencia de vida; de hecho, el aspecto autobiográfico es el hilo conductor de principio a fin, a él se debe que la lectura nos convenza de la pasión personal puesta de por medio.
Había preparado algunas preguntas que no fue posible hacer debido al formato de conferencia-concierto que no dio lugar a la participación de los asistentes. Como la difusión convocó a un conversatorio acerca de “los orígenes y desarrollo del blues en México”, pensé en hacer algunas preguntas pertinentes, las cuales ahora pongo sobre la mesa.
Convengamos antes en que quien hace historia en el blues, no necesariamente hace la historia; y que quien sabe de blues (o cree saber), tampoco. Hacer historia, saber historia, y hacer la historia del blues no son lo mismo. A esta última me refiero: a la que se escribe o documenta de otras maneras. ¿Qué significa hacer la historia del blues en México? ¿Cómo se ha contado esa historia? ¿En qué consiste esta actividad? ¿Qué perfil profesional tienen quienes la hacen? ¿Qué capacidades deberían tener? Y sobre todo: ¿Cómo se establece aquello que es relevante históricamente hablando?
Tales interrogantes a primera vista parecen obvias, pero no lo son, su importancia radica en que aluden a cuestiones básicas: la delimitación de un campo de estudio, su sentido y método de trabajo, las que en última instancia nos llevarían a vincular la historia del blues en México con la historia reciente de la cultura mexicana. Me hago la misma pregunta que ya se hizo antes Michel de Certeau: ¿Qué produce el que hace la historia?, dice él. ¿Qué produce el que hace la historia del blues en México?, digo acá.
Convendría por ello, para indagar posibles respuestas, la formación de un seminario dedicado a esa materia en específico. La cantidad de información que aún hace falta registrar, sistematizar e interpretar es enorme, lo considero algo necesario para contrarrestar la desinformación que priva en el medio, tanto en el blues como en el rock mexicano, cuyas historias están estrechamente ligadas.
Queda la propuesta, mi estimado José Luis García Fernández.